sábado, 2 de junio de 2012

Capítulo 17



Holaa!!! como andan? sorry Chari por lo del otro cap me confundí jijiij
No saben lo feliz que estoy! :) con mi colegio ganamos el campeonato comunal de handball :) jijiji aquí les dejo el capítulo!
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—Lo que yo creo es que no te importaba si me hacías daño o no. Márchate.

—Dentro de un minuto. Tengo unas cuantas cosas que decir.
Lali lo miró con frialdad.

—En ese caso, por el amor de Dios, dilas y vete.
El peligro destellaba en aquellos ojos verdes, y antes de que Lali pudiera darse cuenta, Peter estaba de nuevo frente a ella, casi pellizcándole la barbilla, juguetón.

—Eres una nenita muy valiente, ¿verdad? Puede que demasiado para tu bien. No me provoques para que pelee, cariño, porque saldrás trasquilada. Lo mejor que puedes hacer es coger tus cosas y largarte de aquí, igual de rápido que has venido. Yo te compraré la casa por lo mismo que has pagado por ella, para que no pierdas nada. Aquí no eres bienvenida, y no quiero que mi madre y mi hermana sufran al verte pasear por ahí como si nada hubiera sucedido, resucitar aquel viejo escándalo y perturbar a todo el mundo. Si te quedas, si me desafías, puedo ponerte las cosas muy difíciles, y acabarás perdiendo. No podrás encontrar trabajo, y enseguida descubrirás que aquí no tienes amigos.
Lali se apartó bruscamente de él.

—¿Qué vas a hacer, pegarme fuego? —lo aguijoneó—. Ya no soy una niña desvalida de catorce años, y vas a descubrir que ahora no es tan fácil intimidarme. Estoy aquí, y voy a quedarme.

—Eso ya lo veremos, ¿no? —Sus ojos entrecerrados volvieron a deslizarse hasta el pecho de Lali, y de pronto sonrió—. Tienes razón en una cosa: ya no tienes catorce años.

Y acto seguido se marchó. Lali se lo quedó mirando con los puños cerrados y sintiendo una rabia impotente, el estómago encogido por el pánico. No quería que él se fijase en ella como mujer, no quería que posara en ella aquella mirada de párpados semicerrados, porque no estaba segura de ser capaz de resistirlo. La ponía enferma la idea de parecerse a su madre, de ser lo que él le había reprochado ser, la puta de un Lanzani.


—¿Era Gimena? —preguntó Eugenia en voz baja, aunque estaba tan nerviosa que la tensión resultaba casi visible. Había llamado a Peter desde la tienda de Morgan, más alterada de lo que su hermano la había visto en años, en realidad desde el día en que le dijo que su padre los había dejado por Gimena Espósito. Eugenia había recorrido un largo camino desde entonces, pero la mirada atormentada de sus ojos le dijo a Peter que el dolor afloraba a la superficie con demasiada facilidad para ser objetiva al respecto.

—No, pero estaba claro que era una Espósito.

Peter se sirvió un dedo de whisky escocés y se lo tomó de un sorbo, y a continuación se sirvió otro dedo más; tenía la impresión de necesitarlo tras su encuentro con Lali Espósito. Es decir, Mariana Espósito Martínez. Viuda. Una viuda joven, encantadora y moracha, dotada de tanto temperamento que hubiera querido mirarse las manos por si le quedaba alguna marca chamuscada de haberla tocado. La había desconcertado un par de veces, pero durante la mayor parte del tiempo demostró una tranquila, exasperante seguridad en sí misma. No se alteró lo más mínimo ante las amenazas que él manifestó, aunque tenía que saber que no se estaba tirando un farol.
Se encontraban en el estudio, disfrutando de una copa antes de la cena, por lo menos Peter.

Alejo iba a cenar con ellos, y Ornella también bajaría pronto, así que Peter y Eugenia habían entrado en el estudio para tener unos momentos de intimidad para hablar.
Eugenia había palidecido.

— ¿Qué, no era Gimena? Se parecía mucho a ella, como si no hubiera envejecido en absoluto.  Incluso parecía más joven. Oh... Ya sé. —De pronto comprendió—. Era una de sus hijas, ¿verdad?

—La más pequeña. Lali. Siempre se pareció a Gimena más que sus hermanos.

—¿Qué está haciendo aquí?

—Dice que ha regresado para siempre.
Los ojos de Eugenia se llenaron de horror.

—¡No puede! ¡Mamá no lo soportaría! Alejo ha conseguido que salga un poco de su reclusión, pero si se entera de que uno de los Espósito ha vuelto a Prescott, quién sabe cómo la alterará. Tienes que librarte otra vez de ella, Peter.

Peter observó su whisky con expresión irónica y se lo terminó de un trago. La ciudad entera conocía la historia de cómo él había echado a patadas a la familia Espósito. No era algo de lo que se sintiera especialmente orgulloso, pero tampoco se arrepentía, y el incidente había subido a los altares como una especie de leyenda local. Eugenia no estuvo allí, no vio lo malo; sólo conocía el resultado, no el proceso, no tenía aquel recuerdo grabado a fuego en su mente. A él lo acompañaba en todo momento: el terror de Lali, los chillidos histéricos del niño pequeño y sus patéticos esfuerzos por aferrarse a su hermana, el desesperado frenesí de ella por recoger sus pertenencias... y aquella atracción sexual poderosa, incómoda, con que la miraban los hombres, las sombras de la noche que disimulaban su juventud y revelaban tan sólo el intenso parecido con su madre.

Con una leve punzada de dolor se dio cuenta de que aquella noche constituía un vínculo entre ellos, Lali y él, un lazo forjado por un recuerdo común que sólo podría romperse con la muerte.

Nunca había conocido a Lali en realidad, y había un espacio de doce años entre el antes y el ahora, y sin embargo... no la había considerado ni tratado como a una desconocida. Era como si ambos hubieran reanudado una antigua amistad. No eran desconocidos; entre ellos estaba aquella noche.

—Esta vez puede que sea más difícil librarse de ella—dijo bruscamente—. Ha comprado la casa de Cleburne, y tal como me ha recordado, yo no puedo echarla de una propiedad que es suya.

—Si la está comprando, ha de haber algún modo de interferir en la hipoteca...

—No he dicho que la esté comprando, sino que la ha comprado. Hay diferencia.
Eugenia frunció el entrecejo.

—¿De dónde iba a sacar una Espósito tanto dinero?

—Probablemente de un seguro de vida. Es viuda. Ahora se apellida Martínez.

—Muy cómodo para ella —comentó Eugenia, sarcástica.

—No, por lo que he podido entender, no lo fue —replicó Peter, recordando mentalmente cómo había palidecido Lali cuando él le dijo algo similar.

En eso sonó el timbre de la puerta, y a continuación oyó la voz de Alejo cuando Felicitas le abrió.  Se acabó el rato de conversación. Palmeó a Eugenia en el hombro al tiempo que ambos se encaminaban hacia la puerta.

—Haré lo que pueda para que se vaya, pero no es un resultado seguro. Ella no es una típica Espósito.

No, no era típica en absoluto. Incluso cuando era una niña, el solo hecho de mirarla ya era suficiente para notar su atracción hacía ella. Aquello no había cambiado. Pero también era un adversario más capaz que ningún otro de su familia. Era serena e inteligente, y parecía haber salido por sí sola, por el medio que fuera, de la cloaca en la que su familia había vivido siempre. La respetaba por eso, pero no cambiaba las cosas; tenía que irse. A Eugenia la preocupaba el efecto que pudiera tener su presencia en Ornella, pero a él lo preocupaba también el efecto que pudiera tener en Eugenia.


Continuará...

3 comentarios:

  1. Lali se hizo fuerte a pesar d todo lo k le paso en la vida,y Ornella y Euge ,mas débiles ,necesitan a Peter para k las defienda.Problemón para el ,k todavía tiene recuerdos d Lali preadolescente,y le perturban,ahora se fija aún más,y sigue perturbandose.lo tiene complicado ,aunque se haga el fuerte ,en algún momento tiene k caer.

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  2. <<<>>>.No tienes k disculparte,yo solo t informe x si creías k era ella.

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  3. Me encanta la nove..
    Osea que peter siente un poco de remordimientos...o es amor?...

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