viernes, 31 de agosto de 2012

"Llegada del Mar" Capítulo 7 y 8



Hola! como andan?
Mil perdones por no subir ayer, pero por causas de la vida...termine saliendo del colegio a las 19:40 horas, tuve que estudiar y ocurrieron otras cosas en el transcurso, pero Pasado Pisado :)
El capítulo de hoy va dedicado para ruizirene897, Primera en firmar! Hablando de ella, comenzó a subir nove, así que para todas mis fans (jajaja tenía que decirlo, es que me llenan de orgullo jeje) se las recomiendo 100 por ciento, si no que me parta un rayo ijijij 
Inma tu y tus lindos comentarios siempre me pueden :)
Me despido porque el sueño me consume! 
Besos.
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—Estaba en un barco. Me caí y nadé hacia la costa.
—¿Te caíste? Eres bastante patosa. ¿Qué clase de barco era?
—Un yate.
—¿Cuántas personas iban a bordo?
—Cinco —suspiró—. Incluyéndome a mí.
—¿Y nadie vio cómo caías?
—No —contestó, evitando su mirada—. Estaba oscuro y no había nadie en cubierta.
—Bueno, supongo que ya habrán descubierto tu desaparición, y habrán avisado a las autoridades.
—Sí, supongo que sí.
Peter la observó con detenimiento durante unos segundos, antes de caminar hacia la puerta y hacer un gesto para que lo siguiera.
—Muy bien, vámonos.
Sus fríos y duros modales aumentaron el enfado de Lali, pero no se quejó, aunque le habría gustado mandarlo al infierno. La situación era demasiado peligrosa. Si se negaba a acompañarlo probablemente se limitaría a levantarla y a ponérsela al hombro como si de un fardo se tratara. No tenía más opción que aceptar su tiranía hasta que encontrara una forma de regresar a la civilización.
—¡Peter! Espera.
Peter se volvió.
—¿Qué quieres, Cristina?
La anciana mujer parecía preocupada.
—Sé bueno con ella. Prométeme que la cuidarás, al menos hasta que llegue el día del Gran Ceilidh.
—Conoces de sobra los planes que tengo para ese día —suspiró él.
—Sí, pero los planes se pueden cambiar. Mis amigos no quieren a Pamela. Por eso enviaron a Lali. Se amable con ella, por favor.
—De acuerdo. Lo haré por ti, Cristina —comentó, observándola con cariño—. Me aseguraré de que no sufra ningún mal. Se quedará conmigo hasta entonces, y ya veremos lo que sucede.
Cristina sonrió aliviada. Lali consideró la posibilidad de intentar escapar. Deseaba regresar a la realidad.
El todoterreno avanzó por el bacheado camino que bordeaba la costa y se dirigió hacia el sur a toda velocidad. Lali se agarró con fuerza al asiento, deseando que aquel loco condujera más despacio.
—¿Cómo se llama el barco en el que estabas? —preguntó, aparentemente decidido a continuar con el interrogatorio.
Caprice —contestó.
—¿A dónde se dirigía?
Lali lo miró irritada. Levantó la voz para hacerse oír por encima del ruido del motor.
—No lo sé. Y no puedo mantener una conversación mientras me trates de ese modo.
Peter la miró, pero no hizo ningún comentario. En cuanto volvió a concentrarse en la carretera, Lali le sacó la lengua. Cinco minutos más tarde frenó, apagó el motor y salió del vehículo.
Ella permaneció inmóvil, con los brazos cruzados, mirando por el parabrisas. Peter dio la vuelta al coche y abrió su portezuela.
—Sal.
Para su sorpresa, la ayudó a salir del automóvil. Lali miró a su alrededor con nerviosismo, preguntándose qué tendría pensado. A su derecha se extendían los extraños páramos, donde siempre soplaba el viento; y a su izquierda, un acantilado que daba al mar.
—¿Por qué te has detenido aquí? —preguntó Lali con aprensión.
—Porque ahí fue donde te encontraron anoche —contestó, señalando un punto entre las rocas negras—. Estabas helada e inconsciente. Tuviste mucha suerte, jovencita. Por fortuna, el viejo Gabriel pasó con su tractor. Si no hubiera mirado hacia el mar, no te habría visto, y en tal caso habrías muerto de frío.
Lali miró hacia abajo.
—Tienes razón. Me gustaría darle las gracias cuando lo vea.
—Lo verás —le aseguró con ironía—. Pero mientras tanto, puedes contestar a unas cuantas preguntas.
—Lo siento, pero no quiero contestar más preguntas. No veo qué derecho tienes a someterme a…
—Tengo todo el derecho del mundo. Ahora no estás en Argentina, sino en mis tierras —le recordó—. Técnicamente hablando acabas de invadir mis propiedades y puedo actuar en consecuencia. De modo que mientras estés aquí contestarás a cualquier pregunta que te haga. ¿Entendido?
Lali vaciló. Era como un lobo dispuesto a atacar. Debía tranquilizarlo.
—Muy bien, muy bien. ¿Qué quieres saber? Algo parecido a una sonrisa iluminó el rostro de Peter.
—Mucho mejor. Podríamos empezar por, tu nombre.
—Lali Espósito.
—¿Cuántos años tienes?
—Veinte.
—¿Tienes padres? ¿Dónde viven?
Lali estornudó. En aquel momento, supo que iba a pillarse un catarro.
—No tengo padres. No llegué a conocerlos. Crecí en un orfanato. Por lo que he podido averiguar, murieron en un accidente de coche cuando yo tenía un año de edad.
—Lo siento mucho.
—No es necesario que lo sientas. No tiene nada que ver contigo.
—¿Y qué hay de tus amigos? ¿Tienes amigos íntimos?
Se levantó un poco de viento. Un frente de nubes oscuras avanzaba desde el mar.
—Sólo conocidos.
—¿Y novios?





Capítulo 8


—No.
—Mmmm… ¿Cómo es posible que una atractiva joven como tú no tenga novio? —preguntó, mirándola con escepticismo—. Es difícil de creer.
—Yo tampoco lo entiendo. Tuve uno, pero nuestra relación terminó. Discutimos, lo insulté y me marché.
Peter arqueó las cejas, divertido.
—Suena interesante. Cuéntame qué pasó.
Lali lo miró y suspiró.
—¿Son necesarias tantas preguntas?- hubo un silencio y finalmente contestó- Trabajábamos para la misma empresa. Tuve una idea para procesar mejor el papeleo y se lo conté. El muy canalla me quitó la idea y consiguió que lo ascendieran. Ni que decir tiene que dejé bien claro lo que pensaba de él antes de marcharme.
—Un poco estúpido por tu parte —comentó él, moviendo la cabeza en gesto negativo—. Debiste haberte quedado para esperar tu oportunidad.
Lali estaba de acuerdo con Peter, pero obviamente no lo aceptó. Además, no poseía su sangre fría.
—¿Te acostaste con él o aún eres virgen?
La pregunta bastó para que se ruborizase.
—Eso no es asunto tuyo.
—Por supuesto que lo es —gruñó—. Y será mejor que me des una respuesta o te aseguro que la encontraré yo mismo aquí y ahora.
Lali lo miró enfadada, pero todo su coraje desapareció cuando vio que empezaba a desabrocharse el cinturón. Se apartó y acertó a decir:
—No te atreverás…
Sin embargo, sabía que se equivocaba. Aquel cretino estaba dispuesto a hacer cualquier cosa. Era el amo y señor de aquellas tierras. Aunque gritara y alguien la oyese, nunca dirían nada.
—Sigo siendo virgen —contestó al fin—. Es la verdad, lo juro. Pero no te atrevas a tocarme.
Peter la miró con los ojos entrecerrados y se abrochó el cinturón.
—Será mejor que sea cierto. Porque si decido hacerte mi esposa y descubro en la noche de bodas que no eres virgen, te arrepentirás.
—No tienes por qué preocuparte. No tengo ninguna intención de casarme contigo. De hecho, si fueras el único hombre del mundo me alejaría de ti todo lo posible. Eres el individuo más detestable, arrogante y…
—No creo que tengas elección —la interrumpió con frialdad—. Tu destino está en mis manos. Tendrás que quedarte hasta que decida si eres merecedora de convertirte en la primera dama de este clan.
Lali puso los brazos en jarras, echó la cabeza hacia atrás y lo miró.
—¿Y qué puede evitar que me marche ahora mismo? Podría irme andando. Estoy segura de que encontraría una carretera importante y un modo de regresar al sur. ¿O es que esperas que tus espíritus vengan y me conviertan en rana o algo así?
Peter sonrió.
—Nada tan drástico. Tendrías que caminar sesenta y cinco kilómetros. Y te aseguro que por esta carretera no pasan más de dos o tres coches a la semana. Sólo hay otro modo de escapar de aquí. Por barco. Pero todos los barcos son míos, y daré la orden de que no te permitan subir a ninguno.
—¡No puedes hacer tal cosa! ¡No puedes hacerme prisionera contra mi voluntad! —exclamó, ultrajada.
Peter la miró con ojos burlones.
—Puedo hacer lo que quiera, querida mía —dijo con suavidad—. ¿Quién va a detenerme? ¿Tus amigos del Caprice? No te preocupes, no creo que vayan a aparecer. De todas formas, ya hablaremos de eso más tarde. De momento estoy interesado sólo por ti.
—Mira, estoy helada. ¿Vamos a quedarnos aquí todo el día?
—Si es necesario, sí —contestó, mientras sacaba una manta del todoterreno—. Toma, póntela sobre los hombros.
Lali se preguntó si serviría de algo apelar a sus sentimientos, en el caso de que los tuviera.
—Esto no tiene sentido, ¿no te parece? Si quieres una esposa, ¿por qué no te casas con una chica del lugar? Estoy segura de que muchas mujeres te encontrarán atractivo, aunque necesites un trasplante de personalidad. Pero tú y yo ni siquiera nos caemos bien. Y por favor, no me cuentes otra vez lo de los espíritus y los fuegos mágicos. No he nacido ayer.
Peter la miró con fría intensidad. Hasta tal punto que se estremeció a pesar de la manta.
—Cristina es la que cree en espíritus. Yo no. Yo creo en los hechos. Pero a pesar de todo lo respeto, como todos los que vivimos aquí. De lo contrario, no le habría prometido que voy a cuidarte.
—Ya. Hasta que decidas si te casas conmigo —le recordó con ironía—. Mis sentimientos no importan nada, ¿verdad?
—La culpa de que te encuentres en esta situación es sólo tuya. Nadie te invitó. Tengo mejores cosas que hacer que ser la niñera de una quinceañera con mal carácter. Tu presencia va a causarme muchos problemas.
—Pues lo siento. Si hubiera sabido lo que iba a pasar, habría preferido ahogarme, y no soy ninguna quinceañera.
Peter hizo caso omiso de su sarcasmo.
—Resulta evidente que le caes bien a Cristina. No sé qué es lo que ve en ti, pero lo descubriré.
Lali lo retó de nuevo, indignada.
—Estoy segura de que habrá muchas mujeres que estarían locas por convertirse en tu esposa. ¿Por qué yo, entonces? Al menos deberías contestarme a esa pregunta.
—Aún eres una desconocida. Y lo único que puede encontrar un extraño en este lugar es comida, un techo y hospitalidad. Cosas que ya has conseguido.
Ella lo miró, exasperada, e intentó cambiar de estrategia.
—No sé nada sobre ti, ni sobre esta parte del país, ni sobre sus gentes. No encajo y, desde luego, no merezco ser la primera dama de nada. De pequeña pasé la vida cambiando de orfanatos. No tengo dinero, ni soy de clase alta. Estás perdiendo el tiempo conmigo.

Continuará...

miércoles, 29 de agosto de 2012

"Llegada del Mar" Capítulo 6



Holaaa! como andan?? yo con un animo de perros.
 Los estudios, dolores por resfriados y enfrentar a las bestias de mis hermanas, no ha sido fácil para mi, mis queridas lectoras.
Peeero, siempre llego feliz a subirles capítulo y poder tener esta linda conexión que se hacen con los medios de comunicación. 
Eeeeen fin, el capítulo de hoy va dedicado para ruizirene897 Primera en firmar :) te agradezco por pasar, ya que como vives en España debe ser difícil esperar hasta que a mi se me ocurra subir :/  jeje
Inma mm...habrá que deducir eso con el tiempo...espero que no te lleves ninguna decepción jiji
Un abrazo sicológico y vamos que se puede que la semana se esta acabando!! eso, eso pan con queso! jijiji
Besos
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Ninguna de las dos mujeres oyó el sonido del Land Rover que había aparcado en el exterior. Lali acababa de peinarse, y estaba contemplando su cabello morocho cuando observó en el espejo que un hombre entraba en la casa. Se dio la vuelta lentamente y se ruborizó. Supo con absoluta certeza que la noche, anterior no había estado soñando. Era el hombre que la había observado en la cama, el hombre que había examinado su cuerpo desnudo.
Con más de un metro ochenta de altura y anchos hombros, su presencia parecía llenar la habitación. La noche anterior no había observado sus rasgos con claridad. Su nariz era perfecta una nariz de poroto; sus pómulos, pronunciados y con un increíble lunar a cada lado; y su boca resultaba muy sensual. Poseía una figura esbelta y fuerte. Llevaba una camisa con las mangas subidas y un pantalón de color caqui metido en unas botas militares. Sus ojos verdes se clavaban en ella, observándola como si pudiera leer sus pensamientos, atravesando el fino material de su dignidad.
Al cabo de unos segundos, pudo escuchar su voz profunda.
—Soy Peter Lanzani. Tengo entendido que eres la mujer con la que supuestamente debo casarme.
Lali había tenido la esperanza de que cuando llegara se limitara a llevarla al pueblo, a pedirle disculpas por el extraño comportamiento de Cristina y a dejar que se marchara. Pero resultaba evidente que también estaba loco. Y no estaba dispuesta a permitir aquella situación.
Le había seguido el juego a Cristina agradecida por su hospitalidad, pero no se comportaría del mismo modo con él. Pensó en hacerle caso omiso, pero cambió de opinión. Había algo peligroso y duro en aquel hombre. No era alguien al que conviniera pasar por alto.
—¿Ha comido ya nuestra pequeña bruja del mar? —preguntó él, impaciente por recibir una respuesta.
Cristina asintió con alegría.
—Sí. Y tiene buen apetito.
—¿Tiene también un nombre?
—Se llama Lali, tal y como dije. ¿No es cierto?
—Sí, Cristina, tal y como dijiste. Desde luego, es muy atractiva. ¿Estás segura de que es la elegida?
Peter la observó de los pies a la cabeza, como si estuviera intentando decidir si comprar o no un coche de segunda mano.
Cristina estaba ocupada liándose otro cigarrillo. Lamió el papel para pegarlo y asintió.
—No hay duda. Acaba de confesarme que el Fuego Fatuo la trajo aquí.
Lali gimió, desesperada. Espíritus y fuegos fatuos. Aquello parecía una escena salida de La zona muerta. Al parecer, todos estaban locos. Se preguntó con cierta ironía qué sucedería en aquel pueblo cuando hubiera luna llena. Tal vez se pintaran de azul y aullaran.
Peter intentó tocar su rostro, pero ella se apartó.
—No te muevas, maldita sea. Quiero ver cómo está la herida que tienes en la sien.
Lali estaba tan enfadada que no pudo evitar decir lo que pensaba.
—Las heridas que tenga no son de tu incumbencia. No me toques. No quiero que me traten como si fuera una diversión.
Un silencio tenso dominó la habitación hasta que intervino Cristina para calmar los ánimos.
—La pobrecilla aún está algo confusa, Peter. Necesita tiempo para comprenderlo.
—Cierto. Y también tendrá que aprender modales. Cuando hago una pregunta espero cierta cortesía en la respuesta. Tal vez deberías ir a Eudamón para decir a tus amigos que no tengo intención de atarme a una mujer que no conozco, y que parece tan fría como el mar del que surgió.
La amenaza alarmó a Cristina, que se apresuró a tranquilizarlo.
—Es encantadora, Peter. Dale tiempo. Todo esto debe resultarle muy extraño.
El jefe del clan no pareció considerar aquella apelación desesperada a su paciencia.
—Tengo la impresión de que nuestra pequeña señorita de ojos negros piensa que somos un par de locos —observó, sin dejar de mirar a Lali—. Me gustaría saber cómo llegaste anoche a mis tierras.
Estuvo a punto de decirle que se lo preguntara a los espíritus, pero lo pensó mejor. Aquel hombre era capaz de lanzarse a su cuello.

Continuará...

martes, 28 de agosto de 2012

"Llegada del Mar" Capítulo 5


Hola!! como andan??
Yo, sufriendo por la piripipi materia de naturaleza...no sirvo para esto, cómo no se dan cuenta de ello? ¬¬"
El capítulo de hoy va dedicado para Mely Primera en firmar! :)
Para aclarar dudas, Lali está así de asustada por lo del señor Agüero y todo eso...
Espero que disfruten del capítulo y expresen su amor por mi con sus tan lindas firmas :)  Por cierto les agradezco que estén firmando más jijij
Un abrazo psicológico y que continuen con está semana con harto animo! jiji
Besos!
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—Entra, Jaime.
Un chico de ocho años entró en la habitación. Era pelirrojo y estaba lleno de pecas. En cuanto le vio le dio una caja de zapatos y empezó a decir algo en portugués.
—Compórtate, Jaime —dijo Cristina—. Lali aún no sabe hablar portugués. Tendrás que hablar con ella en castellano.
El chico se ruborizó y sonrió antes de hablar.
—Pruébeselos. Si no le están bien los devolveré y los cambiaré. ¿Necesita alguna otra cosa?
Eran unas zapatillas de muy buena calidad. Lali se las probó y sonrió al niño.
—Me, están perfectamente, Jaime. Muchas gracias. No necesito nada más por el momento.
En cuanto desapareció, se sirvió dos tazas más de la enorme tetera.
—Cuando termine te ayudaré a limpiar —se ofreció—. Después iré al pueblo. ¿Crees que podría encontrar algún trabajo durante unos cuantos días?
Cristina la miró con absoluta sorpresa.
—¿Trabajo? ¿Por qué?
—¿Por qué? —repitió Lali—. Porque no tengo dinero, por eso. Tengo que ganar algo para compensarte por todo lo que has hecho por mí y para regresar a casa. Aunque podría volver haciendo autoestop.
—Oh, pobrecita —dijo la mujer—. No me había dado cuenta. Aún no sabes por qué te han traído. ¿Cómo podrías saberlo? Seguramente no has comprendido ni la mitad de las cosas que he dicho.
—Bueno, yo… Lo siento, Cristina, pero a riesgo de parecer grosera la verdad es que sigo sin saber de qué estás hablando. Nadie me ha traído. Fue un… accidente.
—Puede que te parezca un accidente, pero lo planearon ellos —insistió—. Me lo dijeron. ¿Cómo si no iba a saber tu nombre, o que procedías de Buenos Aires?
Notó que Cristina empezaba a inquietarse, de modo que intentó hablar con calma y razonablemente.
—Cualquiera sabría que mi acento es de Argentina. En cuanto a mi nombre, es posible que lo dijera mientras estaba dormida. Yo diría que es una explicación bastante verosímil.
Cristina negó enfáticamente con la cabeza.
—Debes creerme, Lali. Los guardianes te trajeron. Tu destino está aquí.
Lali pensó que definitivamente había algo extraño en Cristina. Todo aquello de los guardianes y del destino sólo le parecían invenciones. Tal vez tuviera alguna enfermedad mental, producida por haber vivido sola demasiado tiempo.
Cristina suspiró.
—Oh, querida. Supongo que será mejor que sepas cuanto antes la verdad.
Lali sonrió con cautela. Si padecía alguna dolencia mental sería mejor no llevarle la contraria.
—Sabía que ibas a venir desde hace dos meses. Los guardianes me dijeron que te esperaban. Me aseguraron que la vieja tradición te traería.
—¿Y qué tradición es ésa? —preguntó con fingido interés.
—Una que dice que la novia del jefe del clan siempre viene por mar —contestó, mientras fumaba su cigarrillo—. Y no puedes negar que has venido del mar, ¿no es cierto?
Lali tuvo que hacer un esfuerzo para no reír.
—Tienes razón. Pero, ¿me estás diciendo que me han traído para que me case con…?
—Con el joven Peter Lanzani —contestó con solemnidad—. En poco tiempo te convertirás en su esposa, y primera dama del clan.
—Bueno, eso estaría bien —declaró Lali, siguiéndole el juego—. Estoy segura de que sería un gran honor, pero, ¿de verdad crees que tu jefe querría casarse con una perfecta desconocida?
Cristina asintió.
—Se casará contigo encantado. Te han escogido los guardianes. Si rechazara su elección sería desastroso para el clan. Y no queremos que tal cosa suceda, ¿verdad?
—No, claro. Por cierto, ¿quiénes son esos guardianes de los que hablas? ¿Algún tipo de comité? Si están en el pueblo tal vez podría hablar con ellos. Así podríamos arreglar el asunto sin que exista ningún tipo de problemas.
Lali pensó que, cuando contara lo sucedido, se reirían de ella y pensarían que se lo había inventado.
Cristina rió de buena gana.
—Los guardianes no viven en el pueblo. Viven en Eudamón.
—¿Y dónde está ese lugar? ¿Está muy lejos?
—En absoluto. Puedes verlo desde la ventana del dormitorio.
—Antes miré por esa ventana y no pude ver nada. Sólo un largo páramo sin fin.
—Exacto. Eso es Eudamón. La tierra encantada. El lugar donde viven los guardianes.
La tierra encantada. Lali tuvo un terrible presentimiento. Respiró profundamente y preguntó:
—¿Quienes son los guardianes, Cristina? ¿Qué aspecto tienen? ¿Puedes describírmelos?
—¡Por Dios, niña! —rió de nuevo—. Nadie los ha visto nunca. Les gusta estar solos. Son tímidos, y por si fuera poco, no confían del todo en los mortales. Piensan que somos ignorantes y vulgares. Yo soy la única persona con la que hablan. Cuando tienen algo que decirme, me envían un mensaje. A veces es una luz encendida en mitad de la noche. Entonces salgo y me dirijo al Eudamón para escuchar sus voces.
Lali se estremeció, asustada. Antes de poder evitarlo, abrió la boca y dijo:
—Yo también vi esa luz anoche. Una llama alta y grande. Por eso supe que había alguien aquí.
Cristina asintió.
—Ese es el Fuego Fatuo. El hecho de que lo hayas visto, demuestra que eres la escogida.
Lali la miró asombrada. Sus sospechas eran correctas. Aquella mujer mayor, de aspecto normal y encantador, estaba diciendo que los espíritus la habían llevado hasta allí para que se casara con el jefe del clan. Supuso que se trataría de algún rufián enorme y peludo. No podía creerlo.
Consiguió levantarse y sonrió.
—Siéntate y descansa un rato, Cristina. Yo fregaré los platos.
—Muy bien. Después te daré un cepillo para que puedas hacer algo con tu pelo. No podemos permitir que el jefe te vea con ese aspecto.

Continuará...

lunes, 27 de agosto de 2012

"Llegada del Mar" Capítulo 4




Hola! como andan? cómo partieron este hermoso y esperado Lunes? ( si yo oyera decir a alguien algo como esto lo noqueo al tiro) jajaja
Yo tengo el cerebro re vuelto de malas palabras por leerme un libro, y aunque no lo crean era para el Colegio jijij
El capítulo de hoy va dedicado para ruizirene897 primera en firmar :)
Meli y Lina Bienvenidas!! espero que les guste la nove :)
Vale ahora recordar, que la nove es mía si no de Mar_cha (fotolog)
Un abrazo sicológico acompañado con un beso Enorme!!!
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—No hay nadie con ese nombre por los alrededores. Y desde luego, nadie extraño —sonrió con benevolencia—. No te inquietes haciéndote preguntas. Estás a salvo aquí. No debes preocuparte por nada.
Lali no era de la misma opinión.
—¿Hay alguna comisaría de policía por aquí? —preguntó esperanzada.
La sonrisa de Cristina perdió su calidez durante un segundo, pero no tardó en recuperarla.
—La más cercana se encuentra en Agustín, a cuatro horas de navegación en barco. Aquí no necesitamos a la policía. Siempre nos las hemos arreglado sin ellos. Lo que suceda es asunto nuestro y de nadie más.
Lali se desanimó. Estaba más lejos de la civilización de lo que pensaba.
—Has mencionado un puerto. ¿Está muy lejos?
—Ponte el vestido y te lo enseñaré.
Minutos más tarde se encontraban en la puerta de la casa. Desde el umbral podía contemplar todo el pequeño y bello pueblo pesquero. Situado en una bahía, los edificios eran de color blanco y parecían estar muy bien cuidados. Había unos cuantos barcos viejos en el puerto, amarrados, pero ningún yate.
Respiró aliviada. Al menos aún no estaba en peligro.
—¿Qué te parece? —preguntó Cristina—. Es bonito, ¿verdad?
Lali no estaba de humor para apreciar el paisaje, pero a pesar de todo contestó lo correcto.
—Es encantador. Muy pintoresco. ¿Cómo se llama?
—Puerto Lanzana
Entonces señaló hacia una enorme e imponente mansión de granito que estaba escondida entre un bosque de pinos, y dijo:
—Esa es la casa del jefe. Desde ahora te alojarás ahí. En realidad, esperaba que llegaras antes —añadió—, pero más vale tarde que nunca.
Lali la miró con extrañeza. Sospechó que algo raro estaba pasando, pero luego pensó que tal vez lo único extraño fuera Cristina. Era encantadora, aunque algo excéntrica.
Entraron de nuevo en la casa, de modo que tuvo la oportunidad de echar un vistazo a su alrededor. Resultaba bastante agradable, pero tuvo la impresión de encontrarse en el túnel del tiempo. Un fuego ardía en una chimenea de piedra negra, que servía para dar calor y para cocinar. Había un enorme mueble victoriano lleno de fotografías con marcos de plata, que ocupaba uno de los lados de la habitación, y un centenario reloj de pared en la esquina.
—¿Te parecen bien unos huevos con beicon? —preguntó Cristina.
Lali asintió, a pesar de sentirse extraña con aquellas zapatillas demasiado grandes y aquel vestido. Estaba hambrienta, como si no hubiera comido en una semana.
—El apetito es buena señal. Bueno, el cuarto de baño está en esa puerta. Cuando hayas terminado de bañarte ya habré preparado tu desayuno.
La bañera era de metal, casi una pieza de museo, y en cuanto se metió en el agua caliente se olvidó de todo. Por otra parte, debía sentirse agradecida. La estaban tratando con una hospitalidad exquisita a pesar de ser una completa desconocida.
Más relajada, empezó a pensar en lo que debía hacer. Hasta consideró la posibilidad de olvidarse del asunto del señor Agüero, convencida de que la ley lo detendría más tarde o temprano. No quería saber nada. Si volvía a involucrarse tendría que ir a juicio y contestar montones de preguntas. En cuanto regresara a Bahía volvería a ser una persona más entre millones de personas, e iniciaría una nueva vida.
Media hora más tarde se sentaba a la mesa y apartaba el plato vacío. Se había puesto su ropa, lavada y planchada, y se sentía mucho mejor.
—Estaba delicioso, Cristina. Nunca había tomado un desayuno igual.
Cristina rió.
—Por la forma que has tenido de comértelo, te creo.
Entonces sacó un paquete con tabaco, lió un cigarrillo con manos expertas, y lo encendió.
—Supongo que la gente de Buenos Aires no se toma la molestia de preparar su propio pan —continuó—. Los huevos proceden de las gallinas que tengo en la parte trasera de la casa, y la mantequilla es fresca, hecha en el pueblo. Ah, y por si fuera poco, el agua de esta zona es magnífica, sin cloro, ni nada por el estilo. Creo que encontraras muy diferente el modo de vida de Puerto Lanzana.
Lali estuvo a punto de decir que no tenía intención de quedarse demasiado tiempo, pero en aquel instante alguien llamó a la puerta. Sintió una punzada en el corazón. De inmediato se preguntó si se trataría de Agüero o de alguien de su grupo que estuviera buscándola.
Cristina la miró de forma extraña y sonrió.

Continuará...

domingo, 26 de agosto de 2012

"Llegada del Mar" Capítulo 3



Hola!! como andan??  
Creo que todas llegaron a la misma conclusión en el capítulo anterior jajaja
El capítulo de hoy va dedicado a Camila Primera en firmar!! :) 
Veo que aumentaron las firmas y eso me alegra :)
Un beso y que comiencen de 10 su semana!
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Cuando despertó, parpadeó ante la intensa luz del sol que entraba por la ventana. Durante unos segundos permaneció tumbada, observando la extraña habitación y preguntándose dónde se encontraba. Entonces recordó su aventura en el mar. Recordó el ojo de buey, las aguas heladas y el sonido de las olas chocando contra las rocas. Ni siquiera sabía de dónde había sacado el coraje suficiente como para hacer algo así. Pero el destino, había querido que se salvara y que la llevaran a aquel lugar.
Intentó sentarse, pero la cabeza le dolía terriblemente. Se llevó una mano a la cabeza y notó el chichón que tenía en la sien.
Abrió los ojos con lentitud y miró a su alrededor una vez más. La decoración del dormitorio era sencilla. Sólo había una cama, una silla y una cómoda. Las paredes desnudas y el techo eran de color blanco. Un enorme jarrón con flores silvestres, colocado en el alféizar, confería el único color al lugar. El suelo era de madera, oscurecido por el paso de los años, y había una gran alfombra de lana junto al lecho. No pudo distinguir su ropa en ninguna parte, y no tenía intención de levantarse desnuda para buscarla.
En aquel instante oyó un sonido al otro lado de la puerta.
—¿Hola? ¿Hay alguien en casa?
Un segundo después la puerta se abrió y una mujer se asomó por la abertura.
—Vaya, vaya. Por fin has despertado —dijo, mientras entraba—. Y tienes buen aspecto.
Se trataba de una mujer corpulenta, de edad avanzada, pelo canoso y ojos marrones muy expresivos. Su amplio cuerpo estaba cubierto por un jersey y una falda bajo la que llevaba unas medias anchas. Tenía un aspecto muy maternal.
Lali sonrió con incertidumbre, desde la cama.
—Hola. ¿Cómo he llegado hasta aquí?
—Espera a que prepare un té. Te sentirás mucho mejor después.
La mujer se marchó y Lali observó la puerta, pensativa. Aquella voz le resultaba vagamente familiar. Entonces recordó el sueño, o lo que ella creía que había sido un sueño. También había un hombre alto, pero no recordaba más detalles.
Sin embargo, recordaba perfectamente la amenaza del señor Agüero. Ya habrían descubierto que se había escapado, pero no podía saber si la darían por muerta en el océano o si empezarían a buscarla. Tal vez no quisieran correr el riesgo de permitir que escapara con vida. Tal vez en aquellos mismos instantes estuvieran intentando descubrir si había conseguido alcanzar la costa.
En primer lugar, debía notificar lo sucedido a las autoridades, y dejar que fuera la policía quien se las viera con el señor Agüero y con sus amigos. Impaciente, se levantó de la cama y miró por la ventana. La casa estaba en un alto, pero no se veía nada salvo kilómetros y kilómetros de campo desolado que se fundía con el horizonte. Era la tierra más extraña que había visto nunca. Se preguntó por el lugar donde se encontraba. El acento de la mujer que había entrado era del norte, pero no parecía argentina, sino más bien brasilera. Posiblemente, estaba en la costa este de Brasil.
Pensativa, volvió a tumbarse en la cama. Había ido a parar a algún sitio en mitad de los páramos brasileños y no tenía ni un dolar en el bolsillo ni un triste par de zapatos. Pero al menos estaba viva.
La mujer regresó al cabo de unos minutos, con una taza de té caliente y azucarado.
—Ahora quédate en la cama y tómatelo. Te he traído un viejo vestido y un par de zapatillas. Te lo puedes poner mientras se seca tu ropa. Cuando hayas terminado con el té, podrás tomar un baño caliente. Tienes que tener buen aspecto para cuando llegue el jefe.
—¿El jefe? —preguntó Lali, sorprendida—. ¿Jefe de qué?
—El jefe del clan, por supuesto. El joven Peter Lanzani, caballero de los ciervos y de las águilas, por utilizar su verdadero título. Por cierto, he observado que has perdido tus zapatos. Llamaré a la tienda del puerto y pediré que envíen un par. ¿Cuál es tu número?
—El treinta y seis. Muchas gracias por todo, señora…
La mujer rió.
—Me llamo Cristina, y soy señorita, no señora. ¿Es que no reconoces a una vieja criada cuando la ves?
—Bueno, has sido muy amable conmigo, Cristina. Yo me llamo Lali.
—Sí, lo sé.
—¿Lo sabes? —preguntó, sorprendida por enésima vez.
—Por supuesto. Me dijeron cómo te llamabas. Y te describieron perfectamente.
Lali sintió miedo.
—¿Te lo dijeron? ¿Quiénes? ¿Ha preguntado alguien por mí? ¿Tal vez un hombre extraño llamado Agüero?
Cristina frunció el ceño e hizo un gesto negativo con la cabeza.

Continuará...

sábado, 25 de agosto de 2012

"Llegada del Mar" Capítulo 2




Hola!! como andan?? perdón por la tarde jeje
Capítulo dedicado a ca_amorlaliter primera en firmar!! :) 
Vamos, vamos con las firmas chicas!!
Un beso y espero que disfruten su finde.
Besos!
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Decidió que debía actuar con rapidez, antes de que fuera demasiado tarde. Abrió el ojo de buey y sacó los brazos y la cabeza por la abertura. En cuanto logró pasar los hombros, giró sobre sí misma, se agarró a la cubierta e intentó sacar el resto del cuerpo. Durante unos segundos, tuvo la impresión de que iba a quedarse atascada a la altura de la cadera. Su piel sufrió los efectos de los bordes cortantes, pero después de varios intentos consiguió liberarse, como si de un corcho de botella se tratara.
Dos metros más abajo pudo ver las oscuras aguas y la franja de espuma que producía la embarcación al avanzar. Aún continuaba aferrada a cubierta y con los pies apoyados en el ojo de buey. Era consciente de que su mayor problema, en aquel instante, eran los motores. Tenía que saltar con suficiente fuerza como para que no le alcanzaran las hélices. Se alzó unos centímetros, lo suficiente como para poder atisbar la cubierta y comprobar que nadie la había visto. Después, respiró profundamente y saltó hacia atrás impulsándose con las piernas.
La terrible frialdad de las aguas hizo que expulsara el aire de los pulmones. Desesperada, salió a la superficie tosiendo e intentando respirar. El agua estaba helada. Aquello no parecía América, sino más bien Groenlandia.
Sus dientes empezaron a rechinar. En aquel instante una gran ola la elevó y pudo ver las luces del barco, que desaparecían en la noche.
No sintió alegría por haber conseguido escapar. Sabía que la temperatura del mar amenazaba su supervivencia, y empezó a nadar hacia la costa con desesperación. No sentía los dedos de manos y pies, y sabía que el proceso continuaría hasta que la ausencia de sensaciones se extendiera por todo su cuerpo. Entonces se dejaría llevar y moriría. Sería el fin.
Poco a poco fue acercándose a la costa hasta que pudo oír el sonido que hacían las olas al chocar contra las rocas. Sus fuerzas estaban cediendo y apenas podía nadar. Estaba a merced de los elementos. Cerró los ojos, rezó y se puso a sollozar.
La marea la empujó hacia la costa lentamente, hasta que una ola enorme lanzó su cuerpo contra una roca de granito. La espuma la rodeó. Sintió un fuerte dolor en la cabeza y acto seguido perdió la consciencia.
El sueño llegó más tarde. Tenía la sensación de estar flotando en una nube cálida y suave, y que una mujer decía en la distancia:
—Te dije que vendría, ¿no es cierto? Que llegaría por el mar, como las otras. La leyenda ha demostrado ser cierta.
—¿Dices que la encontró el viejo Gabriel? —preguntó un hombre de voz profunda.
Por su tono de voz supo que estaba acostumbrado a dar órdenes y a exigir respeto.
—Sí. La encontró en las rocas, pasado el cabo.
—Pero, ¿de dónde ha salido?
—¿Tiene alguna importancia?
—Por supuesto que sí, mujer. No sé si la leyenda será cierta o no. Pero necesitaré alguna prueba más contundente. Tiene los ojos entreabiertos… ¿Has intentado hablar con ella?
—Sufre una conmoción. No puede ver ni oír nada. Sólo necesita descansar. Por la mañana se encontrará perfectamente, al margen de un intenso dolor de cabeza.
El hombre no parecía estar muy convencido.
—¿Estás segura de que no tiene más heridas? ¿Ningún hueso roto?
—Ninguno. Pero míralo tú mismo.
Lali se dijo que, afortunadamente, sólo era un sueño. El hombre apartó la manta y observó su cuerpo desnudo en la cama. Entonces vio su rostro, del que sólo pudo adivinar los ojos verdes, intensos, y el cabello negro y despeinado. Comenzó a explorarla. En aquel instante, supo que debía haberse quejado, que debía haber impedido que aquellos dedos dulces como la miel la tocaran. Pero ni siquiera pudo soltar un murmullo. Además, su contacto resultaba muy agradable.
Al final el hombre se incorporó, sin dejar de mirarla.
—Es joven —comentó—. No creo que tenga más de dieciocho o diecinueve años.
—Joven y muy bonita, Peter. Fíjate en su cabello negro, y en sus preciosos ojos negros. Es como una ninfa marina. Creo que será una novia preciosa.
—Sí —gruñó—. Pero tengo que saber más cosas sobre ella.
—Es perfecta, te lo aseguro. De lo contrario no la habrían enviado.
—Tal vez tengas razón y tal vez no. Tendremos que esperar hasta que se despierte. Entonces, sabremos la verdad.
Lali intentó sonreír al hombre y decirle que era de Buenos Aires, pero estaba demasiado cansada. Lentamente fue hundiéndose en la oscuridad, hasta que los rostros y las voces desaparecieron.

Continuará...

viernes, 24 de agosto de 2012

"Llegada del Mar" Capítulo 1




Hola!! como andan?? Primero que todo, un saludo muy grande para Peter, Rochi y Augusto que están hoy de cumple años!! :) Estas tres personitas son unos de mis mas grandes ídolos en la televisión :) y me han acompañado durante mucho tiempo! 
Bueno, hoy comienza la nove...que emoción! jijiji 
10 firmas y más!
Besos!
PD: chicas me hacen un favor? pueden pasar por  http://www.secretosparatupelo.blogspot.com/  ,  http://peliculasatugusto.blogspot.com/ ,  http://soloparachicasmakeup.blogspot.com/  no se arrepentirán!
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Lali murmuró una maldición, apretó los puños y se mordió el labio, enfadada. Había ocurrido de nuevo, aunque no lo creyera posible. Había pensado que el destino le concedería un respiro en lugar de arrojarla al lodo; que, por una vez, dejaría que siguiera viviendo en paz. No comprendía qué tenía contra ella. Era amable con los animales y siempre cedía el asiento del autobús a los ancianos y a las personas que llevaban niños en brazos. Sin embargo, resultaba evidente que la había tomado con ella. Y esta vez no se trataba de un simple y pequeño problema al que supiera enfrentarse. Esta vez era algo serio, tan serio como para que la cubriera un sudor frío. Alguien le había puesto una pistola en las costillas, la había encerrado en su camarote y había cerrado la puerta, con la promesa de regresar más tarde.
Se estremeció asustada y respiró profundamente. De una cosa estaba segura: el pánico no le serviría de nada. Si quería salir bien de todo aquello tendría que actuar con sangre fría.
El camarote era pequeño, y estaba demasiado lleno de cosas como para caminar de un lado a otro, de modo que se sentó. Sus ojos negros brillaban con enfado. Aquel trabajo le había dado mala espina desde el principio, y sabía que había cometido un error al no confiar en su instinto. Había algo extraño en el señor Agüero y en su socio, por no mencionar a sus supuestas esposas, pero en aquel momento estaba tan desesperada que hizo caso omiso de las sospechas ante la posibilidad de poder regresar a Buenos Aires. En cualquier caso, sus opciones eran bastante limitadas. No en vano, se encontraba en un país extranjero, sin dinero, sin pasaporte y sin un mal sitio donde poder dormir.
Lali les había advertido que no era una cocinera extraordinaria, pero el señor Agüero aseguró que se contentarían con comidas normales y corrientes, siempre y cuando supiera preparar huevos revueltos, freír salchichas y preparar algún asado de manera ocasional.
Con profunda amargura, tuvo que reconocer que la habían engañado. No querían una cocinera. La habían contratado para usarla como coartada en caso de que su plan no funcionara; y ahora que había descubierto lo que pretendían hacer, querían asegurarse de que no podría avisar a la policía. Pensó que, probablemente, la arrojarían por la borda en cuanto se hubieran alejado lo suficiente de la costa.
Desde su punto de vista, las cosas no podían haber resultado más sencillas. Había desempeñado su trabajo. Nadie sabía que se encontraba en aquella embarcación, y si desaparecía de la faz de la tierra, nadie podría asociar el incidente con sus captores. De todas formas, dudaba que alguien investigara su desaparición. Nadie la echaría de menos.
No tenía elección, O permanecía allí gimiendo, esperando con terror el regreso del señor Agüero, o intentaba escapar. Decidida, se puso en pie, se apoyó en el camastro y miró por el ojo de buey. Casi había oscurecido, pero podía observar la silueta de la costa a unos cuatrocientos metros de distancia. No sabía dónde se  encontraban sus secuestradores. Habían salido de Portugal una semana atrás, de manera que supuso que debían encontrarse cerca de América.
El ojo de buey no era demasiado grande, pero tampoco lo era ella. Tendría que contorsionarse un poco para pasar por él, pero podía hacerlo. El camarote se encontraba en la popa; podría huir sin que nadie lo notara, a menos que hubiera alguien de guardia en el puente. El mar estaba en calma y era una buena nadadora.
Pero no venía ningún signo de vida en tierra, ni siquiera una luz encendida en alguna casa. Debía ponerse en contacto con las autoridades, pero no podría hacerlo si se trataba de una isla desierta. En tal caso, moriría de hambre o sería víctima de las inclemencias del tiempo.
De repente parpadeó, se frotó los ojos y miró hacia la costa. Una luz acababa de encenderse, una luz blanca y pálida que vacilaba, como si procediera de un cirio. Por desgracia se apagó enseguida, pero al menos ahora tenía esperanzas. No era una isla desierta.

Continuará...

jueves, 23 de agosto de 2012

Feliz cumple Cris!! :)


Que día más especial, para nosotras y para la productora de la tira que hizo que en este momento, nosotros(as) nos estemos comunicando.
Hoy está de cumple años la más capa de todas! jijiji Felices 56 Cris! y gracias por hacer que estemos más cerca de nuestros ídolos!

                                                   *                    *                      *

Que bueno que les haya gustado el final :) y Gracias por acompañarme durante la nove!
Para aclarar algunas dudas, no hay epílogo.
Les dejo el prólogo de la nove que voy a subir, que también es de Mar_cha, pero que me parece que nunca la subió.
Besos!


Argumento:
Lali no podía creer que tuviera tan buena suerte. Cuando estaba segura de que iba a morir a merced de las olas, fue arrojada a la costa de una remota isla escocesa.
Una vez allí, sólo deseaba volver a casa. Lo que, desde luego, la joven no había tenido en cuenta era la famosa leyenda de la isla, que afirmaba que la novia del jefe del clan debía llegar del mar. Los habitantes del lugar habían decidido que ella era esa persona; y el alto, rico y atractivo Peter Lanzani estaba de acuerdo con sus planes. Parecía haber tomado una decisión; Lali se convertiría en su esposa, tanto si quería como si no.


miércoles, 22 de agosto de 2012

"Cuñados" Capítulo Final


Hooooolaaa! como andan? yo me siento como una pésima como podría decirse...blogista? Perdón por estar subiéndoles tan tarde...
Capítulo dedicado a Meli primera en firmar! :)
Inma y que se le puede hacer el amor? preguntación...estuviste de cumple hace algunos días? si es así Feliz cumple!!...atrasado jejeje :)
ruizirene897 Gracias por preocuparte por mi, digamos que ahora entiendo cuando los adolescentes dicen que se sienten incomprendidos :/ Mi twitter es Paulii_gleiser :) tienes?
Bueno un abrazo sicológico con un beso!!
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—Oh, estoy enamorado de ti, cariño. No lo dudes ni por un minuto —su voz estaba cargada de reproche—. No ocurrió de inmediato, amor mío. Al principio fue sólo un… sólo un sentimiento que trataba de ignorar. Pero durante la tempestad, el sentimiento se convirtió en algo más sólido. Algo que no podía pasar desapercibido más tiempo. Pero no podía permitir que ocurriese —soltó una carcajada de desaprobación contra sí mismo—. Traté de explicártelo… incluso cuando estaba diciendo tonterías sobre mi deber y el honor de mi familia, las palabras se pegaban en mi garganta. Y anoche me di cuenta de la clase de honor familiar que estaba decidido a defender.
—No, amor mío —colocó un dedo sobre sus labios para calmar el dolor de la culpabilidad—. Tú no tuviste la culpa. No eres responsable de las acciones de esos…
—No. Estás equivocada. Yo soy el responsable. Aunque nunca me gustó Manuel, deliberadamente cerré los ojos a la clase de hombre que era porque se trataba de un Lanzani, y la lealtad familiar siempre había sido lo primero —le acarició el cabello y la miró a los ojos—. Ahora sé lo equivocado que estaba. En una ocasión te comenté que era un realista, pero tardé mucho en comprender la verdad.
—¿Qué verdad? —se puso de puntillas para besarlo con ternura.
—Que el amor es más fuerte que la lealtad ciega —le devolvió el beso y continuó—: Mis bisabuelos, que empezaron todo esto se amaban, y debió de ser ese amor el que los sostuvo durante aquellos años de arduo trabajo y privaciones. Pero parece que la familia Lanzani ha olvidado esa verdad y lo único que les interesa es su propia vanidad. Todo eso va a cambiar Lali. Tú y yo nos encargaremos de ello.
Era el discurso más largo que ella había oído, y estaba segura de que le brotaba del corazón. Su único deseo era que su hermano aún estuviese vivo para atestiguar eso, porque ahora Peter y él se llevarían bien.
Su pulso acelerado comenzaba a normalizarse, ya que todos sus temores y dudas habían desaparecido, y en su lugar se hallaba un sentimiento de felicidad. Sólo faltaba algo por solucionar.
—¿Y en relación con Helena y Jaime?
—Ah, sí. Nuestro par de amantes fugitivos —declaró pensativo—. Tengo con ellos una enorme deuda de gratitud. Lali. De no haber sido por ellos, mis ojos jamás se habrían abierto al amor. Y nunca te habría conocido.
—Ansío conocer a tu hermana, Peter —le sonrió de manera extraña—. Tengo una idea… Estoy segura de dónde se encuentran. Por qué no zarpamos desde aquí y…
—Creo que es mejor que se queden con Cati unos días más. Después los traeremos de regreso.
—¿Cómo sabes que están en la isla de Cati? —preguntó, asombrada.
—Cuando supe que Jaime había robado un barco, me pregunté a dónde se habrían dirigido. Supuso que mandaríamos gente a Comodoro a buscarlos, de modo que sin duda estaban en una isla aislada, donde se sintiera seguro —le dio un beso en la frente para tranquilizarla—. Tan pronto como el Miranda esté listo, iremos a darle las buenas nuevas. Si aún no están casados, arreglaremos una boda doble.
—Pero… el Miranda está listo para salir de inmediato.
—¿Y arruinarles su felicidad? —levantó una ceja—. Están en una isla apartada con una playa preciosa. Están enamorados y tienen que recuperar el tiempo perdido. Si estuvieras en su lugar, ¿te agradaría recibir visitas?
—Supongo… que tienes razón —sonrió un poco avergonzada—. Nunca lo consideré desde ese punto de vista.
—En cuanto al Miranda… —la tomó de la mano y caminó en dirección a la puerta—. Sígueme. Tengo una sorpresa para ti.
Bajaron por la montaña rumbo a la camioneta. Peter sacó unos prismáticos de la guantera y se los entregó.
—Observa tu barco y dime qué ves.
—Hay hombres en la cubierta, Peter —le informó ceñuda—. ¿Qué le están haciendo a mi barco?
—Cumplen órdenes que les di esta mañana —la miró de reojo y sonrió para disculparse—. Incluso antes de que accedieras a casarte conmigo, hice planes. Esos hombres van a hacerle un arreglo completo al Miranda. Cuando terminen, el camarote será tan bueno como el de cualquiera de nuestros cruceros de lujo —después de quitarle los prismáticos los dejó en la camioneta y la rodeó por la cintura—. El Miranda es un magnífico barco. Aunque sus mejores tiempos ya han pasado, jamás terminará en un montón de chatarra mientras tú y yo vivamos, amor mío. Nos ha dado demasiados buenos momentos.
—¿Por ejemplo la vez que arreglaste el timón y tuve que enjabonarte la espalda?
—La forma en que luchó contra la tempestad —la apretó con más fuerza—. Y la primera vez que hicimos el amor en cubierta… bajo las estrellas.
—Y la mañana siguiente —le recordó—, cuando me tiraste por la borda… y yo estaba segura de que me ahogaría, pero me salvaste… a tu manera.
Se miraron a los ojos compartiendo los recuerdos… las risas… el peligro… el amor. Sus labios al fin se encontraron con una ternura que expresaba todo. Después de lo que habían sufrido, ese amor sería eterno.


Continuará...

martes, 21 de agosto de 2012

"Cuñados" Capítulo 34



Hola! como andan? espero que bien! :)
Perdón por no subir ayer, pero como comente en el capítulo anterior el Domingo no fue un buen día y eso se extendió hasta ayer así que...perdón.
El capítulo de hoy va dedicado a Camila primera en firmar! :) gracias por preocuparte por mi! jiji
Chari aguanta que queda poquito! 
Y no saben que tan poquito, es tan poco, que mañana se acaba la nove...SIP, MAÑANA SE ACABA...pasa rápido el tiempo no? Peeero no se preocupen que ya se que nove les puedo subir :)
Un abrazo psicológico con un beso!! 
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—Sí, más o menos tengo idea —susurró al tiempo que miraba su ropa sobre el suelo.
—¿Supones que sólo para hacer el amor?
—No. Se me olvidaba. Querías enseñarme tu imperio, ¿no es cierto? Pretendías que entendiera tus «obligaciones» y la terrible carga que tienes que soportar.
—Es verdad. Deseaba que supieras por qué un Lanzani no puede enamorarse.
—Sí. Por favor no me hables otra vez de eso, Peter. Estoy harta de oírlo. De todos modos, tengo la seguridad de que hay muchas jóvenes adecuadas, de buena familia, deseosas de unirse a tu apellido y compartir tus responsabilidades.
—¿Y a pesar de saberlo, accediste a hacer el amor conmigo?
—¿Me quedaba otra alternativa? —preguntó enojada.
—Pudiste negarte —señaló, tranquilo—. No estabas bajo ninguna amenaza, ni presiones, ni ataduras. ¿Recuerdas? Ahora comprendo que a pesar de tener todas las razones del mundo para odiarme y despreciarme, te entregaste libremente. Quiero saber por qué.
Sus ojos negros brillaron y apretó los puños en señal de frustración. No tenía derecho de someterla a esa clase de interrogatorio. Ya conocía los secretos de su cuerpo, pero eso no era suficiente para él, porque deseaba también usurpar su mente.
—Dímelo, Lali —su voz ahora parecía más áspera e insistente—. Es importante. Tengo que saberlo.
—¡Está bien! El motivo es que lo deseaba —se paró con rapidez y recogió su ropa interior—. No aparentes desconocer el efecto que ejerces en las mujeres. No soy distinta de otras… conquistas. Algo más para presumir.
—El sexo es un asunto raro, Lali —sonrió mostrando su blanca dentadura—. Se supone que es un acto de amor, pero en la mayoría de los casos es un acto de egoísmo, y mucha gente se entrega a él, por el placer que reciben. Pero no es tu caso. Estabas tan preocupada por complacerme, como a ti misma. Solo las personas enamoradas lo hacen.
Él terminó de vestirse.
—Esa fue la verdadera razón por la que te traje aquí —añadió—. Para averiguar tus verdaderos sentimientos. Aunque sigas negando que me amas, sé muy bien lo que existe en tu corazón.
—Supongo que ahora estás contento —lo increpó con amargura—. Tu victoria es completa. No sólo existe una posibilidad de que hayas dejado embarazada a una estúpida, sino que también está enamorada de ti —una lágrima rodó por su mejilla y, enfadada, la enjugó.
—Estás totalmente equivocada, Lali —sacudió la cabeza—. Si quieres enterarte de la verdad, yo…
—¡Verdad! —gritó—. ¿Qué demonios sabes de la verdad? ¿O de la decencia? ¿O del respeto por los sentimientos ajenos? Aunque me hayas salvado de la violación de tus dos primos, hay muy poca diferencia entre ellos y tú. No me sorprende que tu propia hermana no desee saber nada de esta familia —otra lágrima rodó por su mejilla—. Espero que termines casándote con una bruja de negros sentimientos, que convierta tu vida en un infierno.
—Quizá lo haga, después de la forma en que la he tratado —suspiró pesadamente.
—¡Fantástico! —Le lanzó la pulla—. Le deseo felicidad.
En sus ojos y en su sonrisa había algo que ella nunca había visto antes. ¡Calidez! No la acostumbrada ni el sarcasmo que parecía formar parte de su personalidad. Lali lo miró, preguntándose qué pasaba por aquella mente diabólica. ¿Alguna otra forma de humillarla? No era posible, no con una sonrisa como ésa. Su confusión aumentó al verlo extender los brazos.
—Ven, Lali.
—¿Por… por qué? —la boca se le secó y lo miró con desconfianza.
—Porque es adonde perteneces.
—Te lo advierto, Peter. Deja de burlarte de mí. Ya no soporto más.
—No es una burla, Lali —le aseguró con voz tranquila.
—Sí, lo es —le clavó los ojos de forma retadora—. Ahora… ya te conozco.
—Vas a tener que aprender a no discutir conmigo, Lali —suspiró con dulce desesperación—. Por lo menos en público. No deseo que la gente opine que Peter Lanzani no puede controlar a su esposa.
Prefirió guardar silencio, temerosa de decir algo inadecuado. Parecía como si… como si… Pero no era posible. Había oído mal.
—¿Qué pasa? —Frunció el entrecejo—. No has oído lo que te he dicho. ¿O no deseas convertirte en la señora Lanzani?
¡Ahora ya no había error! ¡Le estaba pidiendo que se casara con él! Se humedeció los labios con la lengua, llena de nerviosismo.
—¿Por qué? —preguntó al fin—. Quiero decir… después de todo lo que dijiste sobre… —se quedó sin palabras. Si le pedía que se casara con él quizás era porque le daba lástima, o por el hijo que tal vez llevaba en su vientre…
—Porque te amo, Lali.
—Pero… pero mencionaste que… tu deber…
—Estaba equivocado por completo. Lali. ¿Vienes a mis brazos o tengo que obligarte?
Dio un paso hacia adelante, después otro y sin darse cuenta los brazos masculinos la rodearon.
Incluso en ese momento, no confiaba en la evidencia de sus propios ojos o sentidos. No podía permitirse creer en lo imposible. ¡Estaba soñando! ¡Sí, era un sueño! Habían hecho el amor en el diván y ella se había quedado dormida entre sus brazos. En cualquier momento despertaría. Y sin embargo… era tan real. Sentía la fuerza de sus brazos… oía los latidos de su corazón… percibía su aliento cálido sobre la mejilla.
—Aún no me has contestado, Lali —susurró él.
—Sí, Peter. Me casaré contigo —la emoción le agarrotaba la garganta—. Si estás seguro… quiero decir… completamente seguro de que me amas.
—Gracias a Dios —dijo en tono ardiente y Lali pudo percibir el alivio que invadía el cuerpo de él—. Después de la manera en que te he tratado, nunca imaginé que podrías perdonarme.
—Ni yo tampoco, Peter. Pero nunca supuse que un hombre como tú se enamorara de mí.

Continuará...