viernes, 29 de junio de 2012

Capítulo 38







Ultimo capítulo de día! saben estaba viendo unas imágenes de Lali y Euge...alguien me puede decir que ocurrió realmente? 
Un beso y que tengan un lindo fin de semana largo! :)
_________________________________________________________________

Aquellos Ojos oscuros clavados en su rostro como si estudiara la posibilidad de echarle el jugo por encima si no se lo bebía tan deprisa como él creía que debía hacerlo.  Para prevenir semejante acción, Lali tomó un buen trago del jugo y de hecho notó un ligero alivio de la tensión muscular.

—No te atrevas —musitó—. Estoy haciendo todo lo posible para no tirármelo encima otra vez.
La gravedad del semblante de Peter se aligeró un poco.

—¿Cómo has sabido lo que estaba pensando?

—Por la forma de mirar el vaso y luego a mí. —Bebió otro sorbo—. Pensaba que el sheriff era Deese.

—Se ha jubilado. —Peter tuvo el pensamiento fugaz de que el recuerdo que tenía Lali del sheriff Deese no era agradable, y se preguntó si sería por eso por lo que lo había mirado tan alarmada cuando él llamó al sheriff—. Te va a gustar Nicolás Riera. Es joven para el trabajo, y todavía se interesa por seguir las técnicas modernas.

Nico también había estado presente aquella noche, recordó Peter, pero Lali no lo sabría, probablemente no lo reconocería. En el estado en que se encontraba, seguramente los agentes no eran más que figuras uniformadas sin rostro. Tan sólo él y el sheriff, que estaban apartados a un lado, se le habrían grabado en la memoria.

Aquella desconcertante contradicción tomó forma en su mente. Resultaba obvio que Lali se sentía reacia a ver al sheriff Deese, pero en ningún momento había mostrado esa inquietud al tratar con él mismo. Había sido atrevida, provocativa, enloquecedora, y sobre todo frustrante, pero nunca había mostrado la menor vacilación en estar en su compañía.

La vacilación tampoco era algo que lo preocupase. ¿Por qué, si no, cuando recibió su llamada, supuestamente para sacar un fastidioso gato de su casa, había cancelado enseguida una reunión de trabajo y había ido hasta allí lo más rápido posible, todavía oyendo las airadas protestas de Eugenia?

Lali lo había llamado pidiendo que la ayudase, y por mínimo que fuese el problema, la ayudaría si estaba en su mano. Resultó que el problema no era menor, y todo su instinto de protección se sintió escandalizado. Tenía la intención de averiguar quién había hecho algo tan asqueroso, porque lo iba a pasar muy mal. Le dolían los puños por la necesidad de estrellarlos contra la cara del culpable.

—¿Por qué no se te ocurrió que podía haber sido yo? —preguntó con suavidad, su atención fija en la cara de Lali para captar cualquier cambio de expresión—. Yo he estado intentando obligarte a que te vayas de aquí, así que sería lógico que yo fuera la persona de quien primero sospechases.
Lali ya estaba negando con la cabeza antes de que él terminara de hablar, y el movimiento hizo que la resplandeciente cortina que formaba su cabello se meciera contra su rostro.

—Tú no harías algo así —dijo con absoluta convicción—. Como tampoco me habrías dejado la primera nota.
Él guardó silencio durante unos instantes, distraído por el placer que le provocaba la confianza que Lali tenía en él.

—¿Qué nota? —Pronunció la última palabra con aspereza.

—Ayer, cuando salí, había una nota en el asiento delantero del auto.

—¿Lo has denunciado?
Ella volvió a negar con la cabeza.

—No era una amenaza concreta.

—¿Qué decía?
La mirada que le dirigió esta vez era ligeramente angustiada, y Peter se preguntó por qué.

—Cito textualmente: Cierra la boca si sabes lo que te conviene.
El café estaba listo. Él se levantó y sirvió una taza para cada uno.

—¿Cómo lo tomas? —preguntó en tono ausente, pues aún seguía pensando en la nota y en el paquete, el cual sí había venido acompañado de una amenaza más concreta. Sintió aletear una furia fría, siniestra, en su interior, apenas controlada.

—Solo.

Le entregó la taza a Lali y volvió a sentarse en la postura original, lo bastante cerca para tocarla. Lali era más experta que nadie en leerle la expresión de la cara, y de hecho debió de ver algo que la alarmó, porque se lanzó a una de aquellas maniobras de desvío típicas de ella.

—Antes tomaba el café con mucho azúcar, pero el señor Torres es diabético. Decía que era más fácil renunciar a todo lo dulce que hacer el tonto con edulcorantes artificiales, de modo que en aquella casa no había nada que se pudiera usar. Lo habrían comprado para mí si se lo hubiera pedido, pero no quise imponerles...
Si su intención era distraerlo, pensó Peter irritado, lo había conseguido. Incluso reconociendo la maniobra, ésta no perdió efectividad, porque Lali empleó un anzuelo muy interesante.

—¿Quién es el señor Torres? —le preguntó, interrumpiendo el torrente de palabras. Sintió el aguijón de los celos y se preguntó si Lali le estaría hablando de algún tipo con el que había vivido antes de mudarse a Prescott.
Aquellos ojos café de expresión soñolienta parpadearon al mirarlo.

—Los Torres eran mis padres adoptivos.

Un hogar adoptivo. Sintió una fría garra que le retorcía las entrañas. Había imaginado que la vida de Lali había continuado de modo muy parecido a como era antes. Siendo realista, un buen hogar adoptivo habría sido preferible con mucho a la clase de vida que había tenido hasta entonces, pero nunca resultaba fácil para los niños perder a su familia, por muy podrida que estuviera, y marcharse a vivir con desconocidos. Encontrar un buen hogar era como echarlo a los dados, en el mejor de los casos. Eran muchos los niños que sufrían abusos en su hogar adoptivo, y para una niña con la apariencia de Lali...
El crujido de la grava indicó la llegada de Mike.

—Quédate aquí —balbuceó Peter, y salió por la puerta de atrás. Hizo una seña a Nico al tiempo que la forma de éste se desdoblaba para bajarse del auto patrulla, y fue hasta la parte trasera de la casa, donde había dejado la caja.
Nico fue a su encuentro y contrajo su cara por el asco al mirar el contenido.

—En este trabajo tengo que ver muchas cosas repugnantes —dijo en tono familiar, agachándose en cuclillas junto a la caja—, pero algunas todavía me revuelven el estómago. ¿Cómo diablos se le puede hacer esto a un pobre animal indefenso? ¿Has manipulado mucho la caja?

—Sólo para sacarla aquí fuera. He tenido cuidado de tocar solamente la esquina delantera izquierda y la trasera derecha. No sé cuánto la habrá manipulado Lali antes de abrirla. Yo he utilizado un lapicero para abrir las solapas —añadió—. En una de ellas hay un mensaje.

Nico empleó la misma técnica, sacando un lapicero del bolsillo. Frunció los labios al leer el mensaje, impreso en letras mayúsculas en el cartón con un plumón:
LÁRGATE DE PRESCOTT O TERMINARÁS IGUAL QUE EL GATO —Voy a llevármela a ver si puedo conseguir alguna huella.—Lanzó una mirada hacia la casa—. ¿Ella se encuentra bien?

—Estaba muy nerviosa cuando llegué, pero ahora ya se ha tranquilizado.

—De acuerdo. —Todavía usando el lapicero, Mike cerró las solapas y se quedó mirando la caja durante unos segundos, y después soltó un gruñido.
Peter la miró también y vio lo que se le había pasado por alto la primera vez.

—No lleva estampilla. Estaba encima del resto del correo, de modo que pensé que había llegado por correo también.

—No. La han entregado en mano. Vamos a ver si ha oído algo o ha visto algún auto.

Entraron en la cocina, y Peter vio que Lali seguía sentada donde él la había dejado, tomándose el café. Levantó la vista, ya aparentemente calmada, pero él sospechó que aquel control pendía de un hilo.
Lali se puso de pie inmediatamente, mirando a Nico.

—Señora. —Él se tocó el sombrero con los dedos—. Soy Nicolás Riera, el sheriff. ¿Se encuentra bien para responder a unas preguntas?

—Por supuesto —repuso ella—. ¿Quiere un café?

—Por favor.

—¿Azúcar o crema de leche?

—Azúcar.

Una vez cumplida la cortesía social, Lali regresó a su silla. Peter se quedó de pie a su lado, apoyado en la enorme mesa. Mike se acomodó junto al fregadero con las piernas cruzadas a la altura de los tobillos.

—¿Dónde encontró la caja? —preguntó Nico.

—En el buzón.

—No lleva estampillas. No se la han enviado por correo, de modo que doy por sentado que se la dejaron en el buzón después de la entrega del correo. Se supone que nadie usa el buzón excepto el servicio postal, así que el cartero probablemente la habría sacado. ¿Oyó la furgoneta del correo o vio pasar algún otro auto?
Lali negó con la cabeza.

—No estaba aquí. Estaba haciendo las compras. Vine a casa, guardé las provisiones y salí a recoger el correo.

—¿Hay alguien que esté enfadado con usted? ¿Alguien que pudiera enviarle un gato muerto para ajustar cuentas?
Otra negativa.

—Ayer se encontró una nota en el auto —intervino Peter.

—¿Qué clase de nota? ¿Qué decía?

—Que cerrase la boca si sabía lo que me convenía —informó Lali.

—¿La conserva?

Lanzó un suspiro, dirigió a Peter una mirada de cautela y fue a buscar la nota. Volvió sosteniendo el papel por una esquina.

—Déjelo sobre la encimera —dijo Nico—. No quiero tocarlo.

Ella obedeció, y Peter se puso al lado de Nico para leer el texto. Estaba escrito con la mismas letras mayúsculas que adornaban el cartón de la caja: «No hagas más preguntas acerca de Nicolás Lanzani. Cierra la boca si sabes lo que te conviene». Peter le disparó una mirada irritada, comprendiendo por qué lo había mirado con cautela.

—Está bien —gruñó—. ¿Qué has estado tramando ahora?

—Yo sé tanto como tú —replicó Lali en un tono suave que Peter empezó a pensar que ocultaba tanto como revelaba.

—Bien. —Nico estiró el mentón—. ¿Qué tiene que ver con esto tu padre, Peter?

—Aquí, la señorita metomentodo ha estado haciendo preguntas sobre él por toda la ciudad. —La miró con cara de pocos amigos.

—¿Por qué iba eso a sacar a alguien de quicio hasta el punto de enviar una nota como ésta y dejar un gato muerto en el buzón?

—Me ha sacado de quicio a mí —dijo Peter con franqueza—. No quiero que por ningún motivo Eugenia ni mi madre se vean afectadas por revolver otra vez todo aquel viejo escándalo. No sé a quién puede fastidiarlo tanto.
El sheriff guardó silencio, con sus ojos azules semicerrados mientras reflexionaba.

Continuará...

2 comentarios:

  1. Nico si k sabe a quien puede fastidiarle tanto k LAli haga preguntas,Euge es su sospechosa,ya k le pidió k la sacara del pueblo.

    ResponderEliminar
  2. JAJAJAJAJAJ MAS NOVELA YA QUIERO QUE PETER SEPA QUE SU PAPA NO SE FUE CON GIME MAS NOVELAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

    ResponderEliminar