domingo, 5 de agosto de 2012

"Cuñados" Capítulo 17





Hola! como andan?
Obvio que les hago maratón! :) se vienen unos capítulos...uff jajaja haganle caso a Chari! jajasja
Capítulo dedicado a Vale :)
@Masi_ruth no te preocupes! espero que te mejores pronto! :)
PD: las que firmen como anónimo, que pongan el nombre abajito para así saber quien es jjijij
Besos!
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—Bueno —aclaró, llena de indignación—, si piensas que soy capaz de algo semejante es que no conoces a las personas. Quizá la familia Lanzani vive de acuerdo con la ley de la selva, pero yo vengo de un mundo, donde la gente está muy por encima de esas cosas.
—Realmente te has ofendido —la observaba con ese gesto de desaprobación tan familiar—. Te pido disculpas. Cuando uno casi siempre está rodeado de enemigos, espera lo peor.
—No me sorprende que estés rodeado de enemigos —musitó—. No eres precisamente una persona amable, ¿verdad?
—Ahora trato de ser amable, Lali. No lo hagas demasiado difícil.
«Dios me libre», pensó ella. Sin duda bromeaba.
—Está bien —suspiró—. Acepto tu disculpa, y olvidemos el asunto.
—Gracias, Lali —se acercó un poco más—. Pero realmente salvaste mi vida y no puedo olvidarlo. Siento el deber de recompensarte de alguna manera.
—¿Recompensarme? —lo observó, cautelosa—. No quiero ninguna recompensa de ti, a menos que sea dejar libre a mi hermano.
—Después hablaremos de eso —se acercó aún más a ella—. Por el momento, tal vez me aceptes un beso como muestra de gratitud.
—¿Un beso? —la boca se le secó de inmediato—. ¿Tú… deseas besarme?
—Sólo como muestra de gratitud —replicó con suavidad.
Ahora su cara estaba muy cerca de la de ella. Tan cerca, que la hizo sentir que aquellos ojos verdes la absorbían.
—Entonces… hazlo —tartamudeó—. Si eso es lo que de verdad deseas.
—Creo que es lo que ambos queremos, Lali —susurró al tiempo que le acariciaba con la mano la sedosa piel de una mejilla.
Estaban tan cerca, que sus muslos se tocaban, y sin dejar de acariciarle la mejilla, la besó en los labios. Por un momento, la boca de Peter permaneció inmóvil; ella apenas sentía la presión. Después, él subió la mano libre para acariciarle la otra mejilla. Sosteniéndole la cabeza con las manos, Peter movió con suavidad los labios sobre los de Lali, en un ritmo lento, sensual, que la atormentaba. Comenzó a temblar y de forma instintiva se aferró a los hombros de Peter para sujetarse.
Él aumentó la presión y el corazón de la muchacha comenzó a latir con fuerza. Dentro de las profundidades de su alma, el familiar demonio despertó y la excitó. Al sentir el roce de su lengua, ella entreabrió los labios y se perdió en la dulce sensación.
Su corazón latía aceleradamente cuando él la estrechó en sus brazos y ambos cayeron sobre la manta, en el suelo. Él estaba casi encima de ella y su lengua dejó de hacer estragos en la boca de la chica. Miró la profundidad de sus ojos.
—Quiero hacerte el amor, Lali.
Ella hizo un esfuerzo inútil por hablar. Después de hacer de nuevo el intento sin resultado, se dio por vencida e inclinó la cabeza con debilidad.
—Si no estás de acuerdo, me detendré —sus labios rozaron sus párpados. Su respiración era cálida y dulce sobre la mejilla de Lali—. Te prometí no tomarte por la fuerza y lo cumpliré.
Esa vez ni siquiera hizo el intento de hablar. Con desesperación le rodeó el cuello con las manos y de nuevo, él inclinó su boca hacia la de ella; con avidez desenfrenada, casi amenazadora por su intensidad. Era un deseo que exigía más, y los dedos de Lali vagaron por su espalda en un anhelo insaciable que fue de pronto interrumpido por un quejido.
¡Cielos! ¡Las heridas de su espalda! En su deseo incontrolable las había olvidado.
—Peter… lo lamento, no he querido hacerte daño —susurró con sentimiento de culpabilidad.
Al sentir que Peter se apartaba de ella, el corazón le dio un salto. ¡No la creía! Imaginaba que lo había hecho a propósito.
—Por favor, Peter —le suplicó—. Ha sido sin querer. No lo hice… Olvidé… —su voz se apagó cuando él, de forma inesperada, le puso un dedo en los labios.
—Lo sé —le aseguró amable—. Digamos que te dejaste llevar por la pasión. Tu castigo es que no te muevas durante los próximos cinco minutos. ¿Estás dispuesta a hacerlo, mi pequeña tigresa con garras?
—Acepto —respondió.
Peter le puso las manos en la cintura y las deslizó debajo de su camiseta.
—Tanta belleza no debe estar oculta, Lali —le levantó la camiseta para dejar al descubierto los senos turgentes. Levantó los brazos para obedecer la orden de él, y un instante después, le quitó la prenda. Luego arqueó la espalda y permitió que le quitara el sostén para quedar desnuda de cintura para arriba. Sin vergüenza alguna, se dejó acariciar por la mirada de admiración de Peter. Una vocecita interior condenaba su conducta inmoral, pero emociones más fuertes la acallaron.
Casi con reverencia puso una mano en cada pecho, sintiendo su firmeza y los pezones erectos.
—¡Afrodita! —murmuró él—. Verdaderamente el cuerpo de una diosa.
Con lentitud le desabrochó los vaqueros y los deslizó por las caderas y las cortas pero esbeltas piernas. Lali sólo se quedó con la pequeña braguita, cerró los ojos y tembló de antemano cuando él le quitó esa última prenda. Abrió a tiempo los ojos, para observar que él también se desvestía y levantó los brazos para atraerlo hacia ella. Mientras sus bocas se unían en un húmedo encuentro sintió la dureza del cuerpo masculino sobre su piel y el contacto la hizo estremecerse de deseo.
Finalmente, la boca de Peter vagó hacia su cuello para sentir el pulso acelerado y siguió su camino hacia abajo hasta llegar a su destino final, cerrándose sobre el pezón. Lali, de forma convulsiva, le acarició el cabello y un grito escapó de sus labios.
Su cuerpo tembló al sentir que la mano derecha de Peter iniciaba una exploración sobre su estómago y sus caderas, y gimió cuando le separó los muslos con suavidad.
Podía oír la respiración agitada de Peter, cuando éste se acomodó encima de ella. Peter deslizó la mano izquierda sobre el trasero de ella para levantarla, y Lali se mordió un labio para ahogar un grito cuando la poseyó. Por un instante, permaneció inmóvil al sentirse oprimida por el peso de su pareja hasta que él se levantó y usó sus antebrazos como apoyo. Temerosa de lastimarle otra vez la espalda, lo sujetó del cabello como si temiera que se levantara y la dejara acostada ahí, estremeciéndose de pasión.
Él la contempló; sus ojos estaban encendidos por el fuego de una tormenta interna, y después comenzó a moverse. La lenta y rítmica posesión produjo una reacción primitiva en el cuerpo de ella que la ayudó a contestar esa invasión con un ritmo propio.
Olas de voluptuoso placer invadían su cuerpo haciéndola olvidarse de todo. No existían ni el tiempo ni el espacio. Sólo importaba ese sentimiento. El ritmo de él se hizo más rápido, lo mismo que las respuestas de Lali, llevándola a un febril instante. La chica lo oyó gemir y se dio cuenta de que temblaba, y su propio cuerpo se convulsionó en una explosión silenciosa de placer.
Lo abrazó con fuerza hasta que sus cuerpos dejaron de temblar. Sus brazos cayeron a los lados y dejó escapar el último suspiro de pasión.

Continuará...

1 comentario:

  1. Finalmente fue Peter quien le dijo k quería hacer el amor.

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