WOW! 1000 visitas, que emoción! jijiji ahora faltan las firmas eh! jeje
No digo más y les dejo el capítulo!
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Regresó
al auto maldiciendo furioso por lo bajo. Si se pudiera alcanzar el trasero, se
habría dado una patada en él. ¡Dios, tenía que decir precisamente lo más
idiota, imbécil, lo más cruel de todo! No le pasó inadvertida la ironía que
encerraba aquello. Había hablado con palabras dulces a más mujeres de las que
recordaba, y ninguna de ellas había significado ni un comino para él. Pero con Lali,
que era capaz de hacerle sentir cosas inimaginables, se las había arreglado
para decir exactamente lo peor posible. Ella se había alejado inmediatamente,
toda aquella pasión maravillosa se había convertido en cenizas, la expresión de
su cara se había vuelto lisa y vacía como la de una muñeca.
Ya
había visto aquella misma expresión otra vez, en otra noche que no olvidaría
jamás, y rezó para no volver a verla
nunca.
Los
tumultuosos acontecimientos de aquel día también lo habían dejado a él un tanto
tembloroso. Primero fue lo de encontrarse aquel maldito gato muerto en la
cocina de Lali, después la frustración de intentar persuadirla de que podía
estar en peligro y que por su bien debería marcharse de Prescott. Pero decirle
aquello fue como hablar con un poste, excepto que el poste por lo menos no
discutía con uno. Tenía aquella mirada tenaz, aquel gesto de levantar la ceja,
y seguía en sus trece más terca que una mula. Luego vino el enfado de Alejo por
haberla llevado en su auto, como si estuviera contaminada y Eugenia se había
comportado como si él le hubiera dado una cachetada con un pescado.
Había
ido hasta el lago en busca de soledad completa, y se había sentado en la
terraza apoyado en la pared, contemplando el reflejo de la luna en el agua y
reflexionando sobre los irritantes sucesos del día cuando apareció Lali,
silenciosa como un fantasma. Se la quedó mirando, sin creer lo que veían sus
ojos, luchando contra la furia que le produjo ver que evidentemente había
venido caminando por el bosque de noche, porque estaba claro que no había
llegado en auto.
La
vio dirigirse recto hacia el garaje para botes y recorrerlo con la luz de la
linterna. ¿Qué andaría buscando? Era la segunda vez que la sorprendía
merodeando por aquel lugar. Y entonces
fue cuando lo asaltó la lujuria, borrando todo lo demás. Le había advertido, y
el hecho de que ella estuviera allí significaba que estaba dispuesta a pagar el
precio.
Deseaba
creer que podría haberse detenido si Lali hubiera dicho que no, sin embargo, se
alegraba de no haber hecho la prueba. Lali no había dicho que no, no había
dicho nada, sino en que en vez de eso se había retorcido contra él como si
intentara meterse debajo de su piel, y aquello le había hecho perder la cabeza
por completo. Se mostró dulce y ardiente, arqueando el cuerpo bajo su contacto,
ofreciendo su boca tierna y apasionada. En aquel momento nada ni nadie podría
haberlo separado de ella, y aún le temblaba el cuerpo al recordarlo En cierta
ocasión la había llamado puritana, y había dado justo en el blanco. Sacudió la
cabeza en un gesto negativo, todavía intentando comprender lo que había
conocido de ella aquella noche.
Lali Espósito
Martínez, la hija de un borracho y de una puta, no bebía, no fumaba y no tenía
relaciones. Probablemente era virgen cuando se casó, y de pronto tuvo la
certeza de que él era el único hombre que había estado con ella desde la muerte
de su marido. A pesar de toda aquella ardiente sensualidad con la que había
reaccionado, era un tanto mojigata; no juzgaba a los demás, pero ciertamente
ella se guiaba por normas muy estrictas.
Era a
causa de sus padres, por supuesto. Después de haberse criado como se había
criado, estaba decidida a no parecerse nunca a ellos. Para Peter, no había problema en ello,
siempre que Lali no intentase atrincherarse y alejarse de él. Tenía la
impresión de que aquello era precisamente lo que iba a hacer, y por nada del
mundo iba él a permitir que se saliera con la suya.
No
pienses en ello. No pienses en él.
Lali
se despertó temprano de un sueño inquieto, con los ojos pesados y la misma
sensación de cansancio que cuando se acostó. La noche anterior había apartado a
Peter de sus pensamientos, haciendo caso omiso de la vibración que aún
persistía después de que él hubiera usado su cuerpo, incluso lo borró de su
mente mientras se daba una ducha para lavar toda prueba de aquel uso. Pero a
pesar de su fuerza de voluntad, la traicionó el subconsciente e introdujo a Peter
en sus sueños, de modo que al despertarse se descubrió a sí misma buscándolo
con las manos, y con el cuerpo temblando de deseo por él.
Durante
cuatro años había reprimido las necesidades de su cuerpo con tal firmeza que
terminaron siendo casi inexistentes, pero en lo que concernía a Peter no poseía
el mismo control.
Más
le valía admitirlo. La noche pasada él la había excitado despiadadamente, la
había forzado a llegar a un final que no logró comprender, y ahora su cuerpo
quería más. Por lo visto, no importaba que estuviera rígida y dolorida ni que
él la hubiera desconcertado con palabras hirientes; físicamente, lo deseaba.
Quería más de aquel placer violento y devastador. No sabía que pudiera ser así,
y el descubrimiento la había dejado a la vez humillada y atónita.
Peter
la había tratado como una puta. Había seducido a María Del Cerro con paciencia
y ternura; ella lo había visto, de modo que conocía la diferencia. A María le
había murmurado palabras de amor en francés, y a ella frases sexuales. Estaba
claro que sólo merecían su consideración las mujeres que eran socialmente
iguales a él. Se le encogía el corazón por la vergüenza, pero su cuerpo ansiaba
más de aquel tratamiento brutal. A lo mejor Peter tenía razón al tratarla así;
a lo mejor su herencia había permanecido sólo escondida durante todos aquellos
años y ahora volvía a la vida.
No
iba a dejarla en paz; Lali sabía aquello tan bien como su propio nombre. Había
intentado convencerla de que se marchara de Prescott a otro sitio para poder
estar juntos, pero quizá fuera más eficaz la táctica contraria. Ella lo
intentaría, pero no podría evitar a Peter del todo, y no sabía cuántos
encuentros más podría soportar su autoestima.
Todavía
tenía que averiguar quién había matado a Nicolás. Ahora ya no era tanto por sí
misma, sino por Peter. La familia de Nicolás se merecía saber que él no los
había abandonado. No había conseguido entrar en el garaje para botes, y
necesitaba hacerlo. Necesitaba hablar con el detective Estrella para saber si
había encontrado al señor Bauer. Necesitaba hacer más preguntas, inducir al
asesino a que actuase, pues sólo si se movía podría ella verlo.
Aquel
día la volvió loca el teléfono. Lali pensó en desenchufar el maldito aparato,
pero se recordó a sí misma que aún tenía un negocio que dirigir. No disponía de
una línea aparte para el fax, de modo que el teléfono tenía que seguir
funcionando. En cambio, sí dejó que atendiera las llamadas el contestador. Por
desgracia, la mayoría de ellas eran de Peter.
Su
tono de voz en el primer mensaje fue a la vez exasperado y tranquilizador:
—Quería
verte hoy, pero he tenido que ir a Nueva Orleans a primera hora de la mañana.
Ahí es donde me encuentro ahora, y según parece no regresaré hasta esta noche,
muy tarde.
Bueno,
era un alivio, pensó Lali. Ahora ya no estaría todo el tiempo nerviosa,
temiendo que él se presentase en cualquier momento en el porche de su casa.
El
mensaje continuaba, ya en un tono más profundo, más íntimo:
—Tenemos
que hablar, nena. ¿Quieres que pase a verte esta noche, cuando regrese a casa?
Volveré a llamarte más tarde.
—¡No!
—gritó Lali al teléfono al oír que él colgaba y el contestador se desconectaba.
Fue
aproximadamente media hora más tarde cuando cayó en la cuenta. Peter estaba en
Nueva Orleans; no estaba ansiosa por volver a la casa de verano, pero si fuera
ahora, por lo menos estaría a salvo de ser detectada. Era posible que aquélla
fuera la mejor oportunidad que iba a tener, y ni siquiera tendría que acercarse
andando por el bosque.
Continuará...
mas novela la verdad que es cierto lo que dice lali y peter peter fue reeeeeeeeee frio cn ella la verdad que si mas novelaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarPeter no se entiende ni a si mismo,jajaja,esta mas perdido ,le da a Lali una d cal y una d arena ,y sin darse cuenta ella también esta perdida,enamorada d el desde niña.Ha tardado en darse cuenta k el no estaba,y podía ir tranquila a la casa d verano.Espero k encuentre la dichosa bala.
ResponderEliminarEs totalmente lógico que Lali se sienta de esa forma y me parece muy triste porque no se lo merece. Al menos aunque no se lo demuestre Peter si sabe lo buena persona que es, muy distinta a la idea que el se había formado de ella. Ojalá pronto las cosas mejoren para ella.
ResponderEliminarUn saludo.
Estoy loca por saber mas
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