lunes, 16 de julio de 2012

Capítulo 55




Hola de nuevo! jijiji estaba viendo la publicación anterior y me di cuenta que no les explique porque no les pude subir. 
Mis padres me secuestraron toda la tarde y me soltaron a las 2:30 de la mañana! Y hoy día también me raptaron pero durante un tiempo mucho mas corto jejej
Si hay hartas firmitas en este capítulo subo otro! (5 mínimo eh!) Besos.
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Agachó la cabeza cuando las llamas penetraron con un profundo fragor, pero luego se retrajeron con la misma velocidad. Levantó a Lali del suelo, se la colocó debajo del brazo como si fuera un balón de Rugby y traspasó a la carrera el umbral en llamas.
La velocidad que llevaba los arrojó a ambos fuera del porche y los lanzó a la oscuridad vacía.

Peter se retorció en el aire intentando interponer su cuerpo entre Lali y el suelo, pero lo logró sólo a medias, y los dos fueron a dar con sus huesos en la hierba. Oyó el grito sofocado de Lali, pero aún estaban peligrosamente cerca de la casa y no podía perder tiempo en ver si se había herido.

—¡Muévete! ¡Aléjate de la casa!

—No —dijo alguien con una voz ronca teñida de horror. El crepitar y rugir de las llamas casi no dejaba oírla—. Peter, ¿qué estás haciendo aquí?
Peter se enderezó lentamente, tirando de Lali y poniéndola automáticamente a su espalda.

Estaban atrapados entre dos peligros, el fuego que tenían a la espalda y el rifle que sostenía en las manos el hombre que había sido su tío honorario, su amigo y consejero de toda la vida.

—No —gimió Alejo con los ojos agrandados por el pánico. Sacudía la cabeza negando la presencia de Peter. ¡Creía que ella estaba sola! Peter, te juro que jamás te habría puesto a ti en peligro...

El calor que Peter sentía en la espalda era muy intenso y le estaba chamuscando la piel. Dio un paso al frente muy despacio, sin apartar los ojos de Alejo pero desesperado por alejar a Lali de aquel calor. Se detuvo cuando lo asaltó un acceso de tos. Oyó que Lali también tosía y jadeaba, y no dejó de sujetarla por el brazo para obligarla a permanecer detrás de él.

Varias sospechas nefastas empezaron a acumularse en su mente, y todas ellas lo pusieron enfermo. Cuando pudo hablar, se enderezó y se secó los ojos llorosos con una mano sucia.

—Eres tú el que ha estado enviando esas notas, ¿verdad? —articuló, con la voz tan enronquecida que resultaba casi irreconocible—. Y el gato...

—No —negó Alejo en un tono de absurda indignación, dadas las circunstancias—. Yo no haría una cosa así.

—¿Pero sí pegarías fuego a una casa y tratarías de matar a una mujer inocente? —preguntó Peter con frialdad y en un tono duro que hizo que aquellas palabras fueran más penetrantes.

—Esperaba que ella se fuera —repuso Alejo en un tono terroríficamente razonable—. Pero nada de lo que has hecho tú ha conseguido que se marche, ni tampoco las notas. No sabía qué más hacer. No podía dejar que siguiera haciendo preguntas y perturbando a Ornella.
Peter lanzó una carcajada ronca.

—A ti no te preocupaba que mi madre estuviera molesta o no —le espetó—. ¡Tenías miedo de que descubriese lo que le ocurrió a papá!

—¡Eso no es cierto! —replicó Alejo furioso—. ¡Yo la he querido siempre! ¡Tú lo sabes!

—¿La querías tanto como para pegarle un tiro a mi padre para poder tenerla a ella?
Peter le ladró aquella acusación, tan furioso por el peligro que corría Lali y por la revelación de que Alejo había matado a su padre, que fue lo único que pudo hacer para no saltar sobre él y estrangularlo con sus propias manos. Lo único que se lo impedía era el hecho de saber que, si fallaba, Lali moriría.

Seguían estando peligrosamente cerca de la casa en llamas, en un infierno de calor y de luz que los envolvía en un círculo rojizo fuera del cual no existía nada más. El rostro de Alejo se contorsionó de dolor.

—¡No quería hacerlo! —chilló—. Sólo quería detenerlo... ¡Iba a divorciarse de Ornella! ¡La humillación la habría matado! Intenté hacerlo razonar, pero él estaba decidido. Dios, ¿cómo puede nadie preferir a aquella puta antes que a tu madre? Creo que estaba loco, tenía que estarlo.
A Peter no le pasó inadvertida la ironía de que Alejo llamase loco a Nicolás. Entonces, para su horror, Lali se zafó de su mano y salió de la protección que le ofrecía su cuerpo.

—Así que le disparaste —dijo con la voz también enronquecida y apenas audible por encima del rugido del voraz incendio—. Y dijiste a mi madre que si se le ocurría decir algo, contarías que había sido ella. No cabía duda de a quién iba a creer la gente de este pueblo, ¿verdad?

Alejo la miró con tal odio y furia que el rifle le tembló en las manos, y Peter se apresuró a acercarla a él. No temía por sí mismo; el horror de Alejo por haberlo puesto en peligro era sincero, pero Lali... Dios, incluso en aquel momento Alejo seguía empeñado en matarla. Lo llevaba pintado en la cara.

—No me importó que vinieras a vivir aquí —le dijo Alejo—. Tú no tuviste nada que ver con lo que sucedió. Pero no quisiste mantener la boca cerrada, seguías haciendo preguntas, y además contrataste a aquel viejo imbécil para que metiera las narices...

—¿También lo mataste a él? —interrumpió Lali con el rostro contraído por la rabia—. ¿Lo has hecho?

—¡No he tenido más remedio! —aulló Alejo, fuera de sí—. Se acercó demasiado...
Me preguntó si Ornella había tenido alguna aventura... Ella no era así...

—¿Has arrojado su cuerpo al lago, igual que hiciste con el de Nicolás? —escupió Lali con el cuerpo entero agitado. Pero no había temor alguno en su voz, pensó Peter; era una furia absoluta, espejo de la suya propia, y de pronto tuvo una visión espeluznante de ella lanzándose sobre Alejo. No había muchas cosas que Lali no se atreviera a hacer, cuando estaba decidida a hacerlas. Había buscado deliberadamente poner nervioso a un asesino y hacerlo a la luz, aun sabiendo que se estaba poniendo en peligro ella misma.

Su plan había ido como la seda, pensó él maliciosamente. Ahora procuraría evitar que la mataran. La agarró apretando hasta hacerle daño y volvió a situarla a su espalda, confiando en que Alejo no disparara a través de él para alcanzarla. De inmediato, Lali empezó a retorcerse y forcejear para soltarse.

Alejo contempló cómo peleaban, Lali intentando zafarse de Peter para que éste no resultara herido, y Peter tratando desesperadamente de sujetarla por la misma razón. El apuesto rostro de Alejo se contorsionó.

—¡Suéltala! No merece la pena, Peter. Yo me encargaré de ella, y todo volverá a ser como antes.  No es más que una Espósito; a nadie le importará. ¡Lo ha echado todo a perder! ¡Nicolás era mi mejor amigo, maldita sea! ¡Yo lo quería! Pero estaba muerto... y tuve que hacer algo.

—Podrías haberte entregado —señaló Peter procurando mantener un tono de voz razonable. Por fin había logrado sujetar a Lali y aprisionarla con sus brazos. Si consiguiera entretener a Alejo y después acercarse lo suficiente para desviar hacia arriba el cañón del rifle de un golpe... Era mucho más fuerte que él, podría reducirlo—. Si fue un accidente, no tenías por qué...

—Por favor. Soy abogado, Peter. La acusación habría sido de homicidio involuntario, no asesinato, pero aun así habría acabado en la cárcel. —Alejo hizo un gesto negativo—. Ornella no habría vuelto a hablarme... No querría tener relación alguna con alguien que hubiera estado en la cárcel. Lo siento, pero tiene que ser así. —Levantó el rifle y apuntó a través de la mirilla, y Peter supo que iba a disparar.

Entonces empujó a Lali hacia un lado y se abalanzó contra Alejo. Vio cómo el cañón del arma se desviaba siguiendo a Lali, y se arrojó sobre Alejo con más fuerza de la que había empleado nunca jugando al Rugby. La fuerte explosión del disparo perforó la noche y el casquillo caliente del proyectil lo golpeó en la cara al salir despedido. Tomó el rifle y lo lanzó hacia arriba al tiempo que ambos rodaban por el suelo, pero el impacto le hizo soltar a su presa. Con sorprendente velocidad, Alejo rodó hacia un lado, se incorporó de un salto y recuperó el rifle. Peter se puso de pie y empezó a avanzar en dirección a Alejo. No se atrevía a mirar hacia donde estaba Lali tendida en el suelo, no podría soportar ver... La idea de perderla le contrajo el estómago con un dolor insufrible. El terror y la rabia se mezclaron en su pecho, y avanzó paso a paso con la idea de dar muerte a Alejo escrita en la cara.

—No... —suplicó éste, retrocediendo—. Peter, no me obligues a dispararte a ti también...

—¡Hijo de puta!

Continuará...

10 comentarios:

  1. Vaya espero k Euge desde k vió la casa en llamas llamara a la ambulancia y a la policía ,¡k atrapen a ese bastardo ,(no tiene otro nombre),d Alejo,otro más para el manicomio.

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  2. Mas novela ,quiero otro cap.Me estás dejando ,no digo en lo mejor ,xk todos los caps son buenísimos,pero quiero más ,y más.

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  3. Ahhh no puede ser, al menos Peter sabe de una vez por todas la verdad, peor que nervios!! Eaperamos el sig cap!!!!

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  4. maaaaaaaaaaaaaaaas geniaaaaaaaaaaaaaaaaa

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  5. Yo Sospechaba Que Podia Aver Sido Alejo
    Por Fin, Descubrio Que Su Padre Esta Muerto
    Y Que Lali Lo Ayudo A Abrir Los Ojos
    Solo Espero Que Todo Esto No Termine Mal
    Ayyyyyyyyyyy, Me Quede Con La Re Intriga
    Que Pasara?
    Meeee EEEncanta La Nove!!
    Sos Una Genia,

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  6. No puedes dejarnos asi...no puedes...yo creo que euge es la que tiene que ayudarlos, tiene que haber escuchado todo y tiene que ayudarlos...y lali...no dice nada, estara herida pero espero que nmo corra peligro...no se lo merece...
    amo esta novela, cada capitulo hace que me guste mas, es increible...

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  7. Ese ¡hijo d puta!,me parece d Euge,al fin descubre lo k es Alejo ,y sale en defensa d su hermano.Un honor y un gusto leer ,dos caps,así k hoy me gustaría lo mismo,jajaja,no me atrevo a pedir un tercero ,pero si pones maratón mejor.

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  8. Wow. Me encanta. Creo que fue euge quien grito la ultima frase. Alejo es una hijo de puta. Que loco!!! No lo pudo siprtar que el fue el asesino de su mejor amigo!! Quiero mas mas y mas(:

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