miércoles, 4 de julio de 2012

Capítulo 43








WOW! 1000 visitas, que emoción! jijiji ahora faltan las firmas eh! jeje 
No digo más y les dejo el capítulo!
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Regresó al auto maldiciendo furioso por lo bajo. Si se pudiera alcanzar el trasero, se habría dado una patada en él. ¡Dios, tenía que decir precisamente lo más idiota, imbécil, lo más cruel de todo! No le pasó inadvertida la ironía que encerraba aquello. Había hablado con palabras dulces a más mujeres de las que recordaba, y ninguna de ellas había significado ni un comino para él. Pero con Lali, que era capaz de hacerle sentir cosas inimaginables, se las había arreglado para decir exactamente lo peor posible. Ella se había alejado inmediatamente, toda aquella pasión maravillosa se había convertido en cenizas, la expresión de su cara se había vuelto lisa y vacía como la de una muñeca.
Ya había visto aquella misma expresión otra vez, en otra noche que no olvidaría jamás, y rezó  para no volver a verla nunca.

Los tumultuosos acontecimientos de aquel día también lo habían dejado a él un tanto tembloroso. Primero fue lo de encontrarse aquel maldito gato muerto en la cocina de Lali, después la frustración de intentar persuadirla de que podía estar en peligro y que por su bien debería marcharse de Prescott. Pero decirle aquello fue como hablar con un poste, excepto que el poste por lo menos no discutía con uno. Tenía aquella mirada tenaz, aquel gesto de levantar la ceja, y seguía en sus trece más terca que una mula. Luego vino el enfado de Alejo por haberla llevado en su auto, como si estuviera contaminada y Eugenia se había comportado como si él le hubiera dado una cachetada con un pescado.

Había ido hasta el lago en busca de soledad completa, y se había sentado en la terraza apoyado en la pared, contemplando el reflejo de la luna en el agua y reflexionando sobre los irritantes sucesos del día cuando apareció Lali, silenciosa como un fantasma. Se la quedó mirando, sin creer lo que veían sus ojos, luchando contra la furia que le produjo ver que evidentemente había venido caminando por el bosque de noche, porque estaba claro que no había llegado en auto.

La vio dirigirse recto hacia el garaje para botes y recorrerlo con la luz de la linterna. ¿Qué andaría buscando? Era la segunda vez que la sorprendía merodeando por aquel lugar.  Y entonces fue cuando lo asaltó la lujuria, borrando todo lo demás. Le había advertido, y el hecho de que ella estuviera allí significaba que estaba dispuesta a pagar el precio.

Deseaba creer que podría haberse detenido si Lali hubiera dicho que no, sin embargo, se alegraba de no haber hecho la prueba. Lali no había dicho que no, no había dicho nada, sino en que en vez de eso se había retorcido contra él como si intentara meterse debajo de su piel, y aquello le había hecho perder la cabeza por completo. Se mostró dulce y ardiente, arqueando el cuerpo bajo su contacto, ofreciendo su boca tierna y apasionada. En aquel momento nada ni nadie podría haberlo separado de ella, y aún le temblaba el cuerpo al recordarlo En cierta ocasión la había llamado puritana, y había dado justo en el blanco. Sacudió la cabeza en un gesto negativo, todavía intentando comprender lo que había conocido de ella aquella noche.

Lali Espósito Martínez, la hija de un borracho y de una puta, no bebía, no fumaba y no tenía relaciones. Probablemente era virgen cuando se casó, y de pronto tuvo la certeza de que él era el único hombre que había estado con ella desde la muerte de su marido. A pesar de toda aquella ardiente sensualidad con la que había reaccionado, era un tanto mojigata; no juzgaba a los demás, pero ciertamente ella se guiaba por normas muy estrictas. 

Era a causa de sus padres, por supuesto. Después de haberse criado como se había criado, estaba decidida a no parecerse nunca a ellos.  Para Peter, no había problema en ello, siempre que Lali no intentase atrincherarse y alejarse de él. Tenía la impresión de que aquello era precisamente lo que iba a hacer, y por nada del mundo iba él a permitir que se saliera con la suya.


No pienses en ello. No pienses en él. 
Lali se despertó temprano de un sueño inquieto, con los ojos pesados y la misma sensación de cansancio que cuando se acostó. La noche anterior había apartado a Peter de sus pensamientos, haciendo caso omiso de la vibración que aún persistía después de que él hubiera usado su cuerpo, incluso lo borró de su mente mientras se daba una ducha para lavar toda prueba de aquel uso. Pero a pesar de su fuerza de voluntad, la traicionó el subconsciente e introdujo a Peter en sus sueños, de modo que al despertarse se descubrió a sí misma buscándolo con las manos, y con el cuerpo temblando de deseo por él.

Durante cuatro años había reprimido las necesidades de su cuerpo con tal firmeza que terminaron siendo casi inexistentes, pero en lo que concernía a Peter no poseía el mismo control.

Más le valía admitirlo. La noche pasada él la había excitado despiadadamente, la había forzado a llegar a un final que no logró comprender, y ahora su cuerpo quería más. Por lo visto, no importaba que estuviera rígida y dolorida ni que él la hubiera desconcertado con palabras hirientes; físicamente, lo deseaba. Quería más de aquel placer violento y devastador. No sabía que pudiera ser así, y el descubrimiento la había dejado a la vez humillada y atónita.

Peter la había tratado como una puta. Había seducido a María Del Cerro con paciencia y ternura; ella lo había visto, de modo que conocía la diferencia. A María le había murmurado palabras de amor en francés, y a ella frases sexuales. Estaba claro que sólo merecían su consideración las mujeres que eran socialmente iguales a él. Se le encogía el corazón por la vergüenza, pero su cuerpo ansiaba más de aquel tratamiento brutal. A lo mejor Peter tenía razón al tratarla así; a lo mejor su herencia había permanecido sólo escondida durante todos aquellos años y ahora volvía a la vida.

No iba a dejarla en paz; Lali sabía aquello tan bien como su propio nombre. Había intentado convencerla de que se marchara de Prescott a otro sitio para poder estar juntos, pero quizá fuera más eficaz la táctica contraria. Ella lo intentaría, pero no podría evitar a Peter del todo, y no sabía cuántos encuentros más podría soportar su autoestima.

Todavía tenía que averiguar quién había matado a Nicolás. Ahora ya no era tanto por sí misma, sino por Peter. La familia de Nicolás se merecía saber que él no los había abandonado. No había conseguido entrar en el garaje para botes, y necesitaba hacerlo. Necesitaba hablar con el detective Estrella para saber si había encontrado al señor Bauer. Necesitaba hacer más preguntas, inducir al asesino a que actuase, pues sólo si se movía podría ella verlo.



Aquel día la volvió loca el teléfono. Lali pensó en desenchufar el maldito aparato, pero se recordó a sí misma que aún tenía un negocio que dirigir. No disponía de una línea aparte para el fax, de modo que el teléfono tenía que seguir funcionando. En cambio, sí dejó que atendiera las llamadas el contestador. Por desgracia, la mayoría de ellas eran de Peter.

Su tono de voz en el primer mensaje fue a la vez exasperado y tranquilizador:
—Quería verte hoy, pero he tenido que ir a Nueva Orleans a primera hora de la mañana. Ahí es donde me encuentro ahora, y según parece no regresaré hasta esta noche, muy tarde.
Bueno, era un alivio, pensó Lali. Ahora ya no estaría todo el tiempo nerviosa, temiendo que él se presentase en cualquier momento en el porche de su casa.
El mensaje continuaba, ya en un tono más profundo, más íntimo:

—Tenemos que hablar, nena. ¿Quieres que pase a verte esta noche, cuando regrese a casa? Volveré a llamarte más tarde.

—¡No! —gritó Lali al teléfono al oír que él colgaba y el contestador se desconectaba.

Fue aproximadamente media hora más tarde cuando cayó en la cuenta. Peter estaba en Nueva Orleans; no estaba ansiosa por volver a la casa de verano, pero si fuera ahora, por lo menos estaría a salvo de ser detectada. Era posible que aquélla fuera la mejor oportunidad que iba a tener, y ni siquiera tendría que acercarse andando por el bosque.


Continuará...

4 comentarios:

  1. mas novela la verdad que es cierto lo que dice lali y peter peter fue reeeeeeeeee frio cn ella la verdad que si mas novelaaaaaaaaaaaaaaaaa

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  2. Peter no se entiende ni a si mismo,jajaja,esta mas perdido ,le da a Lali una d cal y una d arena ,y sin darse cuenta ella también esta perdida,enamorada d el desde niña.Ha tardado en darse cuenta k el no estaba,y podía ir tranquila a la casa d verano.Espero k encuentre la dichosa bala.

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  3. Es totalmente lógico que Lali se sienta de esa forma y me parece muy triste porque no se lo merece. Al menos aunque no se lo demuestre Peter si sabe lo buena persona que es, muy distinta a la idea que el se había formado de ella. Ojalá pronto las cosas mejoren para ella.
    Un saludo.

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