domingo, 15 de julio de 2012

Capítulo 53








Hola! como va su Domingo? espero que bien y que estén disfrutando de su fin de semana largo! El capítulo de hoy viene bien largo, pero si hay 5 firmas dentro de un rato subo otro.
Besos!
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Eugenia lloró largo rato después de que Peter colgó el teléfono, con los brazos cruzados encima de la mesa del despacho y la cabeza apoyada en ellos. Las lágrimas saladas y calientes gotearon sobre la superficie pulimentada de la mesa, y ella las secó con la manga, pues no quería estropear el barniz.
Jamás se había sentido más perdida y confusa, ni siquiera cuando su padre los abandonó.

Nada estaba saliendo bien. No había conseguido decirle a Alejo que no iba a permitirle que la usara nunca más; cuando él bajó del dormitorio de su madre la otra noche y se quedó de pie en la puerta, mirándola fijamente, se le paró el corazón. Intentó decirlo, pero se le secó la garganta, y además Alejo se inclinó sobre ella y ya fue demasiado tarde. Se estremecía de vergüenza cada vez que pensaba en ello. ¿Cómo había podido permitir que la tocara? Iba a casarse con Nicolás. Se sentía sucia, y tenía la sensación de estar ensuciándolo a él al echarse en sus brazos después de haber estado con Alejo. Y todavía no le había dicho a Peter que Nicolás le había pedido que se casara con él, ni mucho menos le había dicho a su madre ni siquiera que estaba saliendo con él. Había tenido sumo cuidado en tener controlada su vida después de aquella estúpida escenita del intento de suicidio, pero ahora todo parecía volver a salirse de su curso.

Peter estaba con Mariana Espósito. Otro hombre al que amaba y del que dependía había sido seducido por una de aquellas putas. ¿Cómo podía hacerle eso Peter precisamente? Eugenia se meció adelante y atrás, abrazada a sí misma y gimiendo de tristeza mientras las lágrimas le resbalaban por las mejillas. Iba a pasar la noche con ella, sin preocuparse de lo que dijera la gente ni de los chismorreos que finalmente llegarían a oídos de su madre por mucho que ellos intentaran evitarlo.

La familia no le importó a su padre cuando estaba en la cama con Gimena Espósito, y ahora por lo visto Peter seguía sus pasos con la hija de Gimena. No había más que darles sexo para que no prestaran la menor atención a quién hacían daño.

Eugenia lloró hasta que los ojos se le hincharon y empezaron a dolerle, hasta que sintió el pecho dolorido por el esfuerzo de respirar. Entonces, por fin, la asaltó una especie de calma terrible.

Abrió el cajón del escritorio de Peter y contempló el revólver que estaba allí guardado. Aquella puta de los Espósito no había atendido a las advertencias que ella le había hecho, de manera que ya era hora de dejarse de sutilezas. Dolida y furiosa como estaba, no le importaba que Peter estuviera con Lali; tal vez le viniera bien que lo zarandearan un poco, pensó al tiempo que cogía la pistola.
Esta vez iba a ser ella la que expulsara a una Espósito del pueblo.


—¿De qué se trata? —quiso saber Peter, estirándose para apagar la lámpara. Acurrucó a Lali contra sí en la súbita oscuridad—. Te pusiste seria.

—Así es. —Lali parpadeó para reprimir el súbito escozor de las lágrimas—. He dejado pasar tiempo para decirte esto porque... porque no puedo soportar hacerte daño. Y... antes quiero decirte otra cosa. —Respiró para tomar aliento y se aferró a su coraje con las dos manos—. Te amo —dijo en voz baja teñida de ternura—. Te he amado siempre, incluso desde que era pequeña. Vivía con la ilusión de verte por casualidad y de tener la oportunidad de oír tu voz. No hay nada que haya podido cambiar eso, ni siquiera lo que sucedió aquella noche, ni los doce años que han transcurrido desde que me marché.
Peter estrechó su abrazo y abrió los labios, pero ella posó los dedos en su boca para acallarlo.

—No, no digas nada —rogó—. Déjame terminar. —Si no lo decía todo seguido, tal vez perdiera el valor—. Peter, tu padre no se fugó con mi madre. —Percibió que el cuerpo de Peter se ponía en tensión y lo abrazó con más fuerza—. Sé dónde está mi madre ahora, y Nicolás no está con ella. No lo ha estado nunca. Está muerto. —Lo dijo lo más suavemente posible. Las lágrimas rebosaron por fin de sus ojos y se deslizaron lentamente por sus mejillas—. Alguien lo mató aquella noche. Mi madre vio quién lo hizo, y le dio miedo que la matase a ella también, de modo que huyó.

—No sigas —dijo Peter en tono áspero. Apartó sus brazos de él y le dio a Lali una sacudida leve y brusca—. No sé si la que miente eres tú o Gimena, pero yo recibí una carta de él que llevaba el matasellos del día siguiente, en Baton Rouge. Si lo mataron la noche anterior, la carta la escribió un muerto.

—¿Una carta? —preguntó Lali, estupefacta. De todas las cosas que podía decir Peter, aquello era lo más insólito—. ¿De tu padre? ¿Estás seguro?

—Por supuesto que estoy seguro.

—¿Era de su puño y letra?

—Estaba escrita a máquina —respondió Peter. Su incomodidad se iba convirtiendo rápidamente en cólera. Se sentó y bajó los pies de la cama—. Pero la firma era la suya.

Lali se lanzó sobre Peter y lo abrazó por los hombros para retenerlo, aunque sabía muy bien que él podría quitársela de encima con la misma facilidad que si se tratara de un molesto mosquito.
Le dijo con desesperación:
—¿Qué decía la carta?

—¿Qué importa eso, maldita sea? —Peter la sujetó por las muñecas intentando liberarse sin hacerle daño. Lali se aferró a él aún más fuerte, apretando el cuerpo contra el suyo.

—¡Sí que importa! —Ya estaba llorando, y sus lágrimas mojaban la espalda de Peter.

Él susurró otro juramento, pero no se movió. A pesar de lo furioso que estaba con Lali por haber sacado el tema, y mucho más por haber intentado que se tragase una mentira tan ridícula, ella estaba llorando, y tuvo que luchar contra el impulso de atraerla hacia él y consolarla. Dijo en tono áspero:
—Era una carta de poderes. Sólo eso, sin explicaciones. Sin ese documento, probablemente habríamos perdido todo lo que teníamos. —Su pecho se expandió al inhalar profundamente—. Si no hubiera sido por esa carta, yo habría tratado de dar con él, pero ni siquiera decía que lo lamentaba, ni se despidió. Fue como si estuviera ocupándose de un pequeño detalle que se le había olvidado.

—A lo mejor la escribió otra persona —apuntó Lali, experimentando en su interior el dolor que debía de haber sufrido él—. A lo mejor la escribió el asesino. ¡Peter, te juro que mi madre vio cómo le disparaban! Aquella noche estaban frente a la casa de verano cuando llegó un auto. Mamá me dijo que Nicolás y el otro hombre entraron en el garaje para botes y los oyó discutir...
En aquel momento Peter se levantó bruscamente de la cama zafándose de Lali. Giró en redondo para agarrarla de los brazos y sujetarla contra el colchón.

—Por eso estabas tú buscando por allí —dijo con incredulidad, y extendió la mano para encender la lámpara y así poder verle la cara. La miró furioso, con los ojos ardientes como carbones, y la sacudió de nuevo—. ¡Maldita sea! ¡Por eso has estado haciendo todas esas preguntas sobre Nicolás!, ¡Tú crees que lo asesinaron y has estado intentando averiguar quién fue!

Rara vez en su vida había estado más furibundo; le temblaban las manos por el esfuerzo de controlarse. No se creía que su padre hubiera sido asesinado, pero era evidente que Lali sí lo creía, y la muy temeraria había intentado encontrar ella sola al asesino. Si de verdad se había cometido un homicidio, ella habría corrido un riesgo enorme. Peter se debatía entre tomarla en sus brazos para besarla y ponerla encima de sus rodillas para darle unos azotes en el trasero. Las dos opciones ejercían un tremendo atractivo.

Mientras se decidía, Lali dijo:
—Sabía que no iba a encontrar nada, pero registré el garaje en busca de un casquillo de bala...

—Aguarda un minuto. —Peter se pasó la mano por la cara en un intento de asimilar aquella última confesión—. ¿Cuándo registraste el garaje?

—Ayer por la mañana.

—Está cerrado con un candado. ¿Es que has añadido a tu repertorio la habilidad de allanar moradas?

—Entré nadando por debajo de la puerta y salí a la altura de la grada del bote.
Peter cerró los ojos y contó hasta diez. Luego repitió la operación. Le temblaban las manos, y las cerró en dos puños. Por fin abrió los ojos y miró fijamente a Lali abatido por la incredulidad.

Temeraria no era el término adecuado; era demasiado intrépida para su propia seguridad, y no digamos para su cordura. La red que había debajo del garaje, diseñada para que no penetrasen inquilinos no deseados de la variedad de los reptiles, se había aflojado con el paso de los años y él no la había reparado, pero seguía estando allí. Bien fácilmente podría haberse enredado en ella Lali y haberse ahogado. Entonces la habría perdido para siempre. Un sudor frío se condensó sobre su frente.

—No encontré nada —dijo Lali, mirándolo intranquila—. Pero hay alguien a quien estoy poniendo nervioso. ¿Por qué crees que me han mandado esas notas de amenaza?
Era como recibir un puñetazo en el estómago. Peter se quedó tal cual, con la mente trabajando a toda velocidad. Entonces se le doblaron las rodillas y se dejó caer sobre la cama.

—Dios mío —dijo con expresión vacía a medida que se iba haciendo la luz en su mente horrorizada.

—Contraté a un detective privado —dijo Lali, abrazándolo de nuevo, con una necesidad desesperada de tocarlo. Se apretó contra él, y esa vez Peter la rodeó también con sus brazos y la atrajo hacia su pecho—. El señor Bauer. Se encargó de investigar los datos de tarjetas de crédito, de la Seguridad Social, de los impuestos... Pero no había ni rastro de Nicolás después de aquella noche.
¡Peter, no había ningún motivo para que Nicolás los abandonara a Eugenia y a ti, ni a todo ese dinero!  No los habría abandonado a ustedes por mi madre. ¿Por qué iba a hacerlo? No tenía sentido que hubiera desaparecido de aquel modo, a menos que estuviera muerto. El señor Bauer también pensaba que tenía que estarlo, e iba a formular algunas preguntas por la ciudad. —Un sollozo le surgió del pecho—. Ahora él también ha desaparecido, ¡y tengo miedo de que lo haya matado la misma persona!

—Oh, Dios —dijo Peter con la voz tensa—. Lali... No digas nada más. Calla un minuto, por favor.
Ella apretó la cara contra su pecho y obedeció. A pesar de todo, él la tenía abrazada, y comenzó a sentir esperanzas. Peter la meció suavemente adelante y atrás, consolándose a sí mismo a la vez que a ella.

—La carta la envió Alejo —dijo por fin con la voz amortiguada por el pelo de Lali—. Debería haberlo adivinado. Era la única persona que sabía que papá no había dejado un poder escrito, y sabía el lío en que nos encontraríamos sin ese documento si papá no regresaba, de modo que no corrió riesgos. Él estaba casi tan perturbado como yo, y dijo lo mismo que tú: ¿Qué motivos tenía mi padre para fugarse con Gimena? Ya la tenía para él, y mi madre hacía como que no sabía nada de aquellas aventuras, así que no tenía por qué... Está muerto. Está realmente muerto. —Se ahogó al decirlo, y su pecho se convulsionó.
Lali lo abrazó con fuerza y lo guió hacia la cama. Él se agarró a ella con manos desesperadas.

—Apaga... Apaga la luz —dijo, y Lali obedeció, comprendiendo que un hombre fuerte necesitase la oscuridad para llorar.

Peter se estremeció en sus brazos, con el rostro húmedo enterrado entre sus senos mientras su pecho se agitaba en profundos sollozos. Lali lloró con él, acariciándole la cabeza, la espalda y los hombros, sin hablar pero ofreciéndole el consuelo de su cuerpo, diciéndole que no estaba solo. Sin la intimidad del día que acababan de pasar juntos, dudaba que él le hubiera permitido verlo tan vulnerable. Pero es que ambos estaban unidos, tal como él había dicho, sus vidas habían sido tejidas juntas de manera inextricable por el pasado, y cimentadas por aquellas largas horas de intenso placer.
Había algo que Peter había dicho que chirriaba, pero Lali no alcanzaba a ver su importancia.
Lo apartó de su mente por el momento, concentrada sólo en abrazarlo.

Continuará...

8 comentarios:

  1. maaaaaaaaaaaaaaaaas novelaaaaaaaaaaaa porfavor me encantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

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  2. maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssss

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  3. geniaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

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  4. Nooooo, Me Quede Con La Intriga
    Espero Que Eugenia No Haga Ninguna Locura
    Y Por Lo Menos Peter Escucho A Lali
    Quien Podra Haber Matado A Nicolas?
    Que Intriga Que Tengo
    Subi Mas; Espero Prontito;)

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  5. K loca Euge,ni Nico logra k se mantenga cuerda,llama a Lali puta, y ella si k lo es ,le permite a Alejo k use su cuerpo,aún cuando se va a casar.Menos mal k Peter ,aunque está en tensión ,está preocupado x Lali.Eugenia seguro se presenta con el revolver,ahí si k espero k Peter la meta en un manicomio.Otro cap.

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  6. Incríble cap!! Rescato varias cosas: primero que Peter le haya creído a Lali, por un momento pensé que no lo iba a hacer, además el hecho de que en medio de todas las emociones y cosas que pasaban por su cabeza, se haya preocupado tanto por la seguridad de Lali. Y por último que se haya permitido mostrarse vulnerable con ella, llorar a su lado.
    Ojalá Eugenia no cometa alguna locura.

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  7. Como me alegro que Peter la haya creido...pero tengo miedode Euge...

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