Buenos días!!! como andan?? Si se darán cuenta la nove "Cuñados" gano jeje (debo admitir que yo amo esa nove :) jeje)
Bueno, hoy va el primer capítulo y se hay hartas firmas habrá un segundo :)
Kary: que tierno tu comentario :)
ca_amorlaliter: estoy trabajando en una nove, así que yo creo que después de esta la subiré :)
PD: Muchas gracias a todas las que votaron :) y recuerden quien comente como anónimo debe poner el nombre abajito...
Pues eso nada más. Tengan paciencia con el Peter de esta nove eh!
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Las súplicas y amenazas
de Lali no sirvieron de nada. Desesperada, volvió a intentar arrancar el viejo
motor, pero no logró ponerlo en marcha. Maldijo en voz baja al salir del
reducido compartimento para subir a cubierta y respirar aire puro.
Este no era su trabajo,
pensó enfadada; sino de Jaime, quien debería haber llegado hacía una hora.
Protegiéndose los ojos contra el sol, buscó con impaciencia a su hermano
pequeño en el muelle; decidida a hablar con él seriamente. Clavó la mirada en
las casas pintadas de blanco y en las tiendas del puerto. Era probable que
estuviera en una taberna, mirando con romanticismo los ojos oscuros de alguna
belleza de la localidad, actitud comprensible en un muchacho de dieciocho años,
pero ya era hora de que recordara sus obligaciones. Tenía que ganarse la vida y
si no entregaban esa misma noche el cargamento de provisiones al equipo
arqueológico en La Plata, como lo habían prometido, se quedarían sin un cliente
más.
El sudor corría por su
cuello. A ella también le gustaría estar en una taberna y saborear una bebida
fría, reflexionó. El calor de enero en Comodoro Rivadavia era insoportable y
estuvo a punto de zambullirse en las aguas azules del mar para refrescarse.
El Miranda se mecía con
suavidad sobre las olas que provocaba otro barco que abandonaba el puerto, y Lali
se enjugó el sudor con un trapo grasiento. Necesitaba un nuevo motor. «¡Maldición,
no nos engañemos, Lali Espósito!» El Miranda mostraba el deterioro del tiempo y
era indispensable hacerle una total revisión y pintarlo, pero, como de
costumbre, les faltaba tiempo y dinero. Su supervivencia dependía de ofrecer un
servicio normal y confiable a las islas más pequeñas. Una buena revisión les
llevaría un mes, tiempo suficiente para que algún competidor se les adelantara.
De nuevo miró al muelle
con las cejas fruncidas y bajó otra vez al compartimento del motor.
Presionó una vez más el
botón de arranque, y su cara mostró su desesperación cuando el motor se limitó
a hacer un ruido, en vez de funcionar.
Eso ya había sucedido
antes pero Jaime, con una llave, lograba ponerlo en marcha. Debió poner más
atención, pero siempre le tuvo miedo a las cosas mecánicas, quizás era una especie
de bloqueo mental. Incluso su padre, cuando vivía, nunca consiguió quitarle ese
temor y se limitó a enseñarle náutica; a conocer el tiempo, las mareas, las
corrientes y a leer una carta de navegación. Con la ayuda de una brújula y un
sextante era capaz de navegar alrededor del mundo, si fuera necesario, pero
desconocía los misterios de las válvulas, las bombas y los pistones.
Pero de ahora en
adelante las cosas iban a cambiar se prometió a sí misma. Los dos tenían los
mismos intereses en el Miranda y cada uno debería aprender el trabajo del otro
para que en una emergencia cualquiera de los dos supiera ponerse al timón del
barco. Tenía la sensación de que, ahora, otras cosas ocupaban la mente de Jaime.
Llegaría el momento en que se cansaría de llevar esa rutina, de ir de acá para
allá entre las islas. Era probable que decidiera regresar a un sitio fijo para
buscar una bonita chica y quedarse allí. ¿Quién podría reprochárselo?
Si eso llegara a suceder
Lali no podría hacer nada. Aunque el Miranda había visto tiempos mejores, por
lo menos le procuraba algo que para ella valía más que nada: independencia, la
cual en una ocasión estuvo a punto de cambiarla por un anillo de matrimonio,
pero las promesas de Víctor, al igual que todo lo relacionado con él,
resultaron falsas.
Más frustrada que nunca,
una y otra vez insistió en poner en marcha el motor sin resultado alguno.
—Si continúa haciendo
eso, se quedará sin batería —una voz en la cubierta rompió el silencio.
Al volver la cabeza vio
una silueta alta contra el cielo azul.
Frunció las cejas,
indignada por el atrevimiento del desconocido de entrar a su barco, pero se
controló. Tal vez se trataba de un cliente importante.
Salió a cubierta y
parpadeó ante la intensa luz del sol, y miró al recién llegado.
—El motor no… —su voz se
apagó ante el impacto de la apariencia del desconocido.
—¿No qué? —preguntó con
voz profundamente masculina.
—No funciona —explicó—. No
puedo… ponerlo en marcha —¿qué diablos le pasaba?, se preguntó. ¿Por qué se
comportaba como una colegiala nerviosa? ¿Acaso por aquellos ojos que la
inspeccionaban de arriba abajo?
Era alto, de hombros
anchos y caderas estrechas, pero sin duda, aquellos ojos era lo que llamaba más
su atención. Ojos verde jade, más atractivos aún en una persona de piel oscura.
Llevaba pantalones oscuros y una camisa blanquísima desabotonada para dejar al
descubierto los músculos del pecho y su piel bronceada por el sol. Un elegante
reloj brillaba en su muñeca y sus zapatos eran italianos, confeccionados a
mano.
Sentía que el corazón le
daba un vuelco, por la vergüenza. Si era un cliente potencial, Lali temblaba
ante la mala impresión que le estaba causando. El viejo barco de pesca tenía la
pintura en pésimas condiciones, la madera decolorada por el sol y el motor roto
y la apariencia desaliñada de la chica tampoco inspiraba confianza, su oscuro
cabello estaba cubierto por una gorra de béisbol manchada de grasa. La bata de Jaime
le quedaba enorme y su cara estaba manchada de aceite.
El hombre la inspeccionó
con rapidez y después de observar el desorden de la cubierta, clavó la vista en
ella una vez más y, después de un silencio exasperante, habló con brusquedad:
—Busco a la señorita Espósito,
la propietaria de este… este trasto flotante. ¿Dónde está?
Su tono despreciativo y
la descripción del Miranda la irritó, pero se tragó su orgullo.
—Yo soy Lali Espósito
—afirmó con serena dignidad. Hizo un ademán de desconcierto al volver la vista
al compartimento del motor—. No es nada serio. Mi hermano llegará en cualquier
momento y lo arreglará.
—¿Es usted la hermana
mayor de Jaime Espósito? —replicó con un tono de decepción.
¿Quién diablos se creía
que era ese hombre para hablarle de aquella manera? ¿Y qué tenía que ver con Jaime?
Su hermano nunca le había dicho que conociera a un hombre alto, moreno, de ojos
verdes y con una risa sarcástica.
—¿Para qué quiere verme
exactamente, señor…? —le preguntó con voz glacial.
—Lo sabrá a su debido
tiempo —le informó, áspero—. ¿Puedo sugerirle que se ponga algo más adecuado
para una mujer y se quite la mugre de la cara? Sólo entonces le contestaré.
—Mire, no… no esperaba a
nadie —explicó resentida al tiempo que se ruborizaba—. Estamos a punto de
zarpar. Además a nadie le importa lo que me ponga para trabajar.
El desconocido hizo caso
omiso del arrebato de la muchacha y caminó hacia el compartimento del motor. Después
de echar una mirada sacudió la cabeza y se volvió hacia ella.
—¿Dónde compró el motor?
¿En un museo?
—No está en tan malas
condiciones —apretó los dientes y también los puños a su espalda—. Reconozco
que está viejo, pero una vez que empieza a funcionar trabaja bien. Jaime lo
arregla, ya lo ha hecho varias veces sin problema alguno.
—Ah, sí, Jaime Espósito
—una sonrisa de desagrado apareció en el rostro del recién llegado—. O Jaime a
secas. Por desgracia no está aquí ahora que lo necesita, ¿verdad? —Consultó su
reloj—. Qué lástima. Me dijeron que era imprescindible que entregara el último
cargamento de La Plata a las ocho de la noche. Es un trayecto de seis horas en
un barco de este tipo y ya ha perdido dos horas.
—Llegaremos a tiempo
—aseguró con una confianza que no sentía. ¡Maldito Jaime! Si hubiera sido puntual,
ya estarían de camino a La Plata.
El desconocido se quitó
la camisa y la colgó con cuidado en la barandilla. El movimiento la sorprendió
por completo y miró fascinada su cuerpo bronceado, esbelto y musculoso. A la
luz del sol, la piel varonil brillaba como seda, al fin recuperó la voz y
respiró hondo.
Continuará....
Más!
ResponderEliminarMe encanta el comienzo...ya empiezan los roces entre ellos jajaja me parece que va a ser buenisima...
ResponderEliminarEs buenísima,te va a gustar.Os va a gustar.Pero no podré comentar mucho para no desvelar.
Eliminarme encanta la nove! ya quiero leer el segundo cap!!
ResponderEliminarbesos! @OrgulloxLanzani
Como te comenté aquí estoy para leerte. Interesante forma de conocerse.
ResponderEliminarYa quiero leer más! :)