Hola!! como andan? yo exhausta! acabo de salir de un entrenamiento horrible...peeeero aquí me tienen :) jiij
Chicas vayan acostumbrándose a este Peter porque en muchas ocasiones lo van a odiar!
Espero que les guste el capítulo de hoy y firmen mucho! jejeje Besos y que tengan linda semana!
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La cubierta del Miranda estaba llena.
En la parte delantera había una docena de garrafas de aceite de oliva, cuatro
cajones con pollos, dos cabras, un piano pequeño y varias bolsas de fruta y
verdura.
Dos hombres de edad avanzada tocaban
unas flautas y escupían a un lado.
En la caseta del timón, Lali encendió
la radio para oír el último pronóstico del tiempo. Aunque el agua era clara,
estaba revuelta. El tiempo había sido maravilloso durante demasiado tiempo y,
cuando una tempestad golpeaba el Atlántico, era catastrófico.
—¿A qué se debe esa mirada de
preocupación?
Lali echó un vistazo a Peter, quien de
pronto apareció en la puerta. Ya habían pasado cuatro días desde que tuvieron
aquella pelea en la playa, pero desde entonces, su relación era bastante
agradable. Charlaban poco, pero al menos se habían acabado los insultos y él no
había vuelto a mencionar a Jaime ni le recordó la amenaza que pesaba sobre
ella. Tal vez había cambiado de opinión, pero era poco probable porque Peter Lanzani
no parecía ser un hombre que rectificara su actitud. Si su intención era
dejarla embarazada, nada en el mundo lo detendría. Quizá sólo estaba cambiando
de táctica y trataba de ser sutil por primera vez en su vida.
—Tengo un mal presentimiento con
respecto a este tiempo —susurró.
—¿Cuál es el último pronóstico?
—contempló el mar tranquilo y el cielo sin nubes.
—Igual al anterior. Continuará el buen
tiempo.
—¿Pero tienes un mal presentimiento?
—¡Es verdad! —exclamó, resentida—.
Ahora ríete, ponme en ridículo. Llámame imbécil.
—¿Doy la impresión de estar riéndome?
—sus facciones se endurecieron y sus ojos verdes brillaron de manera familiar.
—No —apartó la vista, avergonzada.
—Si aseguras tener un mal presentimiento,
es suficiente para mí —gruñó.
La chica apretó la boca con
desconfianza y después volvió a mirarlo buscando en su cara el más leve signo
de burla, pero no lo encontró.
—¿De verdad?
—Durante los últimos días he tenido la
oportunidad de observar tu trabajo. Sabes manejar este barco y estás
familiarizada con estas aguas. Eres un marinero nato y confío en tu instinto.
El halago la sorprendió y sintió que
se ruborizaba.
—No… no insinúo que vaya a
desencadenarse una tormenta —se protegió—. Lo que quiero decir es que éste es
un mal lugar para que nos pille.
—¿Por qué? —parecía desconcertado por
la afirmación.
—Si consultas la carta de navegación,
verás que no tenemos mucha agua debajo del barco. Estamos navegando encima de
un escollo sumergido. Al norte de nosotros, el mar es mucho más profundo, y un
viento fuerte sólo crea olas muy altas que podríamos salvar sin problema. Pero
cuando estas olas llegan a la superficie, rompen y el mar ataca en todas
direcciones, como una caldera de agua hirviendo. El Miranda no se hundiría,
pero sería azotado de forma terrible.
Demasiado tarde comprendió que la
invitación que le había hecho de que consultara la carta de navegación también
era una invitación a que se acercara a ella, y la piel de su pecho desnudo una
vez más rozó la parte superior del brazo de Lali. A pesar de que sus terminales
nerviosas se sacudieron, ella se quedó inmóvil, temerosa de que Peter
interpretara el más ligero movimiento de ella como un indicio de deseo sexual.
Al fin, Peter se enderezó y dijo
gruñendo:
—Sería aconsejable meter la carga en
la bodega, porque está muy poco protegida en la cubierta.
—Pensaba justo en eso. Nunca he
perdido un cargamento y no pretendo empezar ahora. Primero meteremos en la
bodega el piano y las cabras; el resto nos llevará sólo unos minutos. Los dos
pasajeros pueden bajar al camarote.
—Está bien. Lo haré ahora —respondió Peter.
Lali cambió la frecuencia de la radio
a onda corta y mientras escuchaba las noticias, con disimulo observó el trabajo
de Peter. Después de desamarrar la grúa, Peter tiró de ella hacia adelante y la
enganchó al piano. Después de ponerlo en la bodega, prestó atención a las dos
cabras. Con un pedazo de cuerda, con habilidad, formó una cuna y una a una las
metió en la bodega.
La chica reconoció que Jaime no lo
habría hecho mejor ni más rápido y ese hombre sin duda estaba acostumbrado al
trabajo duro. Lo comprendió desde el momento en que subió toda esa agua por la
colina, porque un cuerpo como el de él no se desarrollaba dictando cartas en
una oficina.
Por último, desamarró la lona
impermeabilizada, en caso de que tuvieran que cubrir la bodega deprisa.
Apartando los ojos de él, Lali revisó
la brújula y se regañó a sí misma mientras corregía el rumbo del barco. Eso es
lo que ocurría cuando no se ponía atención al trabajo. Esperaba que Peter no se
hubiera dado cuenta, aunque era difícil, ya que esos ojos verdes y calculadores
estaban pendientes de todo.
Un poco después, Peter regresó con la
chica y apagó la radio.
—¡La estaba oyendo! —se quejó Lali.
—Puedes oírla después. Ahora prefiero
hablar.
—Si se trata de Jaime y de tu hermana,
no quiero escucharte —le lanzó una mirada de reproche—. Habla de cualquier cosa
menos de ellos.
—Está bien. Hablaremos de ti —de
manera inesperada se puso detrás de ella, haciéndola abrir enormemente los
ojos, cuando con las manos le oprimió los senos.
—¡Basta! —apretó el timón—. ¿Qué
diablos haces?
—Pasando el tiempo de la forma más
agradable que puedo pensar, dadas las circunstancias —su voz era suave y
vibrante.
Continuará...
Que fresco nuestro Peter no??? un aprovechador total...ajajaja Besos las quiero!! :)
Ja ja es un genio! Más!
ResponderEliminarPeter es d ideas fijas.
ResponderEliminarHolaa! Disculpas por no poder comentar los caps anteriores, pero no había estado en casa y no tenía acceso a pc. Insisto, espero que en algún momento este Peter logre caerme bien. Me encanta que Lali lo ponga a trabajar mucho.
ResponderEliminarEspero el siguiente :)
me encanta esta novela massss plisss
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