AY! que tristeza esto de estar aquí en Chile, mientras ellos están allá en Argentina haciendo sus hermosos shows que al parecer nunca vere...Bueno la nostalgia me invade chicas. Aqui les dejo el capítulo, cada vez se va a poner más interesante jejeje ^^
Cómo las trato este aburrido Lunes? espero que bien :) les deseo una buena semana. Besos!
_________________________________________________________________
Lo empujó con las manos en
los hombros desnudos.
—Hay un problema.
Él la soltó con un suspiro
de desilusión. La razón de aquella desilusión se movía nerviosa en su regazo.
—¿ Cuál?
—Mi madre.
Nicolás suspiró otra vez.
—¿Piensas que no va a
gustarle la idea de que te cases conmigo?
—No va a gustarle la idea de
que me case con quien sea —replicó Eugenia en tono arisco—. Tú no sabes... Va a
enfadarse mucho.
Nicolás estaba perplejo.
—¿Por qué?.
Eugenia se mordió el labio,
incómoda por airear los trapos sucios de su familia.
—Porque eso significa que
dormiré contigo.
—Naturalmente que vamos a...
Oh. —Esta vez era él el incómodo. Probablemente se acordaba de todo aquel
chismorreo acerca del acuerdo que tenían mamá y papá—. Supongo que no le gustan
esas cosas.
—Odia sólo pensar en ello. Y
ahora que Lali Espósito ha vuelto a Prescott, ya está alterada.
—Eugenia lo iba llevando con
cautela hacia donde quería que fuese—. Si Lali se fuera otra vez, mamá estaría
de mucho mejor humor, pero yo no sé cómo hacerlo. Peter está intentando
obligarla a marcharse, pero dice que no hay mucho que pueda hacer, que no es
como antes.
Para su sorpresa, Nicolás se
quedó quieto y una expresión grave oscureció su rostro. Había desaparecido la
alegría de un momento atrás. —Sé cómo se siente. Yo tampoco querría hacer nada
para echar a esa muchacha de otra casa más.
Eugenia retrocedió, molesta
al ver que había respondido justamente lo contrario de lo que ella pretendía.
Esperaba que lo hubiera entendido inmediatamente.
—¡Es una Espósito! No puedo
mirarla a la cara sin sentir asco...
—Ella no hizo nada —señaló Nicolás
en un tono razonable que hizo que le rechinaran los dientes—. Tuvimos problemas
con todos los demás Espósito, pero con ella, no.
—Físicamente es exacta a su
madre. Mamá estuvo a punto de desmayarse cuando se enteró de que uno de los Espósito
había venido a vivir aquí.
—No existe ninguna ley que
diga que no puede vivir donde se le antoje.
Como parecía costarle
entender el núcleo del problema, Eugenia decidió hablar sin rodeos.
—Tú podrías hacer algo al
respecto, ¿no? Peter no está haciendo gran cosa, pero a ti se te podría ocurrir
algún modo de obligarla a marcharse.
Pero Nicolás negó con la
cabeza, y a Eugenia se le encogió el estómago de decepción.
—Yo estuve allí la vez
anterior —comenzó diciendo en un tono sobrio y con una expresión distante y
sombría que oscurecía el azul de sus ojos—. Cuando los sacamos de aquella cabaña
en la que vivían. El resto de los Espósito no tenían para mí la más mínima
importancia, estuvo bien librarse de ellos, pero Lali y el niño pequeño... bueno,
ellos sufrieron, jamás olvidaré la expresión que tenía en la cara, apuesto a
que Peter todavía piensa en ello también. Es probable que por eso se lo esté
tomando con calma esta vez. Yo no podría volver a hacerle nada parecido a esa
muchacha.
—Pero si mi madre... —Eugenia
se interrumpió. Nicolás no iba a hacerlo. Él no lo comprendía, estaba claro,
porque no vivía con mamá, porque no sabía el daño profundo que causaba su fría
desaprobación. Controló su desencanto y
le sonrió—. No importa. Ya me las arreglaré con mi madre.
¿Pero cómo? jamás había
logrado arreglárselas con su madre, hacer que le resbalaran las cosas dolorosas
que decía, igual que Peter. Sabía que Peter amaba a mamá, pero durante buena
parte del tiempo no le hacía ningún caso. Eugenia aún se sentía igual que una
niña nerviosa, intentando desesperadamente estar a la altura de las normas
fijadas por mamá, y siempre quedándose corta.
Tendría que hacerlo. No
podía perder a Nicolás. Diría a Alejo que no podría seguir viéndolo y de algún
modo —de algún modo— se libraría de Mariana Espósito y conseguiría que mamá se
sintiera tan feliz que no le importaría que ella se casara.
Lali colgó el teléfono con
una expresión de perplejidad en el rostro. Aquélla era la sexta vez que llamaba
al señor Bauer y no obtenía respuesta. El detective no tenía secretaria, esa
función la desempeñaba su esposa, y cuando ésta murió no había tenido valor
para reemplazarla. El señor Bauer había dejado el hotel, o, mejor dicho, la
llave había quedado encima de la mesita de noche y sus cosas habían
desaparecido. La habitación había sido pagada por adelantado, así que aquello
no tenía nada de insólito. Ella misma lo había hecho más de una vez.
Lo que no era normal era que
no la hubiera llamado, habiendo dicho que lo haría. No podía creer que se le
hubiera olvidado. Si no ocurriera algo malo, la habría llamado. Dado su estado
de salud, Lali temió que estuviera ingresado en un hospital y se encontrara
demasiado enfermo para llamar. Incluso podía estar muriéndose, y ella no
enterarse. La idea de una muerte solitaria le oprimió el pecho. Por lo menos
debería haber allí alguien que le cogiera la mano, como había hecho ella con Torito.
Aparte de estar tan preocupada por él, no sabía qué había encontrado ni a quién
había interrogado. Tendría que continuar sola, sin la ventaja de saber qué
respuestas había obtenido el detective.
No tenía una idea clara de
cómo abordar el asunto, qué pistas buscar ni qué preguntas hacer, suponiendo
que alguien quisiera hablarle. Las únicas personas que tal vez respondieran a
sus preguntas serían los recién llegados, y éstos no estarían en situación de
saber nada. Los antiguos residentes sí sabrían, pero obedecerían el edicto de Peter
de no tener relación con ella en absoluto.
Se le ocurrió una idea, y
sonrió al imaginarlo. Por lo menos había una persona que sí hablaría con
ella... de mala gana, pero hablaría.
Se pasó un cepillo por el
pelo, se recogió la gruesa mata en un moño alto y la sujetó con unas cuantas
horquillas dejando varios mechones sueltos alrededor de la cara y en la nuca.
Hasta ahí llegaba su acicalamiento. Pocos minutos después de tomar la decisión,
estaba ya de camino a Prescott, a la tienda de Morgan.
Tal como esperaba, la señora
Morgan la descubrió nada más entrar por la puerta. Lali la ignoró y se dirigió
hacia la sección de lácteos, que se encontraba al fondo del establecimiento, a
salvo del agudo oído de la mujer. No pasó mucho tiempo antes de que Ed se le
acercase por los pasillos con paso presuroso y la cara de buey congestionada
tanto por la indignación como por el esfuerzo físico.
—Creo que no lo ha entendido
bien —dijo ofendido, deteniéndose enfrente de Lali—. Salga de mi tienda. Aquí
no puede comprar nada.
Lali no se movió del sitio y
le obsequió una sonrisa serena.
—No he venido aquí a
comprar. Quiero hacerle unas preguntas.
—Si no se va, llamo al
sheriff —replicó el minorista, pero su semblante mostraba una expresión de
nerviosismo.
El hecho de mencionar al
sheriff hizo que a Lali se le encogiera el estómago, probablemente la reacción
que el otro esperaba. Se le puso rígida la espina dorsal, y se obligó a sí
misma a no hacer caso de la amenaza.
—Si responde a mis preguntas
—dijo en voz baja—, me marcharé en cuestión de minutos. Si no, su esposa se va
a enterar de más de lo que usted quiere que sepa. —Ya puestos a proferir
amenazas, ella también sabía plantear las suyas.
El hombre palideció y lanzó
una mirada de inquietud a la parte delantera de la tienda.
—No sé de qué me está
hablando.
—Bien. Mis preguntas no tienen
que ver con mi madre. Quiero interrogarlo acerca de Nicolás Lanzani.
Él parpadeó, sorprendido por
aquel giro.
—¿De Nicolás? —repitió.
—¿A quién más estaba viendo
aquel verano? —quiso saber Lali—. Sé que mi madre no era la única. ¿Recuerda
algún chismerío?
—¿Por qué quiere saber eso?
No importa a quién estuviera viendo, porque con quien se fugó fue con Gimena, y
con ninguna otra.
Continuará...
El cura,quizás el si hablaría con ella,k acuda a el.Tan buenito k parecía Alejo,y ahora después d saber lo k pasa con Euge,no me fío d el.Bien!,Nico cumplió mis expectativas,lo k no imaginé es k fuera uno de los k la echaron d su casita, años atrás.
ResponderEliminar