Hola! como va su Domingo? espero que bien y que estén disfrutando de su fin de semana largo! El capítulo de hoy viene bien largo, pero si hay 5 firmas dentro de un rato subo otro.
Besos!
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Eugenia
lloró largo rato después de que Peter colgó el teléfono, con los brazos
cruzados encima de la mesa del despacho y la cabeza apoyada en ellos. Las
lágrimas saladas y calientes gotearon sobre la superficie pulimentada de la
mesa, y ella las secó con la manga, pues no quería estropear el barniz.
Jamás
se había sentido más perdida y confusa, ni siquiera cuando su padre los
abandonó.
Nada
estaba saliendo bien. No había conseguido decirle a Alejo que no iba a
permitirle que la usara nunca más; cuando él bajó del dormitorio de su madre la
otra noche y se quedó de pie en la puerta, mirándola fijamente, se le paró el
corazón. Intentó decirlo, pero se le secó la garganta, y además Alejo se
inclinó sobre ella y ya fue demasiado tarde. Se estremecía de vergüenza cada
vez que pensaba en ello. ¿Cómo había podido permitir que la tocara? Iba a
casarse con Nicolás. Se sentía sucia, y tenía la sensación de estar
ensuciándolo a él al echarse en sus brazos después de haber estado con Alejo. Y
todavía no le había dicho a Peter que Nicolás le había pedido que se casara con
él, ni mucho menos le había dicho a su madre ni siquiera que estaba saliendo
con él. Había tenido sumo cuidado en tener controlada su vida después de
aquella estúpida escenita del intento de suicidio, pero ahora todo parecía volver
a salirse de su curso.
Peter
estaba con Mariana Espósito. Otro hombre al que amaba y del que dependía había
sido seducido por una de aquellas putas. ¿Cómo podía hacerle eso Peter
precisamente? Eugenia se meció adelante y atrás, abrazada a sí misma y gimiendo
de tristeza mientras las lágrimas le resbalaban por las mejillas. Iba a pasar
la noche con ella, sin preocuparse de lo que dijera la gente ni de los
chismorreos que finalmente llegarían a oídos de su madre por mucho que ellos
intentaran evitarlo.
La
familia no le importó a su padre cuando estaba en la cama con Gimena Espósito,
y ahora por lo visto Peter seguía sus pasos con la hija de Gimena. No había más
que darles sexo para que no prestaran la menor atención a quién hacían daño.
Eugenia
lloró hasta que los ojos se le hincharon y empezaron a dolerle, hasta que
sintió el pecho dolorido por el esfuerzo de respirar. Entonces, por fin, la
asaltó una especie de calma terrible.
Abrió
el cajón del escritorio de Peter y contempló el revólver que estaba allí
guardado. Aquella puta de los Espósito no había atendido a las advertencias que
ella le había hecho, de manera que ya era hora de dejarse de sutilezas. Dolida
y furiosa como estaba, no le importaba que Peter estuviera con Lali; tal vez le
viniera bien que lo zarandearan un poco, pensó al tiempo que cogía la pistola.
Esta
vez iba a ser ella la que expulsara a una Espósito del pueblo.
—¿De
qué se trata? —quiso saber Peter, estirándose para apagar la lámpara. Acurrucó
a Lali contra sí en la súbita oscuridad—. Te pusiste seria.
—Así
es. —Lali parpadeó para reprimir el súbito escozor de las lágrimas—. He dejado
pasar tiempo para decirte esto porque... porque no puedo soportar hacerte daño.
Y... antes quiero decirte otra cosa. —Respiró para tomar aliento y se aferró a
su coraje con las dos manos—. Te amo —dijo en voz baja teñida de ternura—. Te
he amado siempre, incluso desde que era pequeña. Vivía con la ilusión de verte
por casualidad y de tener la oportunidad de oír tu voz. No hay nada que haya
podido cambiar eso, ni siquiera lo que sucedió aquella noche, ni los doce años
que han transcurrido desde que me marché.
Peter
estrechó su abrazo y abrió los labios, pero ella posó los dedos en su boca para
acallarlo.
—No,
no digas nada —rogó—. Déjame terminar. —Si no lo decía todo seguido, tal vez
perdiera el valor—. Peter, tu padre no se fugó con mi madre. —Percibió que el
cuerpo de Peter se ponía en tensión y lo abrazó con más fuerza—. Sé dónde está
mi madre ahora, y Nicolás no está con ella. No lo ha estado nunca. Está muerto.
—Lo dijo lo más suavemente posible. Las lágrimas rebosaron por fin de sus ojos
y se deslizaron lentamente por sus mejillas—. Alguien lo mató aquella noche. Mi
madre vio quién lo hizo, y le dio miedo que la matase a ella también, de modo
que huyó.
—No
sigas —dijo Peter en tono áspero. Apartó sus brazos de él y le dio a Lali una
sacudida leve y brusca—. No sé si la que miente eres tú o Gimena, pero yo
recibí una carta de él que llevaba el matasellos del día siguiente, en Baton
Rouge. Si lo mataron la noche anterior, la carta la escribió un muerto.
—¿Una
carta? —preguntó Lali, estupefacta. De todas las cosas que podía decir Peter,
aquello era lo más insólito—. ¿De tu padre? ¿Estás seguro?
—Por
supuesto que estoy seguro.
—¿Era
de su puño y letra?
—Estaba
escrita a máquina —respondió Peter. Su incomodidad se iba convirtiendo
rápidamente en cólera. Se sentó y bajó los pies de la cama—. Pero la firma era
la suya.
Lali
se lanzó sobre Peter y lo abrazó por los hombros para retenerlo, aunque sabía muy
bien que él podría quitársela de encima con la misma facilidad que si se
tratara de un molesto mosquito.
Le
dijo con desesperación:
—¿Qué
decía la carta?
—¿Qué
importa eso, maldita sea? —Peter la sujetó por las muñecas intentando liberarse
sin hacerle daño. Lali se aferró a él aún más fuerte, apretando el cuerpo
contra el suyo.
—¡Sí
que importa! —Ya estaba llorando, y sus lágrimas mojaban la espalda de Peter.
Él susurró
otro juramento, pero no se movió. A pesar de lo furioso que estaba con Lali por
haber sacado el tema, y mucho más por haber intentado que se tragase una
mentira tan ridícula, ella estaba llorando, y tuvo que luchar contra el impulso
de atraerla hacia él y consolarla. Dijo en tono áspero:
—Era
una carta de poderes. Sólo eso, sin explicaciones. Sin ese documento,
probablemente habríamos perdido todo lo que teníamos. —Su pecho se expandió al
inhalar profundamente—. Si no hubiera sido por esa carta, yo habría tratado de
dar con él, pero ni siquiera decía que lo lamentaba, ni se despidió. Fue como
si estuviera ocupándose de un pequeño detalle que se le había olvidado.
—A lo
mejor la escribió otra persona —apuntó Lali, experimentando en su interior el
dolor que debía de haber sufrido él—. A lo mejor la escribió el asesino. ¡Peter,
te juro que mi madre vio cómo le disparaban! Aquella noche estaban frente a la
casa de verano cuando llegó un auto. Mamá me dijo que Nicolás y el otro hombre
entraron en el garaje para botes y los oyó discutir...
En
aquel momento Peter se levantó bruscamente de la cama zafándose de Lali. Giró
en redondo para agarrarla de los brazos y sujetarla contra el colchón.
—Por
eso estabas tú buscando por allí —dijo con incredulidad, y extendió la mano
para encender la lámpara y así poder verle la cara. La miró furioso, con los ojos
ardientes como carbones, y la sacudió de nuevo—. ¡Maldita sea! ¡Por eso has
estado haciendo todas esas preguntas sobre Nicolás!, ¡Tú crees que lo
asesinaron y has estado intentando averiguar quién fue!
Rara
vez en su vida había estado más furibundo; le temblaban las manos por el
esfuerzo de controlarse. No se creía que su padre hubiera sido asesinado, pero
era evidente que Lali sí lo creía, y la muy temeraria había intentado encontrar
ella sola al asesino. Si de verdad se había cometido un homicidio, ella habría
corrido un riesgo enorme. Peter se debatía entre tomarla en sus brazos para
besarla y ponerla encima de sus rodillas para darle unos azotes en el trasero.
Las dos opciones ejercían un tremendo atractivo.
Mientras
se decidía, Lali dijo:
—Sabía
que no iba a encontrar nada, pero registré el garaje en busca de un casquillo
de bala...
—Aguarda
un minuto. —Peter se pasó la mano por la cara en un intento de asimilar aquella
última confesión—. ¿Cuándo registraste el garaje?
—Ayer
por la mañana.
—Está
cerrado con un candado. ¿Es que has añadido a tu repertorio la habilidad de
allanar moradas?
—Entré
nadando por debajo de la puerta y salí a la altura de la grada del bote.
Peter
cerró los ojos y contó hasta diez. Luego repitió la operación. Le temblaban las
manos, y las cerró en dos puños. Por fin abrió los ojos y miró fijamente a Lali
abatido por la incredulidad.
Temeraria
no era el término adecuado; era demasiado intrépida para su propia seguridad, y
no digamos para su cordura. La red que había debajo del garaje, diseñada para
que no penetrasen inquilinos no deseados de la variedad de los reptiles, se
había aflojado con el paso de los años y él no la había reparado, pero seguía
estando allí. Bien fácilmente podría haberse enredado en ella Lali y haberse
ahogado. Entonces la habría perdido para siempre. Un sudor frío se condensó
sobre su frente.
—No
encontré nada —dijo Lali, mirándolo intranquila—. Pero hay alguien a quien
estoy poniendo nervioso. ¿Por qué crees que me han mandado esas notas de
amenaza?
Era
como recibir un puñetazo en el estómago. Peter se quedó tal cual, con la mente
trabajando a toda velocidad. Entonces se le doblaron las rodillas y se dejó
caer sobre la cama.
—Dios
mío —dijo con expresión vacía a medida que se iba haciendo la luz en su mente
horrorizada.
—Contraté
a un detective privado —dijo Lali, abrazándolo de nuevo, con una necesidad
desesperada de tocarlo. Se apretó contra él, y esa vez Peter la rodeó también
con sus brazos y la atrajo hacia su pecho—. El señor Bauer. Se encargó de
investigar los datos de tarjetas de crédito, de la Seguridad Social, de los
impuestos... Pero no había ni rastro de Nicolás después de aquella noche.
¡Peter,
no había ningún motivo para que Nicolás los abandonara a Eugenia y a ti, ni a
todo ese dinero! No los habría
abandonado a ustedes por mi madre. ¿Por qué iba a hacerlo? No tenía sentido que
hubiera desaparecido de aquel modo, a menos que estuviera muerto. El señor Bauer
también pensaba que tenía que estarlo, e iba a formular algunas preguntas por la
ciudad. —Un sollozo le surgió del pecho—. Ahora él también ha desaparecido, ¡y
tengo miedo de que lo haya matado la misma persona!
—Oh,
Dios —dijo Peter con la voz tensa—. Lali... No digas nada más. Calla un minuto,
por favor.
Ella
apretó la cara contra su pecho y obedeció. A pesar de todo, él la tenía
abrazada, y comenzó a sentir esperanzas. Peter la meció suavemente adelante y
atrás, consolándose a sí mismo a la vez que a ella.
—La
carta la envió Alejo —dijo por fin con la voz amortiguada por el pelo de Lali—.
Debería haberlo adivinado. Era la única persona que sabía que papá no había
dejado un poder escrito, y sabía el lío en que nos encontraríamos sin ese
documento si papá no regresaba, de modo que no corrió riesgos. Él estaba casi
tan perturbado como yo, y dijo lo mismo que tú: ¿Qué motivos tenía mi padre
para fugarse con Gimena? Ya la tenía para él, y mi madre hacía como que no
sabía nada de aquellas aventuras, así que no tenía por qué... Está muerto. Está
realmente muerto. —Se ahogó al decirlo, y su pecho se convulsionó.
Lali
lo abrazó con fuerza y lo guió hacia la cama. Él se agarró a ella con manos
desesperadas.
—Apaga...
Apaga la luz —dijo, y Lali obedeció, comprendiendo que un hombre fuerte
necesitase la oscuridad para llorar.
Peter
se estremeció en sus brazos, con el rostro húmedo enterrado entre sus senos
mientras su pecho se agitaba en profundos sollozos. Lali lloró con él,
acariciándole la cabeza, la espalda y los hombros, sin hablar pero ofreciéndole
el consuelo de su cuerpo, diciéndole que no estaba solo. Sin la intimidad del
día que acababan de pasar juntos, dudaba que él le hubiera permitido verlo tan
vulnerable. Pero es que ambos estaban unidos, tal como él había dicho, sus
vidas habían sido tejidas juntas de manera inextricable por el pasado, y
cimentadas por aquellas largas horas de intenso placer.
Había
algo que Peter había dicho que chirriaba, pero Lali no alcanzaba a ver su
importancia.
Lo
apartó de su mente por el momento, concentrada sólo en abrazarlo.
Continuará...
maaaaaaaaaaaaaaaaas novelaaaaaaaaaaaa porfavor me encantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarmaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssss
ResponderEliminarnoooooooooooooovelaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminargeniaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarNooooo, Me Quede Con La Intriga
ResponderEliminarEspero Que Eugenia No Haga Ninguna Locura
Y Por Lo Menos Peter Escucho A Lali
Quien Podra Haber Matado A Nicolas?
Que Intriga Que Tengo
Subi Mas; Espero Prontito;)
K loca Euge,ni Nico logra k se mantenga cuerda,llama a Lali puta, y ella si k lo es ,le permite a Alejo k use su cuerpo,aún cuando se va a casar.Menos mal k Peter ,aunque está en tensión ,está preocupado x Lali.Eugenia seguro se presenta con el revolver,ahí si k espero k Peter la meta en un manicomio.Otro cap.
ResponderEliminarIncríble cap!! Rescato varias cosas: primero que Peter le haya creído a Lali, por un momento pensé que no lo iba a hacer, además el hecho de que en medio de todas las emociones y cosas que pasaban por su cabeza, se haya preocupado tanto por la seguridad de Lali. Y por último que se haya permitido mostrarse vulnerable con ella, llorar a su lado.
ResponderEliminarOjalá Eugenia no cometa alguna locura.
Como me alegro que Peter la haya creido...pero tengo miedode Euge...
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