lunes, 2 de julio de 2012

Capítulo 41









Hola!! como andan? yo mal, ya que el fin de semana acabo y empieza otra semana. Pero hay que siempre sonreirle a la vida :) espero que disfruten de este capitulón y no me maten eh!
Ahí va! Enjoy!
__________________________________________________________


El asesino era un hombre. Aquello eliminaba a Tina Calvo y a Emilia Attias, aunque para entonces hubiera decidido ya que probablemente no eran culpables. En principio, Gustavo Attias no se enteró de la aventura de su mujer con Nicolás hasta después de que este desapareciera, pero como en aquel pueblo los chismorreos se extendían como pólvora encendida, era muy posible que algún entrometido se hubiera encargado de ilustrar al marido engañado. No importaba que el engañado hubiera tenido un amorío con su secretaria, eso era algo distinto. De modo que Gustavo tenía que seguir figurando en la lista.

¿Quién podría haber discutido con Nicolás aquella noche, y por qué? ¿Alguien relacionado con su trabajo, que estuviera molesto por algún tejemaneje financiero? Por la forma en que se movía Nicolás, era más probable que se tratase de un marido enfurecido. ¿Con quién más se estaba acostando aquel verano?

No podía encontrar la respuesta a aquellas preguntas esa misma noche. Sin embargo, sí podría ver por sí misma si había o no un casquillo suelto aún abandonado en el interior del garaje para botes.
Consultó el reloj. Eran las nueve y media. Si iba a hacerlo, aquél era el mejor momento, pues había muchas menos posibilidades de toparse con Peter y, por lo tanto, muchas más de evitarlo.

Lali no era de las que se arrepentían después de tomar una decisión, aunque aquella vez se tomó el tiempo suficiente para ponerse un calzado más recio. De camino a la puerta cogió una linterna, y salió.

Al principio condujo directamente hacia la casa de verano, pero en el último minuto cambió de idea. Podía verla alguien tomando aquella carretera y alertar a los Lanzani, lo cual no le convenía en absoluto. Y si el dios de la mala suerte le sonriera por segunda vez, y hubiera alguien en la casa de verano, no quería que los faros del auto la delataran demasiado pronto.

Así que se dirigió al mismo sitio donde había estacionado la vez anterior, incluso aunque ello implicase andar un kilómetro y medio por el bosque de noche. Para ella no suponía ningún problema; nunca le había dado miedo la oscuridad, ni tampoco las serpientes ni otros habitantes del bosque, aunque cogió un palo del suelo para estar segura, por si acaso se tropezaba con una serpiente antes de que la tímida criatura pudiera huir.

Por la noche el bosque estaba lleno de sonidos y murmullos que provocaban los animales nocturnos ocupados en sus actividades: Las zarigüeyas y los mapaches trepaban a los árboles, los búhos ululaban, las ranas croaban, los insectos zumbaban, las aves nocturnas gritaban y los grillos cantaban con frenesí. La brisa añadía su propio susurro a aquella cacofonía y los pinos se mecían suavemente. Lali no se dio prisa, pues quería cerciorarse de que no se salía de la pista; cuando llegó al pequeño arroyo, exactamente al mismo punto por el que siempre lo había cruzado, sonrió por la exactitud de sus antiguos instintos. Se detuvo un momento para alumbrar con la linterna a su alrededor y asegurarse de que no hubiera culebras de agua venenosas bañándose en el riachuelo, y acto seguido pisó en la piedra plana que había en medio de la corriente y de ahí saltó a la otra orilla.
Desde allí sólo quedaban unos doscientos metros hasta la casa.

Cinco minutos más tarde se detuvo al borde de la entrada para hacer inventario antes de abandonar el refugio de los árboles. La casa estaba a oscuras y en silencio. Escuchó atentamente, pero no oyó más que los sonidos normales de la noche. El lago murmuraba lamiendo los pilotes del embarcadero y su superficie cristalina se rizaba ocasionalmente con un soplo de brisa que perturbaba el reflejo de la luna casi llena. Los peces que se alimentaban por la noche añadían más rizos al agua y alguna que otra salpicadura a aquella sutil conmoción.
Lali descendió sin hacer ruido por la ligera pendiente en dirección a la casa.

No sabía lo que haría si el garaje para botes estaba cerrado con llave, lo cual era muy probable, por supuesto, aunque en la ocasión anterior se había encontrado la casa abierta. Pero también estaba Peter; pudo haber abierto la casa y entrado para cerciorarse de que no hubiera nada destrozado.
Si ella fuera una aventurera de verdad, pensó irónicamente, podría pasar nadando por debajo de la pared del garaje y aparecer junto al bote. Y al diablo con las puertas cerradas con llave.
Ni por asomo.

Bucear de noche no era precisamente su deporte favorito. La sola idea de quedarse en ropa interior y meterse debajo de aquellas aguas oscuras ya bastaba para provocarle escalofríos. Si el garaje había permanecido cerrado todos aquellos años, probablemente estaría habitado por ratones, serpientes, ardillas, tal vez un mapache o dos, y toda esa fauna se vería sorprendida por un visitante que surgiera de repente del agua. No, prefería dar tiempo de sobra a los ocupantes del garaje para que se marcharan, y advertirles de su llegada zarandeando las cerraduras o quizá rompiendo una ventana, si es que había alguna. Nunca se había fijado.

El garaje para botes se elevaba sobre el agua negra y resplandeciente, con sus paredes blancas de aspecto fantasmal a la luz de la luna. Cuando cruzó el camino de piedra, dirigió la luz de la linterna hacia la zona frontal de las anchas puertas y reprimió un gemido de decepción. Había un candado grueso y brillante de acero inoxidable que enganchaba ambos pasadores y aseguraba las puertas. Si se tratara de una puerta normal, podría haberla roto o apalancado, pero no podía hacer nada con aquel enorme candado. Ahora su único recurso era una ventana.

En la pared que daba al embarcadero no había ventanas, sólo una superficie lisa y vacía. Fue hasta el otro lado, y contempló con una mezcla de sentimientos un tragaluz que parecía un ojo negro en una cara blanca. La buena noticia era que se trataba en efecto de una ventana, con un cristal que se podía romper; la mala era que el terreno firme acababa como treinta centímetros antes, debajo de ella. Además, estaba lo bastante alta como subirse a sí misma hasta allí sin que resultara una tarea difícil; no imposible, si se empeñaba en hacerlo, pero sí decididamente difícil.

En eso una mano muy caliente y firme se cerró sobre su brazo desnudo y la obligó a darse la vuelta de un tirón, contra un cuerpo duro y musculoso.

—Ya te dije lo que te iba a hacer si volvía a encontrarte aquí —dijo Peter con suavidad.



La llevó hasta el garaje, donde la rejilla los protegería de los mosquitos y otros insectos que picaban. Aterrorizada casi hasta la histeria por la brusca aparición de Peter, un pánico que no cedió demasiado al reconocerlo, Lali no pudo hacer otra cosa que aferrarse de sus hombros al tiempo que él la levantaba en brazos y se apresuraba a llevarla al interior de la casa.

Casi de inmediato se vio sumergida en una densa marea de deseo que la arrastraba por debajo del nivel de la razón o de la voluntad. Protestar no era una alternativa; las necesidades de su cuerpo, durante tanto tiempo suprimidas, enseguida se impusieron y apartaron a un lado todo raciocinio. Temblaba para cuando Peter le soltó las piernas y dejó que su cuerpo resbalara hacia abajo, a lo largo del suyo, en una dulce fricción que provocó una excitación casi dolorosa. Ya era hora. Dios santo, ya era más que hora. Lo deseaba con ansia ciega, feroz, que no admitía más retraso, y se agarró a él con el cuerpo flexible, dispuesto.

Peter la apoyó de espaldas contra una de las columnas cuadradas del garaje y la sujetó allí. A pesar del resplandor de la luna, aquel lugar estaba oscuro, oscuro y acogedor, perfumado con los aromas del verano y el propio olor intenso y almizclado de Peter. Respiraba deprisa, con urgencia, al tiempo que se inclinaba pesadamente contra ella para abrirse paso hacia la suave blandura de su cuerpo. 

Hundió los dedos en su mata de pelo y le sostuvo la cabeza con sus manos grandes y poderosas para mantenerla quieta para la profunda incursión de su lengua en la boca. Estaba plenamente excitado y su erección presionaba contra el vientre de Lali.

Lali gimió contra su boca, moviéndose deseosa contra él, intentando elevarse lo suficiente para acomodar aquella gruesa protuberancia en el espacio blando de su entrepierna. Se sentía dolida y vacía, muy vacía, cada vez más húmeda por la necesidad de tenerlo dentro.

Peter tenía la camisa abierta. La piel de los hombros en la que se hundían los dedos de Lali estaba cubierta por tela, pero el pecho se veía desnudo. Palpó su piel, brillante de sudor, y la aspereza del vello rizado. Los pechos se tensaron, los pezones se pusieron duros y enhiestos, vibrantes por el deseo de ser tocados.

Peter separó su boca de la de ella, buscando aire, mientras su pecho se movía igual que un fuelle a cada inspiración. Lali se pasó la lengua por los labios inflamados para percibir su sabor y le rodeó el cuello con los brazos para atraerlo. Él cedió en el acto, con boca dura y mordiente, con una fuerza primitiva que excitó a Lali más allá de lo que jamás había conocido.


Continuará...

Tan tan! jajaja sorry por cortarlo ahí...pero la vida es justa o no es justa? jajaja (chiste interno) el próximo capítulo...uff! imperdible jijij Besos!
Recuerden Firmar! :)

5 comentarios:

  1. NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO ENSERIO LO DEJAS ASI NO ME DIGAS ESO POR DIOS COMO LO DEJAS AHIIIIIIIIIIIIIIII MAS NOVELAAAAAAAAA CREO QUE ES HORA DE QUE LALI LE CUENTE A PETER TODOOOOOOO SI PETER LE CREO MAGNIFICO Y SI NO PROBLEMA DE EL
    MAS NOVELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

    ResponderEliminar
  2. Y nos dejas asi?...no puedes por dios...
    Como dicen en el capitulo anterior yo tambien creo que fue Alejo el que lo mató, esta obsesinado con la mujer de Nico,y todo lo que hacecon Euge... y en este capitulo, no se como que lo veo un poquito nervioso...
    Ahora si por fin vuelvo de verdad, perdon otra vez por no seguirte de seguido pero desde hoy lo hare...esque he tenidoun finde muy loco, con escapada romantica incluida y a la vuelta y gran susto con mi abuelo...pero ya esta todo mejor...

    ResponderEliminar
  3. Después d 41 cap,me dejas este a medias,¡termina la acción! ,nos dejaste en gran suspense,x lo k Peter le dijo ,piensa cumplir su amenaza si la encontraba en la casa d verano ,y ahí están los dos ,y nosotras también,jajaja.Esperando con ansias el próximo.No creo k aguanten ,d la manera en k quedaron ,ninguno piensa ya con claridad,y creo k Peter esta mas k seguro d aceptar lo k Lali tenga para decirle,al menos la escuchará ,si ella se atreve a confiar en el.

    ResponderEliminar
  4. Hola!! Nueva lectora, me ha llevado un par de días leerme todos los caps que van hasta ahora, pero ha valido la pena. Disculpa si no comente en los caps anteriores. Me parece una historia super interesante, te felicito y agradezco que te tomes el tiempo de compartirla!!
    Ahh nos has dejado con muchas ansias, ojala podas subir pronto!

    P.D: Gracias a Chari también, porque por la recomendación que hizo ella en otro blog, fue que empecé a leer ésta nove. :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No se merecen ,la novela d x si es buenísima.Gracias a ti Kary.

      Eliminar