jueves, 12 de julio de 2012

Capítulo 50





Hola, como andan?? yo, frustrada porque no me puedo meter ni a Facebook ni Twitter. Esta juventud de hoy...no pueden ni pasar ni cinco minutos si estar en alguna red social! jajaja
Bueno, agradezco a las chicas que siempre firman y también a las que leen jeje
Espero que disfruten mucho del capítulo de hoy! Besos.
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—En la casa de verano. Con María Del Cerro. Te vi por la ventana.
Él abrió los ojos de golpe.

—¡Pequeña intrusa! —exclamó, y le pellizcó el trasero con fuerza—. Seguro que viste de todo.

—Desde luego que sí —afirmó Lali, frotándose las posaderas indignada. Se vengó retorciéndole el vello del pecho y tirando de él.
Peter soltó una exclamación y se frotó el pecho.

—¡Ay!

—La venganza es dulce —dijo ella—. Y rápida.

—Me acordaré de eso —repuso él mirándose el pecho—. Lali, me has dejado calvo.

—Nada de eso, no seas mentiroso.

Lali se frotó la mejilla contra él y cerró los ojos recreándose en sentirlo, tan cálido, sólido y vital. Se encontraba en el paraíso desde el momento en que él la tomó en brazos y la llevó a la cama. Estar allí tumbada con él, tan relajada, desaparecida toda hostilidad y con el deseo plenamente saciado, era más de lo que se había atrevido a anhelar en su vida. Ninguno de sus problemas estaba resuelto, y sin duda la hostilidad aparecería de nuevo, pero en aquel preciso instante era feliz.

Tan feliz, de hecho, que hubo sólo una pizca de dolor mezclado con la curiosidad cuando dijo:
—A María Del Cerro le hiciste el amor en francés.
Peter había cerrado los ojos, adormecido, pero volvió a abrirlos de golpe.

—¿Qué?

—Te oí. Le hiciste el amor en francés. Le dijiste muchas palabras cariñosas y cumplidos.

Peter tenía demasiada experiencia para no comprender cómo se sentía Lali al respecto, e inmediatamente discernió el motivo. Le dirigió una mirada de incredulidad y a continuación volvió a apoyar la cabeza en la almohada y rompió a reír. A Lali le tembló el labio inferior y trató de darse la vuelta, pero él la sujetó entre sus brazos y la retuvo en el sitio.

—Dios —dijo, jadeando por el esfuerzo que le suponía controlarse. Se secó los ojos con el dorso de la mano—. Eres muy inocente. Hablo bien el francés, pero no es mi primera lengua. —Se veía a las claras por la expresión de aquellos ojos miel que Lali no comprendía, así que se explicó—:
Pequeña, si todavía puedo pensar con claridad suficiente para hablar en francés, es que no estoy del todo concentrado en lo que estoy haciendo. Tal vez suene bonito, pero no significa nada. Los hombres somos diferentes de las mujeres; cuanto más excitados estamos, más cavernícolas parecemos. Contigo apenas sé hablar en castellano, así que mucho menos en francés. Que yo recuerde, mi vocabulario se deterioró hasta no abarcar más que unas cuantas palabras explícitas, la más prominente de todas la que significa «placer».
Para asombro suyo, Lali se ruborizó, y él sonrió ante aquella nueva prueba de su encantadora mojigatería.

—Duérmete —le dijo con suavidad—. María ni siquiera estaba a la altura de una segunda vez.

Lali no sabía por qué aquello le resultaba tan tranquilizador, pero así fue. Se quedó dormida con la facilidad de un niño, agotada por los acontecimientos de la mañana, y se despertó para hacer otra vez el amor. Esta vez Peter fue más pausado, con un brillo claramente perverso en los ojos, y le susurró palabras de amor en francés. En aquel momento tuvo que sujetarle las muñecas para que no le tirara del vello del pecho y rió con ganas al ver su indignación. Así fue como pasaron la tarde, durmiendo, haciendo el amor y después hablando el uno con el otro en voz baja y soñolienta. Si bien el hecho de hacer el amor era vivamente excitante, era en aquellas conversaciones donde se forjaba una intimidad más profunda, un sereno compartir pensamientos y secretos, un vínculo entre los respectivos pasados de ambos.

—Háblame del hogar de adopción en el que estuviste —le dijo Peter en una ocasión, y se sintió aliviado al ver que ella sonreía.

—Los Torres. Ellos me proporcionaron el primer hogar verdadero que he conocido. Todavía sigo en contacto con ellos.

—¿Cómo acabaste yendo a vivir con una familia adoptiva?

—Mi padre se marchó poco después de... aquella noche —respondió Lali, con la voz un poco entrecortada—. Joaquín, mi hermano mayor, no tardó en seguirlo. Patricio intentó ganar dinero para darnos de comer, tuvo ese mérito, pero se sintió aliviado cuando nos encontraron los asistentes sociales. En aquella época estábamos en Beaumont. Estefanía fue a un hogar de acogida, y Torito y yo a otro. No resultó fácil encontrar a alguien que quisiera aceptar a Torito, pero los Torres accedieron a condición de que yo me ocupara de él. Como si yo fuera a abandonarlo—dijo suavemente.

—¿Qué le sucedió?

—Murió el enero siguiente. Por lo menos fue feliz durante los seis últimos meses de su vida.  Cuando nos mudamos a vivir con ellos, los Torres se portaron maravillosamente con él. Le compraron juguetes, jugaban con él. En Navidad disfrutó mucho, pero después empeoró rápidamente. Yo me senté a su lado —dijo Lali en voz baja, con los ojos inundados de lágrimas al recordar aquellos momentos y le sostuve la mano hasta que murió. —Se pasó la mano por los ojos—.
En aquel tiempo me preguntaba si Nicolás sería su padre.

Peter nunca había pensado en ello. Miró fijamente a Lali, perturbado tanto por la idea de que su padre pudiera haber engendrado otros niños como por el horroroso pensamiento de que pudiera haber arrojado al barro a su hermano pequeño.
Lali buscó su mano a tientas.

—No creo que lo fuera —dijo, sintiéndose impulsada a consolarlo—. Tu padre no habría permitido que uno de sus hijos viviera como vivíamos nosotros. Si Torito hubiera sido hijo suyo, habría cuidado de él. Pero no hay forma de saber quién era el padre de Torito; dudo de que fuera mi padre.
Peter parpadeó con los ojos también brillantes por las lágrimas.

—Sí —dijo con voz ronca—. Habría cuidado de él.

Más tarde preguntó:
—¿Qué le ocurrió al resto de tu familia?

—No lo sé. Creo que Estefanía vive cerca de Jackson, pero no la he visto desde que cumplió los dieciocho. No tengo ni idea de lo que puede haber sido de mi padre y de los chicos. —Puso especial cuidado en no mencionar a Gimena.

De manera que la familia de Lali había quedado desmembrada debido a sus actos, pensó Peter. Abrazó a Lali con fuerza, como si pudiera protegerla del dolor del pasado.

—Durante un tiempo odié a mi padre —admitió—. Dios, cuando descubrí que se había fugado... Él era nuestra roca, no mamá. Me dolió mucho, no pude soportarlo.
Lali se mordió el labio, pensando en lo que tenía que decirle, y pronto.

Continuara...


Al fin están teniendo esa charla! jiji espero que les haya gustado el capítulo de hoy. 
5 firmas y subo otro!

6 comentarios:

  1. MAS MAS MAS NOVELA =D

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  2. Cuando le cuente lo k piensa k le pasó a su padre ,quizás Peter lo piense ,es una posibilidad.

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  3. Siiii es justo lo que me esperaba, que charlen, que se tomen confianza, me gustó que Lali se haya sacado la espinita de haberlo visto siendo tan tierno con María y con ella no.

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  4. hhaaaaaaaaaaaaaaaaaaay re desaparecida pero aca estoy nuevamente pidiendote maaaaaaaaaaaaaaas novelaaaaaaaaaaaaa

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  5. Aquí tienes una nueva lectora!! Me encanta la nove! Espero que Lali le cuente pronto, así no estará tan sola

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