Cuarto y último capítulo del día, aunque eso depende de ustedes! 5 firmas y otro! Besos.
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—¡Está bien! —La ira en
sus ojos se convirtió en amarga derrota—. Prometo no abandonar el puerto.
¿Satisfecho?
Por un instante la
contempló con tranquilidad antes de sacudir la cabeza.
—No sé si eres de fiar o
no. Lo sabré a su tiempo, pero mientras tanto, prefiero tenerte vigilada.
Ella no supo qué
contestar. Al ver que bajaba los hombros en evidente rendición, Peter inclinó
la cabeza satisfecho.
—Así está mejor. Primero
voy a comprar algo de ropa. Después cenaremos y tomaremos una copa como una
pareja normal. ¿Por qué no te relajas e intentas disfrutar?
—Trataré de hacerlo,
pero no concibo la idea de disfrutar en su compañía.
—Al menos puedes fingir,
¿no es verdad? —le alzó la barbilla con el dedo índice y sonrió—. De todos
modos tendrás que hacerlo tarde o temprano.
La calle, a lo largo del
paseo marítimo, era un estruendo de música, a través de los altavoces colgados
afuera de las tabernas y clubs nocturnos.
Peter la llevó a una parte
más tranquila de la isla y la escoltó por el impresionante vestíbulo de un
lujoso hotel para dirigirse a un salón denominado Restaurante del Gourmet.
Observó los manteles de lino blanco y la reluciente plata.
Acababan de entrar
cuando un hombre de enormes bigotes entró por una puerta lateral y saludó a Peter
con afecto. Como dos personas que hacía tiempo que no se veían hablaron mucho
rato, hasta que Peter guardó silencio para tener la cortesía de presentarla.
—Pablo, ella es la señorita
Espósito, también pertenece al negocio naviero —después de mirarla con irónico
regocijo, añadió—: Por el momento estamos hablando de una fusión.
Ella comprendió el
sarcasmo, no así el dueño del restaurante, quien hizo una cómica inclinación de
cabeza.
—Me alegro de conocerla.
Peter y yo somos amigos desde hace mucho tiempo.
Ella sonrió con
amabilidad. Aunque los amigos de Peter Lanzani no eran sus amigos, no iba a
demostrarlo; de por sí la velada ya era incómoda.
Pablo les asignó una
mesa solitaria y después le hizo una seña a un camarero, quien se acercó con
una botella de vino y dos vasos.
—¡Cava Clauss! —Peter
levantó una ceja después de revisar la botella—. ¿Cómo te las arreglaste para
conseguirla?
—Con mucho trabajo, Peter
—el dueño irradiaba felicidad ante la reacción de su amigo y extendió las
manos—. Siempre guardo algo especial para amigos como tú.
Peter le devolvió la
botella al camarero y éste llenó dos vasos. Lali, de mala gana, levantó el suyo
y tomó un sorbo. Por lo general prefería el vino blanco y el tinto, pero éste
era excelente. Tomó otro sorbo más largo y, al darse cuenta de que el dueño la
observaba con preocupación, bajó el vaso.
—Me gusta.
—La señorita Espósito
tiene un gusto excelente. Quizás le gustaría pedir ahora, ¿no es verdad?
Peter le entregó la
carta, pero ella no le hizo caso:
—Desearía un souvlaki, si lo tiene.
—Yo pediré lo mismo
—comentó Peter—. Pero antes me gustaría que me trajeran una pluma y papel, Pablo.
Pablo se lo pidió a un
camarero. Peter escribió deprisa unas instrucciones y le entregó el papel a Pablo.
—¿Puedes hacerte cargo
de esto, mi querido amigo?
—Por supuesto —Pablo
sonrió después de leer la lista—. Nos haremos cargo de todo, a tu entera satisfacción.
—¿Qué ha escrito en el
papel? —preguntó Lali, suspicaz, una vez que el dueño se fuera.
—Una lista de lo que
necesito —contestó, informal—. Ahora relájate, tranquilízate y disfruta de tu
vino.
¿Tranquilizarse? Sin
duda se burlaba de ella. Después de beber otro sorbo de vino, miró alrededor
con envidia. Las pocas veces que Jaime y ella tenían tiempo de cenar en tierra,
iban a una taberna barata. Sin duda ese lugar era carísimo… aunque para Lanzani
no significaba nada.
En ese momento, Peter
parecía contento de estar ahí, bebiendo su vino y observándola. La muchacha
hacía lo posible por ignorarlo y miraba hacia otro lado.
Cuando llegó la comida, Peter
tuvo la oportunidad de concentrarse en otra cosa. No debería tener hambre ya
que la tensión y la ira habían destrozado su estómago, pero de pronto recuperó
el apetito. Quizá había sido el vino o el delicioso aroma del cordero asado, o
tal vez la magnífica presentación de la ensalada.
Después de terminar de
cenar, Lanzani volvió a llenar los vasos. Ella ya había bebido dos con la comida,
lo cual era su límite, pero aquella situación no podía describirse como normal.
Nunca se había emborrachado, pero quizás aquél era el momento.
Estaba demasiado
preocupada como para prestar atención a lo que decía Peter, pero la mención del
Miranda fue lo que llamó su atención.
—¿Qué decía del Miranda?
—Que a pesar de su
estado es una buena embarcación —repitió con paciencia—. No es de fabricación
argentina. ¿Cómo la conseguiste?
—Era de mi padre —le
informó—. Después de su muerte, Jaime y yo nos la quedamos. Y tiene razón, no
es de fabricación argentina. Originalmente era un barco de pesca construido en
Escocia para resistir los rigores del Mar del Norte. Soporta todas las inclemencias
del Atlántico.
—Háblame de tu padre.
¿Qué clase de hombre era?
La noche avanzaba y otra
botella de vino apareció en la mesa. Lali se preguntaba cuánto tendría que
beber, para que el vino hiciera efecto.
—¿Por qué no me pregunta
qué desayuné esta mañana? —preguntó Lali con sarcasmo—. Me ha preguntado todo
lo demás.
—No exactamente —aclaró,
afable—. Háblame sobre tu ex-novio. ¿Era un buen amante?
—Eso no le importa
—contestó furiosa.
—Trato de que me importe
—le advirtió con voz baja y amenazadora—. Así que contéstame.
—No pienso hacerlo
—impávida, lo miró de frente—. Y no puede obligarme.
—Lali, parece que aún no
te das cuenta de la posición en que te encuentras, de modo que de nuevo voy a
explicártela. No es mi intención pasar un mes escuchando tus insultos, ni
viendo continuamente tu ceño fruncido. De ahora en adelante, harás justo lo que
te diga y fingirás disfrutar mi compañía —la examinó pensativo.
—No soy tan buena actriz
—aclaró con amargura—. Me pide lo imposible.
—Comprendo —suspiró
profundamente y, después de ponerse de pie, la miró con frialdad—. En ese caso,
me voy. Cogeré el transbordador de por la noche, y mañana a primera hora me
encargaré de tu hermano. Quizá necesite algunos días de hospitalización después
de su «accidente», pero estoy seguro de que caminará sin mucha dificultad en
una semana.
—¡Cielos! —exclamó
horrorizada—. ¡No! No lo haría… no podría… —su voz se apagó, pero una vocecita
interior le aseguró: «Desde luego que podría. Es un despreciable bárbaro. No lo
pensaría dos veces»—. Por… por favor —tartamudeó—. Por favor siéntese.
—Sólo si prometes
comportarte de una forma más civilizada de ahora en adelante.
Aquella era la peor
pesadilla que jamás hubiera imaginado.
Continuará...
Esta muy buena tu Nove!!
ResponderEliminarEs como muy arrogante peter!! Más!
ResponderEliminarEspero que en algún momento Peter logre caerme bien!
ResponderEliminarEspero más!!
Desaparezco una noche y subes ¿¿¿¿4 capitulos!!!!!!
ResponderEliminarAsi como es peter como va a hacer que a lali la atraiga es imposible...ya puede cambiar de tactica...espero que sea mas tierno cuando se de cuenta que se esta enamorando de ella...
masss massss plissss
ResponderEliminarjajajaj
esta ido.... me lei los 6 capis seguidos =)
ResponderEliminarlo diferente de esta novela, es que he leido ya otras de intentar enamorar al otro para vengarse por algo que hizo, pero nunca iba con los planes de frente ... me refiero a que por ejemplo, en este caso es Peter el que quiere vengarse, pues le dijo a Lali lo que planea hacer, en otras novelas la habira intentado de conquistar y luego le haria alguna mala jugada.
ME GUSTA mucho la nove
espero mas BESOS! @Inma_06
Peter sigue imponiendo su poder, x medio d las amenazas.
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