Hola!! como estuvo su tarde? espero que hayan disfrutado su día con sus amigos, pareja, familia o el perro jajaj Hasta aquí cumplo mi promesa, ahora depende de ustedes la subida de otro capítulo :) Espero que estén disfrutando de la maratón! Besos.
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—Lo
siento —dijo con suavidad.
Peter
aspiró profundamente.
—Hay
mucho que hacer. No sé cuándo tendré un minuto libre.
—Lo
entiendo. Yo también tengo mucho que hacer, todas las pólizas de seguros, cosas
así.
Habría
sido agradable que pudieran apoyarse el uno en el otro a lo largo de las duras
pruebas que los aguardaban, pero la necesidad los empujaba en direcciones
distintas. Como el dragado del lago debía hacerse con la supervisión de las
autoridades, el acceso a dicho proceso sería limitado; eso lo sabía Lali sin
necesidad de que se lo explicaran. Peter estaría allí, pero no se permitiría el
paso a ningún otro civil que no participara directamente en la operación de
dragado.
—No
quiero dejarte —murmuró Peter, y ciertamente parecía incapaz de moverse a pesar
de todo lo que aún quedaba por hacer antes de que terminara la noche.
—Es
necesario. Mis problemas son en su mayor parte papeleo y compras, puedo
ocuparme de ellos yo sola. Tú tienes problemas más serios.
Peter
le levantó la cabeza con los dedos y clavó su mirada en ella.
—Hablaremos
cuando esto haya terminado —dijo, una promesa que sonó más bien a una amenaza. Después
la besó, una caricia cálida y dura—. Si me necesitas, llámame.
—Está
bien.
La
besó de nuevo, y Lali percibió que no tenía ganas de irse. Le acarició el pelo
para consolarlo.
—No
quiero irme —confesó Peter, apoyando su frente en la de ella—. Hace doce años
tuve que decirle a mi madre que mi padre la había dejado por otra mujer; ahora
tengo que decirle que en realidad lo asesinaron. Lo peor de todo es que sé que
esto no va a alterarla tanto como lo primero.
—Tú
no eres responsable de lo que ella sienta o no sienta —replicó Lali, tocándole
el labio inferior con el pulgar—. Tú y Eugenia amaban a Nicolás, de modo que no
le faltará quien lo llore.
—Eugenia.
—Peter apretó los labios y su mirada se endureció—. Ha confesado lo que hizo,
lo de las notas y el gato. Nicolás estaba destrozado, ha violado varias leyes
con esa travesura.
—Deja
que las cosas se tranquilicen antes de hacer nada —le aconsejó Lali—. Al fin y
al cabo, la familia es la familia. No debes actuar precipitadamente y provocar
una brecha. Recuerda que ella también ha pasado mucho. —Su propia familia había
quedado dispersa a los cuatro vientos y su vida estaba sembrada de graves
pérdidas, de modo que sabía muy bien lo que estaba diciendo. Vio reflejado en
los ojos de Peter que aceptaba aquella verdad.
Un
enorme bostezo se apoderó de ella, y la cabeza se le cayó contra el hombro de Peter.
—Éste
ha sido mi último consejo por esta noche —dijo, y bostezó otra vez.
Peter
la besó en la frente y la apartó de él con suavidad. Tuvo que obligarse a sí
mismo a dejarla, pero sabía que si no lo hacía ya, se derrumbaría sobre la cama
con ella.
—Duerme
un poco, nena. Si me necesitas, llámame.
* * *
En
los días que siguieron, Lali se dio cuenta de que tenía una amiga en la ciudad.
No sabía si Candela Vetrano se habría enterado por los chismorreos de dónde se
alojaba Lali y le ofreció voluntariamente sus servicios, o si Peter la habría
llamado para pedirle que la ayudara, pero no preguntó. Candela llamó a la
puerta de la habitación del motel a las diez de la mañana del día siguiente y
se puso a disposición de Lali.
Lali
ya había llamado a Jimena y lo había arreglado todo para que le hiciera una
transferencia bancaria, pero todavía necesitaba algún medio de acudir al banco
a retirar el dinero. Y también necesitaba, con bastante urgencia, realizar
algunas compras, y no sabía si alguna de las tiendas de la ciudad le vendería algo.
La situación entre ella y Peter se había modificado de manera drástica, pero en
la ciudad no estaba al tanto.
—Lo
primero es lo primero —declaró Candela cuando Lali dijo que tenía que ir al
banco. Observó a Lali con ojo crítico cuando ésta salía para subirse al auto.
Las quemaduras no resultaban tan incómodas, pero Lali tenía la misma sensación
que si la hubiera atropellado un camión, probablemente a consecuencia de las
dos duras colisiones que había tenido con el suelo—. Voy a llevarte a mi casa
—dijo Candela—. No tengas vergüenza en usar mi maquillaje, peinarte y
arreglarte un poco. Y mientras lo haces, si me dices la talla que usas, te haré
unas cuantas compras rápidas. Nada maravilloso —le dijo cogiéndola de la mano
cuando la otra abrió la boca para protestar—, sólo ropa interior, unos
pantalones y una blusa para que puedas quitarte esa bata. Ya me lo pagarás
cuando saques el dinero.
Poniendo
las cosas de aquel modo, Lali no pudo negarse.
—Gracias
—dijo sonriente a Candela—. Estaba pensando si podría comprar ropa en la
ciudad.
—Podrás
—aseguró Candela con total seguridad—. O de lo contrario yo misma llamaré a Peter
Lanzani y le diré que resuelva el tema. Además, la ciudad entera no para de
hablar de la noticia de que su padre en realidad no se fugó con tu madre, que
tú imaginaste que lo habían asesinado y por eso regresaste aquí a demostrarlo.
Estamos todos pasmados con lo del señor García. ¡Imaginar que se puso a
discutir con su mejor amigo y lo mató accidentalmente, y lo ha ocultado durante
todos estos años! Eso debió de volverlo loco para prender fuego a tu casa de
esa manera. ¿Es verdad que intentó dispararte a ti también, y que Eugenia Lanzani
consiguió disparar primero?
—Algo
parecido —dijo Lali débilmente, preguntándose cuál sería la versión oficial. No
quería contradecir lo que estuviera diciendo la gente. Que ella supiera, tan
sólo Peter, Eugenia y ella estaban enterados de la aventura no deseada de ésta
con Alejo que había durado —siete años.
Candela
la dejó en su casa, y Lali disfrutó de otra larga ducha durante la cual tuvo
que enjuagarse el pelo varias veces con un champú con olor a fresa para
quitarle el olor a humo. Le tomó la palabra a Candela y se embadurnó de crema
hidratante de la cabeza a los pies, tras lo cual empezó a sentirse humana de
nuevo. Se puso una cantidad mínima de maquillaje, justo lo suficiente para
aportar un poco de color a la cara, y se secó el pelo con el secador. Para
cuando terminó, Candela ya estaba de vuelta con las compras, entre las cuales,
por fortuna, se incluía un cepillo de dientes.
La
ropa era sencilla: ropa interior, y un ligero conjunto de lino de pantalón y
túnica. Era maravilloso volver a llevar ropa interior; era muy consciente de su
desnudez bajo la bata. Candela tenía buen ojo para los colores; el conjunto de lino
que le había escogido era en tonos tierra y de la talla correcta, el hecho de
saber que la favorecía le levantó el ánimo.
Continuará...
Ayye encanta como cande se trata a lali. Es un amor(: y quiero saber q pasa ahora entre euge y nico. Quiero mas y ya!!
ResponderEliminarBuenísimo k el pueblo comente lo sucedido ,y k Lali volvió para esclarecer k asesinaron a Nícolas.
ResponderEliminarClaro k quiero mas caps,es un vicio esta novela.
ResponderEliminarYa se van aclarando las cosas...lo unico que la madre de Peter no se si la acepte...es verdad que su padre no se fue con la madre de Lali pero...si estaban liados y eso es muy fuerte, aceptar como nuera a la hija de la amante de sumarido...muy fuerte...pero espero que todo se arregle...
ResponderEliminarMe encanta esta novela