miércoles, 13 de junio de 2012

Capítulo 24










Hola! como las trata el día?
Chicas me hacen un favor? si tienen imágenes que puedan servir para la nove me las mandan por favor (de mar, thiago, thiaguella, las que tengan!) Gracias! Un beso y que terminen bien la semana! :)
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—Estoy de acuerdo con usted —dijo el señor Bauer, bebiendo un sorbo del té helado que le había ofrecido Lali—. Yo creo que Nicolás Lanzani está muerto, y que lleva así doce años.

Aquel día venía vestido con un traje color azul claro; habría resultado vulgar si no fuera porque le sentaba estupendamente, si la camisa blanca no estuviera inmaculada y la corbata, impecable. En el señor Bauer, un traje de seda de algodón parecía elegante. Sus ojos habían perdido parte de aquella tristeza, sustituida por una chispa de interés.

Estaban sentados en la sala de estar, refrescado por el aire acondicionado. Lali se sorprendió cuando recibió su llamada; sólo habían transcurrido dos días desde que contrató sus servicios. Pero allí estaba, con un cuaderno apoyado en la rodilla.

—No hay rastro de él desde la noche en que desapareció —informó—. No existen compras con tarjeta de crédito, ni reintegros bancarios, ni pagos de impuestos de la Seguridad Social ni declaraciones de renta. El señor Lanzani no era un delincuente, así que no necesitaba cambiar de nombre ni desaparecer de forma tan fulminante. Así pues, lo más lógico es que esté muerto.
Lali lanzó un profundo suspiro.

—Eso es lo que había pensado yo. Pero quería asegurarme antes de empezar a hacer preguntas.

—Supongo que será consciente de que, si lo asesinaron, las preguntas que haga pondrán muy nervioso a alguien. —Tomó otro sorbo de té—. La situación podría volverse peligrosa para usted, querida. Tal vez sería mejor no abrir esa puerta.

—Ya he pensado en la posibilidad de que haya peligro —admitió Lali—. Pero teniendo en cuenta la relación que tenía mi madre con él y el hecho de que todo el mundo cree que se fugaron juntos, a nadie sorprenderá mi interés. Mi descaro, puede, pero no mi interés.
Él rió levemente.

—Supongo que dependerá de cómo sean las preguntas. Si usted se presentara y dijera que en su opinión el señor Lanzani fue asesinado, eso atraería gran atención. —Se puso serio y suavizó el tono—. Mi consejo es que lo olvide. El asesinato, si es que lo hubo, tuvo lugar hace doce años. El tiempo borra muchas huellas, y usted no tiene pruebas que le indiquen por dónde empezar. Es probable que no encuentre nada, pero en cambio puede ponerse en peligro.

—¿Ni siquiera intentar averiguar lo que sucedió? —preguntó Lali con suavidad—. ¿Y dejar impune un asesinato?

—Ah. Está usted pensando en la justicia. Es un concepto maravilloso, si uno dispone de medios para llevarlo a la práctica. Pero en ocasiones hay que sopesar la justicia con otras consideraciones, y por medio está la realidad. Probablemente al señor Lanzani lo asesinaron. Probablemente su madre esté implicada, por el hecho de saberlo, si no de haber tomado parte. ¿Podría asimilar eso? ¿Y si murió de forma accidental pero ella fuera acusada de homicidio? El nombre de Peter Lanzani es muy poderoso; ¿cree usted que él dejaría sin castigar la muerte de su padre? Lo peor que podría pasar, naturalmente, es que su muerte no haya sido accidental. En ese caso, querida, estaría usted claramente en peligro.
Lali suspiró.

—Mis motivos para querer averiguar lo que le ocurrió no son enteramente altruistas. De hecho, son más bien egoístas. Quiero vivir aquí, éste es mi hogar, aquí es donde crecí. Pero no seré aceptada mientras todo el mundo piense que Nicolás se fugó con mi madre. Los Lanzani no quieren verme aquí, Peter está poniéndome las cosas difíciles. No puedo hacer las compras en Prescott, no puedo ponerle gasolina al auto. A no ser que demuestre que mi madre no tuvo nada que ver con la desaparición de Nicolás, jamás tendré un amigo en este lugar.

—¿Y si demuestra que ella lo mató? —preguntó suavemente el señor Bauer.
Lali se mordió el labio e hizo girar el vaso frío y húmedo entre las manos.

—Ése es un riesgo que tendré que correr. —Lo dijo en voz baja, casi inaudible—. Sé que si ella es culpable no podré vivir aquí. Pero saber lo que ocurrió de verdad, por muy malo que sea, no lo será tanto como no saberlo. Es posible que no descubra nada, pero voy a intentarlo.
El detective suspiró.

—Ya imaginaba que diría eso. Si no le importa, me gustaría hacer unas cuantas preguntas por la ciudad, sólo por curiosidad. A lo mejor la gente me dice algo que no le diría a usted.

Aquello era cierto. Ahora que se sabía quién era, la mayoría de la gente se cerraría alrededor de ella antes que desafiar a Peter. Aun así, el señor Bauer ya había terminado el trabajo para el que Lali lo había contratado.

—No puedo permitirme que investigue más —dijo sinceramente.
Él agitó la mano para descartar la idea.

—Esto es por curiosidad mía. Siempre me han gustado los buenos misterios.
Lali lo miró dudosa.

—¿Alguna vez eso le ha impedido cobrar los honorarios normales ?

—Pues no —admitió él, riendo—. Pero no necesito el dinero, y me gustaría saber qué le sucedió al señor Lanzani. No sé cuánto tiempo podré seguir trabajando, tal como está mi corazón. Probablemente no será mucho, de modo que voy a emplear el tiempo sólo en casos que me interesen. En cuanto al dinero... Bueno, digamos que en este momento no me hace mucha falta.

Ahora que su mujer había fallecido, quiso decir. De pronto se enfrascó en repasar sus notas, y Lali supo que estaba luchando una vez más por contener las lágrimas. Le concedió la dignidad del fingimiento y le preguntó si quería un poco más de té helado.

—No, gracias. Estaba delicioso, perfecto para este calor. —Se puso de pie y se estiró el traje—. Le informaré si obtengo alguna respuesta interesante. ¿Hay algún motel en la ciudad?
Lali le indicó cómo llegar al motel mientras salía con él al porche.

—Cene conmigo esta noche —lo invitó en un impulso, pues no le gustaba la idea de que cenase solo conformándose con un bocadillo.
Él se sonrojó hasta la raíz del pelo.

—Será un placer.

—¿Le importaría que cenemos a las seis? Prefiero que sea temprano.

—Yo también, señora Martínez. A las seis, entonces.

Sonreía cuando se encaminó alegre y satisfecho en dirección a su auto. Lali lo contempló arrancar y marcharse y después regresó al trabajo que había dejado abandonado al llegar él. Estaba deseando que llegara la hora de cenar; decididamente había desarrollado un sentimiento de ternura por el señor Bauer.

El detective llegó puntual a las seis, tal como ella había previsto, y se sentaron a disfrutar de  una cena ligera a base de chuletas de cerdo a la brasa, arroz al azafrán y fríjoles verdes. Él no dejaba de mirar a su alrededor, absorbiendo los pequeños detalles: las servilletas de lino almidonado, el fragante centro de diminutas rosas silvestres, los aromas de la comida casera, y Lali supo que echaba de menos todo aquello desde la muerte de su esposa. Se recrearon en el postre, un sorbete de limón con el grado exacto de acidez. Hablar con él resultaba fácil; era muy anticuado, y a Lali eso le pareció reconfortante. Había sido tan escasa la consideración de cualquier tipo que tuvo durante niñez que ahora la apreciaba doblemente.

Eran casi las ocho cuando alguien llamó a la puerta con un único golpe. Lali se puso rígida; no necesitaba abrir para saber quién esperaba al otro lado.

—¿Ocurre algo malo? —preguntó el señor Bauer, demasiado perspicaz para no darse cuenta del cambio de su semblante.

—Creo que está usted a punto de conocer a Peter Lanzani —dijo ella al tiempo que se levantaba y se dirigía a la puerta. Como de costumbre, el corazón le latía demasiado deprisa y con demasiada violencia ante la perspectiva de ver a Peter, de hablar con él. Aquello no había cambiado en más de quince años; bien podía seguir teniendo once años, obnubilada por su héroe.

Estaba anocheciendo, los largos días de primavera se resistían a ceder su luminosidad. La silueta de Peter se recortaba contra el pálido color ópalo del cielo, una figura alta y de hombros anchos, sin rostro.

—Espero no haberte interrumpido —dijo, pero había en su tono una connotación dura que indicó a Lali que le importaba un bledo si la interrumpía o no.

—Si así fuera, no habría abierto la puerta —repuso ella al tiempo que le franqueaba el paso. No pudo borrar el desafío que se advertía en su propia voz, aunque intentó suavizarlo por respeto al señor Bauer.

La sonrisa de Peter no fue más que un acto de enseñar los dientes cuando se volvió hacia el señor Bauer, el cual se había levantado cortésmente de su asiento al entrar él. De pronto la habitación pareció demasiado pequeña, llena y dominada por la presencia masculina y vital de Peter, repartida en todo su tamaño. Llevaba una camisa blanca, pantalones negros y botas, y tenía más que nunca el aspecto de un pirata. Sus dientes lanzaban destellos blancos, igual que un diamante.

—Ya hemos terminado de cenar —dijo Lali en tono neutro, recuperando el control—. Señor Bauer, éste es Peter Lanzani, un vecino. Peter, Andrés Bauer.
Peter le tendió la mano, que atrapó la del detective, más pequeña.

—¿Amigo o socio? —preguntó, como si tuviera derecho a aquella información.
Al señor Bauer le chispearon los ojos, y arrugó la boca con gesto pensativo al tiempo que recuperaba su mano.

—Bueno, yo diría que ambas cosas. ¿Y usted? ¿Es amigo, además de vecino?

—No —dijo Lali.
Peter le lanzó una mirada rápida y dura.

—No exactamente —dijo.
Los ojos del señor Bauer chispearon aún más.

—Comprendo. —Cogió la mano de Lali y se la llevó a los labios para un beso de cortesía y después le depositó otro en la mejilla—.  Tengo que irme, querida, mis viejos huesos quieren descansar, últimamente mi horario parece el de un bebé. Ha sido una cena encantadora. Gracias por invitarme.

—El placer ha sido mío —dijo ella, palmeándole la mano y besándolo en la mejilla a su vez.

—Llamaré —prometió cuando se dirigía a la puerta. Igual que había hecho por la mañana, Lali aguardó en la puerta hasta que él estuvo en el auto y se despidió con la mano cuando dio marcha atrás para salir del camino de entrada.

Continuará...

2 comentarios:

  1. Encontro en Bauer alguien k esta dispuesto a ayudarla.Jajaja,amigo y socio,Bauer 1,peter 0.Ahora k se quedan solos quiero saber k le va a proponer Peter,xk ya tiene la idea fija y va x eso.

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  2. Yo tambien quiero saber lo que viene a proponerle...me encanta la nove

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