Hola! como andan? Perdón por subir tan tarde, pero como ya les comente mis padres me secuestran cuando pueden y cuesta que me suelten jijiji Hoy voy a subir mínimo dos capítulos, recuerden ir firmando.
Aviso: El twitter no me anda por las dudas
Aviso 2: me pone contenta su esfuerzo por firmar más, además de la suma de nuevas lectoras :)
Que disfruten el capítulo. Besos!
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Candela
pasó con ella la mayor parte del día, llevándola en auto a donde tuviera que
ir: el banco, lo primero de todo. Tener mil dólares en efectivo obró maravillas
a la hora de sentirse segura, y lo primero que hizo fue devolver a Candela el
dinero que se había gastado en la ropa. La siguiente visita fue a la compañía
de seguros, que gracias a Dios requirió una sola escala, ya que la misma
compañía aseguraba la casa y el auto. Lali se había recuperado lo suficiente
para divertirse con el trato comprensivo, incluso deferencial, que recibió; la
línea que separaba la celebridad de la mala fama era muy delgada, pero era obvio
que ahora ella se encontraba en el lado de la celebridad.
A
medida que fue transcurriendo la mañana, se sintió agradecida por su nueva
posición. Como carecía por completo de identificación, tuvo que acudir el
agente de seguros a verificarlo todo antes de poder conseguir tarjetas de
crédito nuevas, pues las empresas que expedían éstas no eran muy propensos a
enviar alegremente tarjetas a todo el que llamaba. Se le enviarían las tarjetas
nuevas a cargo del agente de seguros, y llegarían al día siguiente. La compañía
de seguros también se encargó de alquilar un auto para ella, que le entregarían
aquella misma tarde.
A
continuación tocaba ir de compras, y era tanto lo que necesitaba que se le
bloqueó la mente al pensar en ello. Ni siquiera cuando la expulsaron de allí
había perdido todas sus posesiones, a pesar de lo magras que eran. Esta vez
estaba empezando desde cero, pero también tenía más recursos.
La
eficiente Candela sugirió que hicieran una lista y ayudó a Lali a organizar sus
ideas. Maleta, bolso, billetera; champú, jabón, desodorante, pasta de dientes;
maquillaje y perfume; depiladora, cepillo, peine, secador de pelo, plancha de
viaje; ropa interior, medias, zapatos, ropa.
—Dios
mío —exclamó Lali contemplando la lista, que iba haciéndose cada vez más
larga—. Esto va a costarme una fortuna.
—Sólo
porque tienes que comprarlo todo de una vez. Todo lo que figura ahí tendrías
que comprarlo en cualquier caso, con el tiempo. De todos modos, ¿qué dejarías
fuera, el maquillaje?
—Seamos
realistas —dijo Lali, y ambas rompieron a reír. Era la primera vez que reía en
todo el día, y le produjo una sensación muy agradable.
Se
dirigieron al centro comercial de la zona y llenaron dos carros. Incluso
reduciendo las compras a lo mínimo necesario, estaba acumulando un montón de
cosas. Sin embargo, ninguno de los zapatos le quedaba bien, lo cual supuso
tener que hacer otra parada. Candela estaba tan entusiasmada con todo aquello,
que Lali descubrió que en realidad estaba disfrutando. Nunca había participado
en aquel rito de ir de compras con las amigas, y para ella constituía una
experiencia nueva.
De
forma inconsciente, Candela se hizo eco de lo que pensaba Lali:
—¡Vaya,
esto sí que es divertido! Hacía siglos que no hacía algo así. Tenemos que
repetirlo... en circunstancias distintas, naturalmente.
El
importe total supuso un buen mordisco para su reserva de efectivo. Una vez que
terminaron, Lali se dio cuenta de que estaba exhausta, y la observadora Candela
la llevó de vuelta al motel.
Peter
la llamó aquella noche, con voz que sonaba tan exhausta como se sentía ella.
—¿Cómo
estás, chiquita? —le preguntó—. ¿Has conseguido hacer todo lo que querías?
—Estoy
bien —respondió Lali—. Por lo menos, funciono. —Se había echado una siesta de
dos horas, pero no le había servido de mucho—. La compañía de seguros está
ocupándose de los detalles del auto de alquiler y de las empresas de las
tarjetas de crédito, de manera que todo está saliendo bien. Candela me ha
llevado de compras, así que ya tengo ropa.
—Maldición.
Lali
hizo caso omiso del comentario, pero una sonrisa jugueteó en su boca.
—¿Cómo
estás tú?
—Como
si me hubiera pasado un tren por encima.
Lali
titubeó, pues no estaba segura de querer oír la respuesta a su siguiente
pregunta.
—¿Has
encontrado algo ya?
—Aún
no. —Su voz sonó tensa.
—¿Cómo
se encuentra Eugenia?
Peter
suspiró.
—No
lo sé. Se pasa el tiempo sentada con la cabeza gacha. Ella y Nico tendrán que
solucionar esto ellos mismos; yo no puedo meterme.
—Cuídate
—dijo Lali con un tono de ternura en la voz.
—Tú
también —contestó él con suavidad.
En
cuanto colgó el teléfono, Lali llamó a Gimena. Se sentía culpable por no haber
pensado antes en ello, sabiendo lo angustiada que estaba Gimena por aquel
asunto.
Contestó
la abuela. Cuando Lali preguntó por Gimena, la anciana dijo con preocupación:
—Supongo
que se ha ido. Cogió su ropa y se largó, anteanoche. No he vuelto a saber de
ella.
A Lali
se le cayó el alma a los pies. Probablemente a Gimena le había entrado el
pánico después de confesarle lo sucedido en la casa de verano, y ahora volvía a
fugarse, sin razón alguna.
—Abuela,
si sabes algo de ella, quiero que le digas una cosa. Es importante. El hombre
que mató a Nicolás Lanzani está muerto. Ya no tiene que seguir estando
asustada.
Su
abuela guardó silencio por espacio de unos instantes.
—Así
que por eso estaba tan nerviosa —dijo por fin—. Bueno, tal vez llame. Se dejó
algunas cosas, así que puede que vuelva a buscarlas. Si viene, se lo diré.
La
tarde del día siguiente sacaron el auto del señor Bauer del lago. El señor Bauer
estaba dentro.
Probablemente
siguiendo órdenes de Peter, un agente del sheriff fue al motel a decírselo a Lali.
El joven se mostró incómodo y respetuoso, dando vueltas al sombrero entre las
manos. No supo decir cómo había muerto el señor Bauer, pero iban a llevar el
cadáver a la morgue, donde yacería en la misma sala que su asesino. Lali tuvo
que reprimir el impulso instintivo de protestar, pues sabía que era inútil.
Cuando
se marchó el agente, se dejó caer en la cama y lloró largo rato, y después
llamó al detective Estrella. Al pobre señor Bauer no le quedaba ningún
pariente, pero el detective prometió que averiguaría lo que le fuera posible
acerca de lo que el señor Bauer pudiera haber dispuesto para su propio funeral,
dado su estado de salud. Había que pasar por diversos trámites, por supuesto,
ya que su muerte había sido por homicidio, pero como el asesino ya estaba
muerto no sería un problema recoger pruebas forenses para un juicio.
El
Cadillac de Nicolás Lanzani fue encontrado a la mañana siguiente, no muy lejos
de donde se había hallado el automóvil del señor Bauer. El largo esqueleto que
encontraron en el asiento de atrás constituía el único resto mortal del padre
de Peter. El método de Alejo García para deshacerse de los cadáveres era
sencillo: meterlos dentro de sus autos, poner un ladrillo encima del acelerador
y meter la marcha. El sheriff Riera fue a quien se le ocurrió buscar los autos,
y en el lago había sólo tres lugares en los que había profundidad suficiente
para ocultar un auto. Al precisar de aquel modo la búsqueda, no les costó mucho
encontrar los cadáveres.
Lali
no consiguió hablar con Peter, pero la información volaba por la ciudad, y supo
que estaba valiéndose de modo implacable de su influencia para lograr que
liberasen los restos de Nicolás lo antes posible, para un funeral que iba a
celebrarse con doce años de retraso. Ornella Lanzani se presentó en la ciudad
por primera vez desde la desaparición de su marido, con aspecto trágico e
increíblemente hermosa con su traje negro. La cínica valoración que había hecho
Peter de su madre dio en el clavo: ser viuda era preferible con mucho a ser
abandonada. Ahora que todo el mundo sabía que su esposo no la había dejado por
la puta del pueblo, podía volver a pasearse con la cabeza alta.
Continuará...
Ornella vive todavía en la época d Maricastaña.Me encanta Peter preocupado x Lali,al igual k ella.Volver a comenzar d nuevo con todo es duro,pero con Cande al lado ,se lo pasa d maravilla.Euge ,bastante tiene con enfrentarse a sus propios demonios.
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