Hola! mil perdones por no subir ayer, pero andaba sin tiempo! espero que disfruten del capítulo que hayan terminado super bien la semana. Besos!
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La
frustración lo invadió como una llamarada. Un sonido muy parecido a un rugido
retumbó en su garganta mientras sus instintos físicos luchaban por imponerse a
la razón. Ganó el cerebro, pero a duras penas. Estaba sudando, temblando por la
necesidad de tomarla. Su erección pugnaba dolorosamente contra la limitación de
los pantalones.
—No
—volvió a decir Lali, como si el primer rechazo necesitara refuerzos, y quizá
fuera así.
Peter
giró la mano de modo que sus dedos se entrelazaron con los de ella.
—Entonces
sostén mi mano un minuto.
Lali
así lo hizo y se agarró de él, sintiendo cómo sus dedos se crispaban y
flexionaban como si buscaran algo. La otra mano aferraba el respaldo de la
silla, y los nudillos se veían blancos por la presión.
Al
cabo de unos instantes de duración indefinida, el tiempo se congeló mientras
las miradas de ambos se clavaban la una en la otra y el deseo flotaba en el
ambiente. La terrible tensión de él empezó a desvanecerse. Hizo una mueca de
dolor y cambió de postura, estirando la pierna. Liberó la mano para bajarla y
hacer un ajuste, y el frunce de sus cejas se fue difuminando al ponerse más
cómodo.
Lali
carraspeó, insegura de qué decir, si había que decir algo.
Peter
se puso en pie con rigidez. La gruesa protuberancia de sus pantalones era
inconfundible, pero ya había recuperado el control. Tomó la toalla y la
extendió sobre los muslos de Lali para no ver la tentación, aunque siguiera
teniéndola cerca.
Al
cabo de un minuto dijo en voz baja:
—¿Estás
segura de estar bien?
—Sí.
—Lali también habló en voz baja, como si un ruido excesivo fuera a hacer añicos
el control de ambos y a lanzarlos por el precipicio que a duras penas ella
había logrado evitar. Aquella sed no había sido de uno solo—. Es una quemadura
sin importancia. Probablemente, mañana ni siquiera la notaré ya. —El escozor
había desaparecido totalmente, mitigado por el té frío.
—Está
bien. —Peter la miró y levantó una mano como si fuera a acariciarle el pelo,
pero la dejó caer a un costado. No era seguro permitirse tocarla todavía—.
Bien, pues dime por qué has estado haciendo preguntas acerca de mi padre.
Lali
lo miró, el fuego oscuro de su cabello cayéndole por la espalda. Quería decirle
lo que sospechaba, que su padre estaba muerto, pero descubrió que la voz se le
atascó en la garganta. No podía hacerlo. Tenía que creer que él no sabía nada
de ello, que no había tenido nada que ver con la muerte de su padre, porque lo
amaba y, si no fuera así, le rompería el corazón. Y porque lo amaba, no podía
hacerle daño. Se había tirado encima a propósito la taza de café, para que él
no se escaldase; ¿cómo iba a decirle ahora que el padre al que tanto amaba
probablemente había muerto asesinado?
De
modo que en lugar de eso le dijo algo que era verdad en el contenido pero una
mentira en la intención, y murmuró:
—Él
también forma parte de mi pasado. Casi no recuerdo cuando él no estaba
presente, sin embargo, en realidad nunca lo conocí. Siempre era amable conmigo
cuando nos veíamos, lo cual no sucedía muy a menudo, pero perdí a mi madre por
culpa de él. ¿Crees que no tengo curiosidad por saber cómo era como persona?
¿Que no debería intentar atar los cabos sueltos, encontrar alguna lógica a lo
que sucedió?
—Buena
suerte —masculló Peter. Yo creía que lo conocía mejor que nadie en el mundo, y
todavía no le encuentro ninguna lógica. —Calló durante unos instantes—. Si
tienes más preguntas que hacer sobre mi padre, házmelas a mí, porque lo he
dicho en serio. No quiero amenazarte Lali, pero haré lo que sea necesario para
proteger a mi familia. No lo olvides.
Ya
que se había ofrecido... Pero no, no era el momento de prolongar aquel
encuentro disparándole preguntas, estando ella medio desnuda y él como un
cartucho de dinamita sexual, cebado y listo para explotar. Así que se limitó a
mirarlo en silencio, y al cabo de unos instantes la boca de él se torció en una
sonrisa.
—Así
que no me prometes nada, ¿eh? Piénsalo, nena. No te pongas las cosas más
difíciles de lo necesario. Tú sólo guarda silencio y compórtate.
—¿Cómo
una niña buena?
—Como
una mujer inteligente —corrigió Peter. Su mano se movió de nuevo hacia ella, y
él de nuevo interrumpió el gesto. Lali tenía la sensación de que quería
quedarse, continuar con lo que había empezado, pero ella lo había rechazado y
él se estaba obligando a sí mismo a aceptar aquella decisión... por el momento.
Cada vez que se vieran volverían a enzarzarse en otra batalla, y la tentación
de rendirse sería mucho más fuerte precisamente por haberlo rechazado.
—Voy
a marcharme —dijo Peter.
—Muy
bien.
No se
movió. Entonces dijo:
—No
quiero marcharme.
—Vete
de todos modos.
Él
rió levemente.
—Eres
una mujer dura, Lali Espósito.
—Martínez.
—A él
no lo he conocido. Para mí no es real. ¿Lo amabas?
—Sí.
—Pero no del modo en que te amo a ti. Jamás.
Brillaron
los ojos oscuros de Peter, y esta vez sí la tocó, tomándole la mejilla en la
mano.
—Para
mí siempre serás una Espósito, con ese pelo morocho y esos ojos de bruja. —Se
inclinó y posó suavemente su boca sobre la de ella en un breve beso. Acto
seguido se marchó, y cuando la puerta se cerró tras él, Lali se hundió en la
silla con una expresión de alivio.
Se
sentía igual que si una tormenta hubiera penetrado en aquella habitación y la
hubiera arrojado por el suelo. Aún le retumbaba el corazón, y tenía los
músculos como si fueran espaguetis cocidos. Aquellos precisos momentos habían
sido de los más eróticos de toda su vida, y lo único que había hecho él era
tocarla en la pierna. Si le hubiera hecho el amor de verdad, habría perdido
completamente el control de sí misma. La asustaba la intensidad que él era
capaz de provocar con una mirada, un breve contacto, incluso con el delicioso
aroma almizclado de su masculinidad.
Para
mí, tú siempre serás una Espósito.
No
era precisamente la mejor de las recomendaciones. Sólo podía suponer que lo que
había querido decir era que nunca podría olvidar su pasado, su herencia, que
nada que ella hiciera haría cambiar la opinión que tenía.
Y yo
te amaré siempre, le susurró mentalmente. Siempre.
Sólo
un toque en la pierna, y estuvo a punto de correrse, pensó Peter con ironía.
Dios, si de hecho hubiera entrado en ella, probablemente el corazón le habría
explotado de tensión.
Le
temblaban las manos sobre el volante, una reacción común si pasaba más de un
minuto en compañía de Lali. Sería más fácil si ella no reaccionara como lo
hacía; podía quedarse quieta, podía decir que no, pero seguía teniendo aquella
mirada ardiente y lánguida en los ojos. Conocía todas las señales. La respiración
que se volvía más profunda al tenerla cada vez mas deseosa cerca de él. Aunque
no la besó hasta aquel ligero contacto en los labios al marcharse, porque no
pudo resistirse más al impulso, la boca de Lali estuvo roja e hinchada. Un
delicado rubor brillaba por debajo de su piel traslúcida.
La
deseaba. Tenía que obligarla a marcharse. La deseaba. Aquellas necesidades
contrarias lo estaban volviendo loco.
No
había aceptado dejar de hacer preguntas. No había discutido con él, pero estaba
empezando a darse cuenta de que aquel silencio suyo enmascaraba una vena de
terquedad tan grande como la cordillera. Era posible que no peleara, pero
estaba claro que se le resistía. De niña ya había sido demasiado a menudo azotada
por la vida, cuando se encontraba desamparada para tomar decisiones propias.
Ahora que podía decidir por sí misma, permitía que muy pocas cosas le
impidieran hacerlo. Aquella tenacidad era probablemente la razón principal por
la que, a la temprana edad de veintiséis años, ya tenía un negocio propio.
En
aquellas circunstancias, no era probable que él lograra convencerla de que se
marchase. Y como estaba claro que no podía confiar en su propio raciocinio para
no acercarse a ella, previó que se le avecinaban días difíciles.
Continuará...
Se le vienen duros días a Peter,tanto orgullo, y con tan solo un roce,está a merced d Lali, lo k siente es amor ,no tan solo deseo, como quiere hacerle creer,solo k no se lo deja evidenciar,sería demostrarle k es vulnerable a ella ,pero con todo lo k hace ,no hacen falta palabras.
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