Hola de nuevo, aquí va el segundo capítulo de hoy! que lo disfruten! Besos.
_________________________________________________________________
Por
fin se llevaron el cadáver de Alejo. Eugenia contempló cómo lo cargaban en el auto
fúnebre para transportarlo a la morgue. Dado que había tenido una muerte
violenta, le harían la autopsia.
—Me
ha usado durante siete años —susurró—. Fingía que yo era mamá. —Tuvo un
escalofrío—. ¿Cómo voy a decírselo a Nicolás?
—preguntó en tono sombrío.
—¿Quién
es Nicolás?
Eugenia
la miró desconcertada.
—El
sheriff. Nicolás Riera. Me ha pedido que me case con él.
Lali
lanzó un suspiro. Aquel caos se iba enredando cada vez más.
—No
se lo digas —le dijo tocándole el brazo—. Déjalo pasar. No dañes a Nicolás
diciéndoselo. A ti no va a aliviarte, y daría una víctima más a Alejo. Empieza
aquí desde cero.
Eugenia
no contestó para aceptarlo ni negarlo, pero Lali albergaba la esperanza de que
siguiera su consejo. Ella misma había vuelto a empezar desde cero y sabía
cuánto valía seguir adelante.
Por
fin los llevaron a ella y Peter a la clínica del doctor Bogarde y los pusieron
en salas de observación separadas. El pulcro médico examinó primero a Peter; Lali
los oyó hablar a través de las delgadas paredes. Luego entró con paso presuroso
en la pequeña sala en la que se hallaba ella, incómodamente sentada encima de
la mesa. Le limpió y curó las quemaduras y examinó su respiración, y
seguidamente la contempló con mirada comprensiva.
—¿Tiene
algún lugar donde dormir?
Lali
sonrió con tristeza y movió la cabeza en un gesto negativo.
—Entonces,
¿por qué no se queda aquí? Tiene aspecto de no tenerse en pie. Hay una cama
desmontable que utilizamos nosotros en ocasiones, y estaremos encantados de que
la use usted. Puedo proporcionarle algo
de ropa de médico que ponerse... No diga nada, pero la robé del hospital de
Baton Rouge. —Le guiñó un ojo—. Unas cuantas horas de sueño harán maravillas.
Mis enfermeras llegan a las ocho y media, entonces podrá llamar a su compañía
de seguros, comprarse ropa, ocuparse de todo eso. Créame, se sentirá mucho más
capaz de todo después de haber dormido un poco.
—Gracias
—dijo Lali con sinceridad, aceptando su ofrecimiento. Las dificultades de estar
prácticamente desnuda, sin transporte, dinero ni tarjetas de crédito, eran casi
más de lo que podía afrontar en aquel momento. A la mañana siguiente podría
pedir a Jimena que le hiciera una transferencia bancaria e iniciaría el proceso
de empezar otra vez desde cero, pero aquella noche simplemente no estaba para
nada.
El
doctor Bogarde se marchó, y en pocos minutos se presentó Peter. Llevaba el
torso y la cara todavía manchados de humo negro, pero el médico le había
limpiado algunas zonas y le había aplicado vendajes, lo cual le daba un aspecto
un tanto desastrado. Imaginándose que ella tendría un aspecto parecido, y sin
querer mirarse al espejo para confirmarlo, Lali le sonrió.
El
rostro cansado de Peter formó una sonrisa a su vez.
—El
doctor Bogarde dice que estás bien, pero he querido comprobarlo yo mismo.
—Estoy
bien, sólo que cansada.
Él
asintió, y acto seguido sencillamente la rodeó con sus brazos y la estrechó
contra sí, con un profundo suspiro para absorber su proximidad. Hasta que vio
que Lali se encontraba bien y que sólo se había quedado aturdida por la caída
cuando él la empujó, había vivido un infierno.
Los
hechos de aquella noche aún hacían mella en él; una parte de su ser estaba
insensible, mientras que la otra seguía sufriendo una pena casi inexplicable.
No importaba que su padre llevara doce años muerto; acababa de enterarse de
ello, de modo que el dolor era reciente. Si a Lali le hubiera ocurrido algo
también...
—Ven
conmigo a casa —le dijo apretando los labios contra su sien y aspirando el olor
a humo de su cabello, sin importarle.
Lali,
sorprendida, se apartó un poco y lo miró.
—No
puedo hacer eso —balbuceó.
—¿Por
qué no?
—Por
tu madre... No.
—Déjame
eso a mí —replicó Peter—. No va a gustarle...
—¡Eso
es muy poco decir! —Lali sacudió la cabeza en un gesto negativo—. No puedes
presentarte conmigo delante de ella en un momento como éste. Todo lo que ha
sucedido esta noche es suficiente como para que le dé un ataque. El doctor
Bogarde me ha ofrecido que pase aquí la noche, y yo he aceptado.
—Olvídalo
—gruñó Peter. Odiaba admitir que ella tenía razón, pero veía que no pensaba dar
su brazo a torcer—. Si no quieres venir a casa conmigo, te llevaré al motel.
—No
tengo dinero ni tarjeta de crédito...
Peter
se apartó bruscamente de ella y la cólera brilló en sus ojos oscuros.
—Maldita
sea, Lali, ¿es que crees que voy a cobrarte por la habitación?
—Perdona
—le rogó—. Estoy acostumbrada a pagármelo yo todo, por eso no se me ha ocurrido
ni siquiera pensarlo. Es verdad que una habitación de motel sería más cómoda y
más privada.
Peter
lanzó un suspiro y extendió una mano para acariciarle la mejilla. La cólera
desapareció de sus ojos. Resultaba asombroso que pudieran crecer flores en los
lugares más abominables, pero la mala hierba de los Espósito había hecho brotar
toda una flor silvestre en Lali.
—Vamos
—le dijo, ayudándola a bajar de la mesa de observación—. Vamos a decirle al
doctor Bogarde que te vienes conmigo.
Diez
minutos más tarde llegaba en auto a la oficina del motel y desplegaba con
cansancio su larga silueta del interior del jaguar. Todavía había mucho que
hacer en aquella noche de horror. Sin prestar atención a su apariencia, entró
en el edificio, cogió una llave y regresó en menos de un minuto para acompañar
a Lali a la habitación número once. Abrió la puerta, encendió las luces y se
hizo a un lado para dejarla entrar. Lali pasó junto a él con paso cansino y
miró la cama con expresión anhelante. Le hubiera encantado tumbarse y dormir,
pero no podía soportar la idea de manchar las sábanas.
Peter
la siguió al interior, cerró la puerta y la atrajo hacia él. Lali apoyó la
cabeza en su pecho y cerró los ojos para sentirlo junto a ella, tan fuerte y tan
vital. La muerte había estado muy cerca...
Peter
cerró la mano alrededor de su muñeca y se llevó aquellos dedos cubiertos de
ceniza a los labios, y a continuación le tomó la mano en la suya.
—Mañana
comenzaremos a dragar el lago —dijo bruscamente.
Lali
se frotó la mejilla contra la mano de él, sintiendo su pena.
—Lo
siento —dijo con suavidad.
Continuará...
Entré de pura casualidad, porque estoy acostumbrada a que subas más tarde! Q bueno fue hallarme dos caps!! :)
ResponderEliminarLa historia increíble, que bueno que no les pasó algo más grave, y que triste y difícil para Peter asumir todo lo que pasó. Lali es tan buena persona, se merece lo mejor!
Espero más novee!
Es preciosa esta novela, por fin se han aclarado las cosas...ahora queda la mama...esa sera mas duro...
ResponderEliminarMe encanta k Peter se preocupe x Lali como si fueran una pareja,eso es lo k siente.Al fin la cree totalmente,van a dragar el lago.
ResponderEliminarme encanto mas
ResponderEliminar