jueves, 26 de julio de 2012

"Cuñados" Capítulo 6




Cuarto y último capítulo del día, aunque eso depende de ustedes! 5 firmas y otro! Besos.
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—¡Está bien! —La ira en sus ojos se convirtió en amarga derrota—. Prometo no abandonar el puerto. ¿Satisfecho?
Por un instante la contempló con tranquilidad antes de sacudir la cabeza.
—No sé si eres de fiar o no. Lo sabré a su tiempo, pero mientras tanto, prefiero tenerte vigilada.
Ella no supo qué contestar. Al ver que bajaba los hombros en evidente rendición, Peter inclinó la cabeza satisfecho.
—Así está mejor. Primero voy a comprar algo de ropa. Después cenaremos y tomaremos una copa como una pareja normal. ¿Por qué no te relajas e intentas disfrutar?
—Trataré de hacerlo, pero no concibo la idea de disfrutar en su compañía.
—Al menos puedes fingir, ¿no es verdad? —le alzó la barbilla con el dedo índice y sonrió—. De todos modos tendrás que hacerlo tarde o temprano.
La calle, a lo largo del paseo marítimo, era un estruendo de música, a través de los altavoces colgados afuera de las tabernas y clubs nocturnos.
Peter la llevó a una parte más tranquila de la isla y la escoltó por el impresionante vestíbulo de un lujoso hotel para dirigirse a un salón denominado Restaurante del Gourmet. Observó los manteles de lino blanco y la reluciente plata.
Acababan de entrar cuando un hombre de enormes bigotes entró por una puerta lateral y saludó a Peter con afecto. Como dos personas que hacía tiempo que no se veían hablaron mucho rato, hasta que Peter guardó silencio para tener la cortesía de presentarla.
—Pablo, ella es la señorita Espósito, también pertenece al negocio naviero —después de mirarla con irónico regocijo, añadió—: Por el momento estamos hablando de una fusión.
Ella comprendió el sarcasmo, no así el dueño del restaurante, quien hizo una cómica inclinación de cabeza.
—Me alegro de conocerla. Peter y yo somos amigos desde hace mucho tiempo.
Ella sonrió con amabilidad. Aunque los amigos de Peter Lanzani no eran sus amigos, no iba a demostrarlo; de por sí la velada ya era incómoda.
Pablo les asignó una mesa solitaria y después le hizo una seña a un camarero, quien se acercó con una botella de vino y dos vasos.
—¡Cava Clauss! —Peter levantó una ceja después de revisar la botella—. ¿Cómo te las arreglaste para conseguirla?
—Con mucho trabajo, Peter —el dueño irradiaba felicidad ante la reacción de su amigo y extendió las manos—. Siempre guardo algo especial para amigos como tú.
Peter le devolvió la botella al camarero y éste llenó dos vasos. Lali, de mala gana, levantó el suyo y tomó un sorbo. Por lo general prefería el vino blanco y el tinto, pero éste era excelente. Tomó otro sorbo más largo y, al darse cuenta de que el dueño la observaba con preocupación, bajó el vaso.
—Me gusta.
—La señorita Espósito tiene un gusto excelente. Quizás le gustaría pedir ahora, ¿no es verdad?
Peter le entregó la carta, pero ella no le hizo caso:
—Desearía un souvlaki, si lo tiene.
—Yo pediré lo mismo —comentó Peter—. Pero antes me gustaría que me trajeran una pluma y papel, Pablo.
Pablo se lo pidió a un camarero. Peter escribió deprisa unas instrucciones y le entregó el papel a Pablo.
—¿Puedes hacerte cargo de esto, mi querido amigo?
—Por supuesto —Pablo sonrió después de leer la lista—. Nos haremos cargo de todo, a tu entera satisfacción.
—¿Qué ha escrito en el papel? —preguntó Lali, suspicaz, una vez que el dueño se fuera.
—Una lista de lo que necesito —contestó, informal—. Ahora relájate, tranquilízate y disfruta de tu vino.
¿Tranquilizarse? Sin duda se burlaba de ella. Después de beber otro sorbo de vino, miró alrededor con envidia. Las pocas veces que Jaime y ella tenían tiempo de cenar en tierra, iban a una taberna barata. Sin duda ese lugar era carísimo… aunque para Lanzani no significaba nada.
En ese momento, Peter parecía contento de estar ahí, bebiendo su vino y observándola. La muchacha hacía lo posible por ignorarlo y miraba hacia otro lado.
Cuando llegó la comida, Peter tuvo la oportunidad de concentrarse en otra cosa. No debería tener hambre ya que la tensión y la ira habían destrozado su estómago, pero de pronto recuperó el apetito. Quizá había sido el vino o el delicioso aroma del cordero asado, o tal vez la magnífica presentación de la ensalada.
Después de terminar de cenar, Lanzani volvió a llenar los vasos. Ella ya había bebido dos con la comida, lo cual era su límite, pero aquella situación no podía describirse como normal. Nunca se había emborrachado, pero quizás aquél era el momento.
Estaba demasiado preocupada como para prestar atención a lo que decía Peter, pero la mención del Miranda fue lo que llamó su atención.
—¿Qué decía del Miranda?
—Que a pesar de su estado es una buena embarcación —repitió con paciencia—. No es de fabricación argentina. ¿Cómo la conseguiste?
—Era de mi padre —le informó—. Después de su muerte, Jaime y yo nos la quedamos. Y tiene razón, no es de fabricación argentina. Originalmente era un barco de pesca construido en Escocia para resistir los rigores del Mar del Norte. Soporta todas las inclemencias del Atlántico.
—Háblame de tu padre. ¿Qué clase de hombre era?
La noche avanzaba y otra botella de vino apareció en la mesa. Lali se preguntaba cuánto tendría que beber, para que el vino hiciera efecto.
—¿Por qué no me pregunta qué desayuné esta mañana? —preguntó Lali con sarcasmo—. Me ha preguntado todo lo demás.
—No exactamente —aclaró, afable—. Háblame sobre tu ex-novio. ¿Era un buen amante?
—Eso no le importa —contestó furiosa.
—Trato de que me importe —le advirtió con voz baja y amenazadora—. Así que contéstame.
—No pienso hacerlo —impávida, lo miró de frente—. Y no puede obligarme.
—Lali, parece que aún no te das cuenta de la posición en que te encuentras, de modo que de nuevo voy a explicártela. No es mi intención pasar un mes escuchando tus insultos, ni viendo continuamente tu ceño fruncido. De ahora en adelante, harás justo lo que te diga y fingirás disfrutar mi compañía —la examinó pensativo.
—No soy tan buena actriz —aclaró con amargura—. Me pide lo imposible.
—Comprendo —suspiró profundamente y, después de ponerse de pie, la miró con frialdad—. En ese caso, me voy. Cogeré el transbordador de por la noche, y mañana a primera hora me encargaré de tu hermano. Quizá necesite algunos días de hospitalización después de su «accidente», pero estoy seguro de que caminará sin mucha dificultad en una semana.
—¡Cielos! —exclamó horrorizada—. ¡No! No lo haría… no podría… —su voz se apagó, pero una vocecita interior le aseguró: «Desde luego que podría. Es un despreciable bárbaro. No lo pensaría dos veces»—. Por… por favor —tartamudeó—. Por favor siéntese.
—Sólo si prometes comportarte de una forma más civilizada de ahora en adelante.
Aquella era la peor pesadilla que jamás hubiera imaginado.

Continuará...

7 comentarios:

  1. Esta muy buena tu Nove!!

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  2. Es como muy arrogante peter!! Más!

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  3. Espero que en algún momento Peter logre caerme bien!
    Espero más!!

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  4. Desaparezco una noche y subes ¿¿¿¿4 capitulos!!!!!!
    Asi como es peter como va a hacer que a lali la atraiga es imposible...ya puede cambiar de tactica...espero que sea mas tierno cuando se de cuenta que se esta enamorando de ella...

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  5. esta ido.... me lei los 6 capis seguidos =)

    lo diferente de esta novela, es que he leido ya otras de intentar enamorar al otro para vengarse por algo que hizo, pero nunca iba con los planes de frente ... me refiero a que por ejemplo, en este caso es Peter el que quiere vengarse, pues le dijo a Lali lo que planea hacer, en otras novelas la habira intentado de conquistar y luego le haria alguna mala jugada.

    ME GUSTA mucho la nove

    espero mas BESOS! @Inma_06

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  6. Peter sigue imponiendo su poder, x medio d las amenazas.

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