martes, 31 de julio de 2012

"Cuñados" Capítulo 11








Hola!! como andan? yo exhausta!  acabo de salir de un entrenamiento horrible...peeeero aquí me tienen :) jiij 
Chicas vayan acostumbrándose a este Peter porque en muchas ocasiones lo van a odiar!  
Espero que les guste el capítulo de hoy y firmen mucho! jejeje Besos y que tengan linda semana!
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La cubierta del Miranda estaba llena. En la parte delantera había una docena de garrafas de aceite de oliva, cuatro cajones con pollos, dos cabras, un piano pequeño y varias bolsas de fruta y verdura.
Dos hombres de edad avanzada tocaban unas flautas y escupían a un lado.
En la caseta del timón, Lali encendió la radio para oír el último pronóstico del tiempo. Aunque el agua era clara, estaba revuelta. El tiempo había sido maravilloso durante demasiado tiempo y, cuando una tempestad golpeaba el Atlántico, era catastrófico.
—¿A qué se debe esa mirada de preocupación?
Lali echó un vistazo a Peter, quien de pronto apareció en la puerta. Ya habían pasado cuatro días desde que tuvieron aquella pelea en la playa, pero desde entonces, su relación era bastante agradable. Charlaban poco, pero al menos se habían acabado los insultos y él no había vuelto a mencionar a Jaime ni le recordó la amenaza que pesaba sobre ella. Tal vez había cambiado de opinión, pero era poco probable porque Peter Lanzani no parecía ser un hombre que rectificara su actitud. Si su intención era dejarla embarazada, nada en el mundo lo detendría. Quizá sólo estaba cambiando de táctica y trataba de ser sutil por primera vez en su vida.
—Tengo un mal presentimiento con respecto a este tiempo —susurró.
—¿Cuál es el último pronóstico? —contempló el mar tranquilo y el cielo sin nubes.
—Igual al anterior. Continuará el buen tiempo.
—¿Pero tienes un mal presentimiento?
—¡Es verdad! —exclamó, resentida—. Ahora ríete, ponme en ridículo. Llámame imbécil.
—¿Doy la impresión de estar riéndome? —sus facciones se endurecieron y sus ojos verdes brillaron de manera familiar.
—No —apartó la vista, avergonzada.
—Si aseguras tener un mal presentimiento, es suficiente para mí —gruñó.
La chica apretó la boca con desconfianza y después volvió a mirarlo buscando en su cara el más leve signo de burla, pero no lo encontró.
—¿De verdad?
—Durante los últimos días he tenido la oportunidad de observar tu trabajo. Sabes manejar este barco y estás familiarizada con estas aguas. Eres un marinero nato y confío en tu instinto.
El halago la sorprendió y sintió que se ruborizaba.
—No… no insinúo que vaya a desencadenarse una tormenta —se protegió—. Lo que quiero decir es que éste es un mal lugar para que nos pille.
—¿Por qué? —parecía desconcertado por la afirmación.
—Si consultas la carta de navegación, verás que no tenemos mucha agua debajo del barco. Estamos navegando encima de un escollo sumergido. Al norte de nosotros, el mar es mucho más profundo, y un viento fuerte sólo crea olas muy altas que podríamos salvar sin problema. Pero cuando estas olas llegan a la superficie, rompen y el mar ataca en todas direcciones, como una caldera de agua hirviendo. El Miranda no se hundiría, pero sería azotado de forma terrible.
Demasiado tarde comprendió que la invitación que le había hecho de que consultara la carta de navegación también era una invitación a que se acercara a ella, y la piel de su pecho desnudo una vez más rozó la parte superior del brazo de Lali. A pesar de que sus terminales nerviosas se sacudieron, ella se quedó inmóvil, temerosa de que Peter interpretara el más ligero movimiento de ella como un indicio de deseo sexual.
Al fin, Peter se enderezó y dijo gruñendo:
—Sería aconsejable meter la carga en la bodega, porque está muy poco protegida en la cubierta.
—Pensaba justo en eso. Nunca he perdido un cargamento y no pretendo empezar ahora. Primero meteremos en la bodega el piano y las cabras; el resto nos llevará sólo unos minutos. Los dos pasajeros pueden bajar al camarote.
—Está bien. Lo haré ahora —respondió Peter.
Lali cambió la frecuencia de la radio a onda corta y mientras escuchaba las noticias, con disimulo observó el trabajo de Peter. Después de desamarrar la grúa, Peter tiró de ella hacia adelante y la enganchó al piano. Después de ponerlo en la bodega, prestó atención a las dos cabras. Con un pedazo de cuerda, con habilidad, formó una cuna y una a una las metió en la bodega.
La chica reconoció que Jaime no lo habría hecho mejor ni más rápido y ese hombre sin duda estaba acostumbrado al trabajo duro. Lo comprendió desde el momento en que subió toda esa agua por la colina, porque un cuerpo como el de él no se desarrollaba dictando cartas en una oficina.
Por último, desamarró la lona impermeabilizada, en caso de que tuvieran que cubrir la bodega deprisa.
Apartando los ojos de él, Lali revisó la brújula y se regañó a sí misma mientras corregía el rumbo del barco. Eso es lo que ocurría cuando no se ponía atención al trabajo. Esperaba que Peter no se hubiera dado cuenta, aunque era difícil, ya que esos ojos verdes y calculadores estaban pendientes de todo.

Un poco después, Peter regresó con la chica y apagó la radio.
—¡La estaba oyendo! —se quejó Lali.
—Puedes oírla después. Ahora prefiero hablar.
—Si se trata de Jaime y de tu hermana, no quiero escucharte —le lanzó una mirada de reproche—. Habla de cualquier cosa menos de ellos.
—Está bien. Hablaremos de ti —de manera inesperada se puso detrás de ella, haciéndola abrir enormemente los ojos, cuando con las manos le oprimió los senos.
—¡Basta! —apretó el timón—. ¿Qué diablos haces?
—Pasando el tiempo de la forma más agradable que puedo pensar, dadas las circunstancias —su voz era suave y vibrante.

Continuará...

Que fresco nuestro Peter no??? un aprovechador total...ajajaja Besos las quiero!! :)

4 comentarios:

  1. Holaa! Disculpas por no poder comentar los caps anteriores, pero no había estado en casa y no tenía acceso a pc. Insisto, espero que en algún momento este Peter logre caerme bien. Me encanta que Lali lo ponga a trabajar mucho.
    Espero el siguiente :)

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  2. me encanta esta novela massss plisss

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