sábado, 30 de junio de 2012

Capítulo 39





Hola! como andan? Espero que la estén pasando super bien! :) 
El capi va dedicado a Chari, por siempre firmar cada capítulo! espero que te guste :)
Un beso!!
Recuerden firmar :)
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—Aparentemente —dijo por fin, despacio— tú eres el más sospechoso, Peter. —Lali inició inmediatamente una protesta, pero él la mandó callar con un gesto—. Supongo que también lo sabía usted, por lo de la nota —le dijo a Lali—. Así que eso me hace preguntarme por qué lo llamó a él en vez de llamar a la oficina del sheriff.

—Sabía que él no había dejado la nota ni la caja.

—No es ningún secreto que a ti no te hizo ninguna gracia que ella volviera aquí —dijo Nicolás, mirando a Peter.

—Así es. Y sigue sin gustarme. —La dura boca de Peter se curvó en una sonrisa sin humor—. Pero las notas con amenazas y los gatos muertos no son mi estilo. Yo libro mis batallas a cielo abierto.

—Es verdad, ya lo sé. Sólo trato de saber por qué la señora Martínez te llamó a ti.
Peter lanzó un bufido.

—Imagínatelo.

—Creo que ya me lo he imaginado.

—Entonces deja de hacerte el tarado.
El sheriff no se dio por ofendido, sino que se limitó a sonreír. Un instante después adoptó de nuevo una actitud profesional.

—Necesito que los dos vengan al palacio de justicia para tomarles las huellas dactilares y examinar la caja y la nota por si hay otras que no coincidan. Además, señora Martínez, tendrá que hacer una declaración.

—De acuerdo. Voy por las llaves. —Lali se puso de pie y Peter la cogió del brazo.

—No, te llevo yo.

—No es necesario que vuelvas hasta aquí...

—He dicho que te llevo yo. —Le dirigió una mirada implacable, imponiéndole su voluntad. Ella pareció irritada pero no protestó más, y el sheriff sonrió de nuevo.
Peter la condujo afuera y la depositó en el lujoso asiento de cuero del jaguar.

—No tienes por qué llevarme —dijo malhumorada mientras se abrochaba el cinturón de seguridad.

—Por supuesto que sí, si quiero hablar contigo.

—¿Qué hay que decir?
Peter arrancó el auto y salió marcha atrás de la entrada para seguir al auto patrulla del sheriff Riera.

—Es evidente que algún loco te la tiene jurada. Estarás mucho más segura lejos de Prescott.
Lali desvió el rostro y fijó la vista en la ventanilla.

—No has tardado mucho en sacar el tema —replicó.

—Si que eres terca. ¿Es que no te das cuenta de que esa cabecita morocha tuya puede correr peligro?

                           *                *                  *

Lali iba hirviendo de furia para cuando salió del palacio de justicia, aunque mayormente había logrado controlar su genio. Peter la había presionado durante todo el camino para convencerla de que se marchara de Prescott, y para más irritación suya, el sheriff Riera se había mostrado de acuerdo en que tal vez no estuviera del todo a salvo, viviendo sola y sin vecinos cerca. Lali había señalado que si se fuera cesaría el acoso, jamás averiguarían quién había hecho aquello, y el culpable se iría tan contento al ver que su táctica había funcionado. Ella no estaba dispuesta a darle aquella satisfacción.

El sheriff Riera le concedió que su lógica era aplastante y su valentía loable, pero que brillaba por su falta de sentido común. Podía resultar herida de verdad.

Lali convino con él en aquella valoración, y se negó tercamente a ceder un centímetro. Ahora que ya se le había pasado el tembleque, veía la causa y el efecto. El gato muerto significaba, de algún modo, que había estado muy cerca de descubrir qué le había sucedido realmente a Nicolás, y si se marchara en aquel momento nunca lo sabría con seguridad. El sheriff y Peter pensaban que alguien la estaba acosando; ella sabía que la cosa era más grave. Tenía que luchar contra la tentación de decirles lo que creía que había detrás de lo del gato y las notas; si se extendía el rumor de que ella estaba sugiriendo que Nicolás había sido asesinado, ello advertiría al culpable y lo haría aún más difícil de capturar. De modo que guardó silencio, y la frustración de hacerlo era lo que le producía aquella irritación.

Podía hacer caso omiso de los comentarios del sheriff Riera en el sentido de que debía marcharse, pero los de Peter le llegaban al corazón. Sus sugerencias en tono afectuoso hacía mucho que se habían deteriorado y transformado en duras exigencias para cuando salieron del palacio de justicia para emprender el camino de vuelta a casa.

—¡Por última vez, no! —gritó Lali, al menos por quinta vez, cuando entraba en el auto. Varias cabezas se giraron hacia ella.

—Mierda —murmuró Peter. Para ser un hombre que quería evitar los chismorreos, aquel día se había lucido. Su Jaguar no era un automóvil que pasara inadvertido fácilmente, y Lali era una mujer que hacía voltear cabezas. Muchas personas habrían notado que él la había llevado en auto al centro del pueblo, había entrado con ella en el palacio de justicia y salido con ella del mismo, por no mencionar el hecho de que le estaba gritando. En fin, no había nada que pudiera hacer al respecto; dadas las mismas circunstancias por las que había pasado aquel día, haría lo mismo otra vez.
Lali abrochó los dos extremos del cinturón de seguridad.

—Ya sé que tú no has tenido nada que ver con el gato muerto ni con las notas —le dijo en tono iracundo—. Pero no puedes evitar aprovecharte de ello en tu propio beneficio, ¿verdad? Desde el primer día estás deseando que me vaya, y para ti resulta inaceptable que no puedas obligarme a hacer lo que tú quieres.
Él le dirigió una mirada amenazadora, peligrosa, mientras sorteaba el tráfico de la plaza.

—Ni se te ocurra pensar algo así —dijo en voz baja—. Si quisiera, podría obligarte a salir de aquí en media hora. Pero he decidido no hacerlo.

—No me digas —replicó Lali en un tono teñido de incredulidad—. ¿Y para qué andarse con chiquilinadas?

—Por dos razones. Una es que no te merecías lo que sucedió hace doce años, y yo no tenía intención de volver a tratarte así. —Desvió la vista de la calle el tiempo suficiente para recorrer de arriba abajo el cuerpo de Lali, haciendo hincapié en los senos y los muslos—. Ya sabes cuál es la segunda razón.

Aquella verdad vibró un instante entre ambos, justo por debajo del punto de ebullición. Peter la deseaba. Lali lo sabía... bueno, casi desde el principio, ciertamente desde aquel beso incendiario de Nueva Orleans. Pero la deseaba con sus condiciones; quería instalarla en una casita en algún sitio que no fuese Prescott, completamente fuera de la parroquia, para que su lío con ella no molestase a su familia. Aquellas circunstancias serían perfectas para él porque conseguiría sus dos objetivos de un solo plumazo.

—No pienso permitir que me escondas como si yo fuera algo vergonzoso —dijo, con mirada vehemente y dura, fija en el parabrisas—. Si no eres capaz de relacionarte conmigo abiertamente, pues déjame en paz de una vez.
Peter descargó el puño contra el volante.

—¡Maldita sea, Lali! Ese gato muerto no te lo ha enviado el comité de bienvenida. ¡Estoy pensando en tu seguridad! Sí, me gustaría horrores que te mudases a otro sitio. Mi madre me crispa los nervios, sin embargo eso no significa que quiera hacerle daño. ¿Es que tengo que pedir disculpas por quererla a pesar de todo? Tú sabes enfrentarte a las situaciones difíciles, pero ella no. — Yo soy un canalla avaricioso, quiero lo mejor para ella y tenerte también a ti. Si te fueras a otra parte, podríamos mantener una relación satisfactoria, ¡y yo no tendría que preocuparme de que te estuviera acechando un maníaco!

—Entonces no te preocupes. Ya me preocuparé yo.
Peter emitió un sonido de rabia y frustración contenidas.

—No piensas ceder ni un milímetro, ¿verdad?

Una vez más, Lali tuvo que luchar contra el impulso de decirle que tenía sus motivos para seguir en sus trece, motivos que estaban al margen de la relación personal entre ambos. Pero estando de aquel humor, de todas formas no la creería.

Ya habían salido de la ciudad y por la carretera circulaba muy poco tráfico. Pronto se desviaron a una carretera secundaria que conducía a la casa de Lali. En realidad, nunca se había percatado de lo aislada que estaba su casa, por lo menos no desde el punto de vista de su propia vulnerabilidad.

Había disfrutado de la paz y la quietud, de la sensación de espacio. Maldito fuera aquel enemigo desconocido, invisible, por haber destruido el placer que le proporcionaba haber regresado por fin al hogar.

No volvió a decir nada hasta que Peter la dejó frente a la entrada. Eran las últimas horas de la tarde y el sol poniente bañaba el pequeño edificio con una luz dorada. En muy poco tiempo se había hecho a vivir allí, rodeada por sus cosas, sus paredes, bajo un tejado que era suyo. ¿Marcharse de allí? Le resultaba impensable.

—Dime una cosa —le dijo a Peter con una mano en el tirador de la portezuela—: No quiero tener un romance contigo, viva donde viva. ¿Sirve eso para disminuir tu preocupación por mi seguridad?

Peter la detuvo cerrando los dedos sobre su muñeca y reteniéndola dentro del auto. Tenía los ojos oscurecidos por la ira, pero no respondió a aquella pregunta insultante, sino que se limitó a replicar:
—Puedo hacerte cambiar de idea. Los dos lo sabemos.

Lali abrió la puerta y él la dejó salir, contento de haber tenido la última palabra. Con frecuencia era así, pensó Lali. Peter tenía el empeño de llevar la conversación más lejos de lo que ella pretendía, para que su único recurso fuera el silencio.
Sintió que él la observaba desde el auto hasta que estuvo a salvo en el interior de la casa.

Tenía razón. Sí que podía hacerla cambiar de idea, con poco o nulo esfuerzo. Lo de ella había sido un jugada, pero no una mentira. Era verdad que no quería tener un romance con él, pero eso no quería decir que fuera capaz de resistirse. Si él hubiera insistido en entrar en la casa con ella, después de un beso probablemente se habría dejado llevar directamente al dormitorio. Luego sería cuando vendría el arrepentimiento.

Continuará...

UH! Volvieron nuestras familiares peleas, pero no os desesperéis, puesto que pronto vendrán tiempos mejores! jijij
Hasta luego mis queridas lectoras!

2 comentarios:

  1. YAAAAAAAAAAAAA QUIERO QUE LE DIGA LALI A PETERRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR LO QUE CREE QUE PASO ASE 12 AÑOS MAS NOVELAAAA A TODO CASOOOO SI PETER QUIERE UNA RELACIONCON LALI SI ELLA SEDE HACER ALGO DE SU VOLUNTAD ELDEBERIA ASER LO MISMO
    MAS NOVELA

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  2. Me encantó .GRACIAS x la dedicatoria.Peter sigue en sus trece,erre k erre,cabezón como el solo ,no comprende las razones k tiene Lali, para seguir en el pueblo,y el lo quiere todo sin sacrificarse el,y sin enfrentarse d una vez a su madre,débil?,ja,yo sospecho hasta d ella,si soportó k Nicolas tuviera amantes,todo x las apariencias ,y sin embargo todo el mundo lo sabía.Me encanta k Lali defienda su postura,a capa y espada ,aún sabiendo k en cualquier momento puede sucumbir,ante Peter.

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