Hola, como andan? como estuvo su Lunes?, el mío un poco ajetreado...
Como saben subo rapido! jjeeje
Besos :)
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La luz de la luna iluminaba la playa
mientras el mar, tranquilo, batía la orilla una y otra vez.
La música de la fiesta llegaba desde
la casa, a través de los árboles, y Peter la abrazaba con fuerza.
—Si tienes frío podemos regresar
—murmuró.
Lali acarició sus labios.
—Aún no, cariño. Quiero acostumbrarme
a la idea de que serás mío. De todas formas, creo que tienes que explicarme
unas cuantas cosas.
Peter se inclinó sobre ella y la besó.
—Creo que se me ocurren mejores
maneras de pasar el tiempo.
Apretó las manos sobre su talle,
impaciente, guiado por la fuerza de su deseo, y el pulso de su amante se
aceleró de inmediato, hasta que al cabo de unos segundos se apartó de ella y
rió.
—¡Dios mío, Lali! Tus maravillosos
ojos negros, tu precioso cuerpo y el sonido de tu voz despiertan en mí
sensaciones incontrolables. Empiezo a pensar que verdaderamente eres una bruja
marina enviada para volverme loco de deseo.
Continuaron paseando por la playa,
abrazados. Las luces del pueblo se reflejaban en las aguas de la bahía. Lali
sintió la necesidad de asegurarse de que aquello no era un sueño y se llevó la
mano a la garganta para tocar el collar.
—Es tan maravilloso —suspiró.
—¿Estás dispuesta a pasar el resto de
tu vida en este lugar? —preguntó con tranquilidad.
—Por supuesto, cariño —contestó—. Es
extraño, pero me siento como si perteneciera a este pueblo, como si siempre
hubiera pertenecido a él. Lo amo casi tanto como a ti.
—Sí —dijo encantado—. Precisamente por
eso debía asegurarme. La mayor parte de las personas vienen aquí de vacaciones,
se quedan un par de semanas y piensan que es maravilloso. Pero después empiezan
a echar de menos las cosas que ofrece una gran ciudad. Y temía que te sucediera
algo parecido. No podría haber soportado que te sintieras mal por ello.
—Esas personas se equivocan. Me he
divertido mucho más aquí que en Buenos Aires. La gente es más amable, y además,
¿quién necesita los atascos de tráfico, el aire contaminado y todo lo demás?
—preguntó con una sonrisa—. Créeme. Esto es un paraíso, y no quiero marcharme
nunca.
Peter la abrazó con más fuerza,
afectuosamente.
—Es lo que esperaba que sintieras.
Pero hasta ahora no había estado seguro. Pero demostraste el compromiso que
sentías por esta tierra cuando supe que estabas aprendiendo portugués. Todo el
mundo quedó impresionado. El viejo Cameron no se había mostrado tan encantado
con nada en toda su vida.
—No es tan importante. Si viviera en
Londres, aprendería inglés.
—Sí, pero de todas formas has
demostrado interés por nuestro idioma, y ésa es la prueba que necesitaba —observó,
mirándola—. ¿Quién te ha enseñado? ¿La señora Belén?
—No. Fue el joven Jaime. Por eso lo
veía casi todas las tardes. Pero me aseguré de que fuera un secreto entre
nosotros. Tenía miedo de no conseguirlo.
Peter rió de buena gana.
—Nadie se habría burlado de ti, mi
deliciosa bruja. Te habría enseñado yo mismo si me lo hubieras pedido.
—Quería darte una sorpresa.
—Sí, desde luego estás llena de ellas,
¿no es cierto? Cuando te vi por primera vez, tumbada en la cama de la casa de Cristina…
—Desnuda —lo interrumpió, sonriendo al
recordarlo—. Nadie estaba más sorprendida que yo. Te vi y pensé que era un
sueño.
Estuvieron en silencio un buen rato,
escuchando el sonido de las olas, hasta que Lali se detuvo y miró a su
prometido con fingido resentimiento.
—No fuiste muy amable conmigo a la
mañana siguiente, ¿recuerdas? Pensé que eras una especie de ogro malhumorado.
—Y tú te comportaste como una chica de
ciudad, con un ordenador en lugar de corazón —bromeó—. Me amenazaste y dijiste
que mantuviera alejadas las manos de ti.
Lali le dio un golpecito en las
costillas.
—Tenía razones para estar enfadada.
Tendrás que admitir que no todos los días te despiertas y te dicen que has sido
elegida por unos espíritus para ser la esposa de un hombre que no conoces. ¿Qué
habrías hecho tú? —preguntó con una sonrisa—. Sin embargo, las cosas son
diferentes ahora. Puedes tocarme cuando quieras.
—Tengo que reconocer que no fui muy
delicado contigo. Pero a pesar de lo ocurrido nos enamoramos, ¿no es cierto?
—Mmmm. Bueno, yo sabía que me había
enamorado de ti, pero no estaba segura de que fuese mutuo —contestó después de
considerarlo.
Peter acarició su largo pelo oscuro
sintiendo la suave textura entre los dedos. Después, la besó en la punta de la
nariz.
—Me enamoré de ti en cuanto te vi
aquella primera noche, en la biblioteca, frente al fuego. Tu piel brillaba con
una tonalidad dorada y eras tan apetecible como un melocotón maduro.
El recuerdo bastó para que Lali se
estremeciera.
—Sí lo recuerdo vagamente —susurró.
—Si quieres, te refrescaré la memoria
cuando regresemos a casa —murmuró a su oído—. Nos lo tomaremos con calma, muy
despacio.
—Supongo que podría ayudar…
La atrajo hacia sí y la besó en los
párpados y en la boca.
—El Gran Lanz no terminará hasta
pasada la medianoche. Creo que deberíamos hacer una visita a la biblioteca
ahora mismo.
Ella rió.
—No creo que sea buena idea. Creo que
vi a Ingrid con su novio hace un rato.
—Maldita sea —gruñó—. Esos
quinceañeros son todo un problema. No tienen ningún respecto. En fin, será
mejor no estropearles la fiesta.
—Muy bien. Eso significa que tienes
mucho tiempo para explicarme lo de Pamela. Desapareció en cuanto me diste el
collar.
—Yo diría que ahora debe estar a medio
camino de Brasil, con el rabo entre las piernas.
Su tono le sorprendió.
—No te gustaba demasiado, ¿verdad?
—Digamos que lo siento por ella —se
encogió de hombros.
—Pues yo no —declaró—. Y tampoco lo
sentirías tú si hubieras escuchado las cosas que dijo. Las mentiras que dijo.
Peter rió.
—Imaginé que había hablado contigo.
—¿Lo adivinaste?
—Cuando te encerraste y dijiste que me
marchara, supe que Pamela era la culpable.
—Es cierto que me engañó —comentó con
amargura—. Es tan buena actriz que consiguió hacerme sentir pena por ella. ¿Por
qué no me advertiste? Cuando te pregunté, dijiste que no era asunto mío.
Peter intentó diluir su disgusto con
un beso.
—Te pedí que confiaras en mí,
¿recuerdas?
—Sí, y confiaba en ti. Aunque no podía
comprender las complicadas maquinaciones de tu mente. Esperaba que tuvieras una
buena razón.
Sus ojos verdes la miraron con
intensidad.
—Pamela fue nuestra prueba final. Es
una gran manipuladora. Si no hubieras podido manejarla, no me habría parecido
justo que nos uniéramos. Al casarte conmigo tendrás una serie de obligaciones
sociales que entiendo que te desagraden. Por otra parte, la primera dama del
clan debe ser lo suficientemente perceptiva como para poder ver a través de la
afectación, de la pretensión y del engaño. En tu posición sufrirás la presión
de personas como ella. Puede que no sea una vida tan hermosa como hayas
imaginado.
—No necesito que mi vida sea un camino
de rosas, cariño —dijo con sinceridad—. Sólo necesito tu amor.
Peter la abrazó y la besó en la oreja.
—Es tuyo, para siempre.
—¿Significó algo para ti en algún momento?
Me dijo que le habías prometido que te casarías con ella. ¿Estaba mintiendo?
—No exactamente —admitió.
—¿Qué quieres decir con eso? ¿Se lo
prometiste o no?
—Sí.
—Ya veo…
El encantamiento parecía estar a punto
de romperse.
Continuará...