Hola, como andan?
Perdón por la desaparición ayer...llegaron unos familiares, además que tuve un cumple años y llegue un poco más tarde de lo esperado...
Capítulo dedicado para ruizirene897 primera en firmar, e Inma, quien fue la que más firmó!
Capítulo dedicado para ruizirene897 primera en firmar, e Inma, quien fue la que más firmó!
Espero que disfruten los capítulos de hoy!
Besos
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—Hasta ahora lo has hecho muy bien. No
dejes que tu mal carácter lo estropee todo.
—No tengo mal carácter —protestó—. O
no lo tenía hasta que te conocí.
—Hasta que me conociste tampoco eras
una mujer completa —le recordó—. Pero has aprendido deprisa. Aún hay
esperanzas.
Lali supuso que aquello era lo más
parecido a un cumplido que escucharía de sus labios.
—De acuerdo —suspiró—. Vamos a visitar
a tus preciosos peces.
—Aún no —dijo, mirando el reloj—.
Tengo que hacer unas cuantas gestiones en la oficina del puerto. Reúnete
conmigo allí, dentro de una hora, e iremos a comer al hotel antes de zarpar.
—¿Y qué se supone que voy a hacer
durante una hora, sola? —preguntó—. ¿Sentarme en el malecón?
—No. Puedes demostrar cierta
iniciativa y ser sociable. Hay mucha gente en el pueblo. Ya te conocen, y se
detendrán a charlar contigo a poco esfuerzo que hagas. Al menos intenta
demostrar cierto interés por su forma de vida.
Lali abrió la boca para protestar,
pero no tuvo tiempo porque Peter se alejó de inmediato. Durante unos segundos
permaneció allí, irritada, con los puños apretados. Se preguntó qué había
querido decir con aquel último comentario. Tal vez creyera que era una típica
esnob de ciudad. Le interesaba la vida de la gente. Le interesaba todo el
mundo. Siempre había intentado demostrar sensibilidad con sus amigos y con la
gente que no conocía. Precisamente su problema radicaba en que era demasiado
amistosa en ocasiones, demasiado ingenua, demasiado confiada. Resultaba fácil
aprovecharse de ella.
Caminó hacia la calle principal, y
cuando llegó, miró a ambos lados sin saber muy bien qué hacer. Ni siquiera
había un café donde pudiera sentarse a tomar algo. El bar del hotel aún no
estaba abierto.
Sonrió a las personas que pasaban,
pero no se le ocurrió ninguna excusa para detenerlos y charlar. Entonces se dio
cuenta de que era la segunda vez que Peter la colocaba en aquella tesitura. La
noche anterior, durante la fiesta, la había dejado sola. Por fortuna, Ingrid
había salido en su rescate.
Y de repente, encontró la respuesta.
Podía ir a la casa de Cristina, a la casa que se encontraba en lo alto de la
colina. De todas formas tenía intención de visitarla para buscar unas cuantas
respuestas a ciertas preguntas que la preocupaban. Aquella era una oportunidad
ideal.
La puerta de la casa estaba abierta,
intentó llamar de todos modos, pero una voz conocida la invitó a entrar.
—Pasa, Lali.
Cristina estaba sirviendo dos tazas de
té. Una vez más, Lali se estremeció.
—¿Cómo sabías que era yo, Cristina?
—Estaba en el jardín hace unos minutos
y vi que subías por la colina.
—Oh —sonrió, sintiéndose completamente
idiota.
Cristina la observó con simpatía.
—Ese chándal parece muy cómodo. ¿Crees
que me quedaría bien algo parecido? —rió, sin esperar una respuesta—.
Sinceramente, lo dudo. Creo que seguiré con mis viejas ropas.
Inclinó la cabeza y la miró
directamente a los ojos antes de sonreír y añadir:
—Hay algo distinto en ti, Lali. Has
cambiado.
—¿Cambiado? ¿En qué sentido?
—Digamos que pareces más madura —rió
de nuevo—. Pero no te sientas avergonzada. He notado esa expresión en otras
jóvenes muchas veces. No saben que está ahí, pero yo puedo verla. En fin,
siéntate, tómate el té y cuéntame qué te preocupa.
—¿Qué te hace pensar que me preocupa
algo?
—Oh, nada. ¿Dónde está Peter?
—En el puerto.
Cristina asintió.
—De modo que has aprovechado la
oportunidad para visitarme. Bueno, me siento muy honrada —dijo, mientras liaba
un cigarrillo—. He oído que estuviste en la fiesta anoche. ¿Te divertiste?
—Sí —admitió—. No lo esperaba, pero me
divertí mucho. La gente del lugar parece disfrutar con las diversiones.
—Si, cualquier excusa sirve para
disfrutar de una buena copa y un buen baile —rió, encendiendo el cigarrillo—.
Me alegra saber que las cosas marchan bien entre Peter y tú. A veces puede ser
muy obstinado, pero es un buen hombre. No lo hay mejor.
Lali pensó que aquella conversación no
conducía a ningún sitio, de modo que apartó la taza de té, respiró
profundamente y dijo:
—He mentido. Hay algo que me preocupa.
Necesito saber qué está ocurriendo aquí, Cristina. He venido porque eres la
única persona que puede darme las respuestas que necesito.
Cristina sonrió con amabilidad.
—Es natural que estés confundida. Ya
te dije que necesitarías tiempo para acostumbrarte.
Lali suspiró.
—No tiene nada que ver con
acostumbrarme. Hay muchas cosas que no comprendo. Si Peter quiere casarse, ¿por
qué no ha elegido a una chica del lugar? Tendría dónde escoger. Anoche conocí a
muchas chicas más atractivas que yo, e igualmente capaces.
—¿Es eso lo que te preocupa? Pensé que
lo sabías. La novia del jefe del clan debe llegar del mar. Tiene que…
Lali movió la cabeza en gesto
negativo, impaciente.
—Por favor, no empieces a hablar de
leyendas y cosas por el estilo. Sé que su madre y su abuela llegaron del mar,
pero sólo es una coincidencia.
Cristina permaneció unos segundos en
silencio, hasta que al fin se explicó.
—Peter no puede casarse con una mujer
del clan. Debe desposar a una extraña. Es una ley del clan que no ha cambiado
durante cientos de años. Sólo somos un pequeño clan de esta parte del país.
Nuestros antepasados decidieron que los jefes del clan se casaran con
forasteras para que el aislamiento no empobreciera la vida de la gente. La
mezcla cultural y racial mejora a las personas —sonrió—. A mí me parece una simple
cuestión de sentido común.
Lali la miró, en silencio.
—Hay algo que no has mencionado,
¿verdad? Algo acerca de que la novia debe ser merecedora de tal posición. Peter
no deja de repetirlo.
—¡Pero tú eres merecedora! Puedo
asegurarte que…
—Peter no está de acuerdo —interrumpió
con frialdad—. O al menos, tiene serias dudas. No creo que tenga intención de
casarse conmigo, Cristina.
La anciana la miró sorprendida.
—¿Cómo puedes decir algo así? Por
supuesto que se casará contigo. Sólo está preocupado por…
—¿Quién es esa Pamela de la que tanto
he oído hablar?
—¿Pamela?
—Sí, Pamela —repitió impaciente—. No
hay nada que le impida casarse con ella, ¿no es cierto?
De repente, Cristina se llevó una mano
a la cabeza y vaciló como si le doliera algo. Lali pensó durante un momento que
sólo se trataba de un truco para no contestar, pero estaba tan pálida que
comprendió de inmediato que era sincera.
—¿Cristina? ¿Te ocurre algo? No
pretendía molestarte.
—No te preocupes, estoy bien
—contestó, sonriendo con debilidad—. A veces me duele la cabeza y tengo la
impresión de que voy a desmayarme ¿De qué estabas hablando?
—No importa. Tranquilízate un poco
mientras te sirvo un té.
—No, ahora lo recuerdo. Querías saber
qué sucede con Pamela. ¿Has hablado sobre ello con Peter?
—Si y me dijo que no era asunto mío.
Cristina asintió, pensativa.
—Ya veo. Bueno, si no quiere hablar
sobre ella debe tener una buena razón y en tal caso no debería…
De repente dejó de hablar. Abrió los
ojos de golpe y su mirada pareció perderse en algún punto lejano.
Esta vez Lali se alarmó seriamente.
—¿Cristina? ¿Cristina? ¿Quieres que
llame a un médico?
Cristina estaba aferrada a la mesa,
con tal fuerza que tenía los nudillos blancos Un extraño sudor cubría su rostro
Se inclinó sobre ella y la miró parecía en trance. Pensó que tal vez debería
tumbarla en la cama Tenía la impresión de que ella había provocado aquel estado
en su amiga. Sospechaba que guardaba alguna relación con sus preguntas.
—¿Cristina? Por favor habla conmigo
Por favor di algo.
Llevó las manos a su muñeca e intentó
tomarle el pulso. Debía pedir ayuda. Tal vez se tratara de un ataque al corazón.
De repente salió de su trance y dijo
en un tono de voz profundo y extraño:
—El Starlin.
—Tranquilízate Descansa y…
Cristina la agarró del brazo con
fuerza.
—Debes darte prisa. El Starlin… Cabo Negro… Díselo a Peter.
—Pero está en el puerto.
—Sí, sí. ¡Por Dios, corre!
Lali no perdió el tiempo discutiendo.
El tono de voz de Cristina hizo que reaccionara. Corrió hacia la puerta y
después de mirarla por última vez bajó a toda velocidad por la colina, hacia el
pueblo.
Capítulo 23
Cuatro minutos más tarde llegaba a la
oficina del puerto, agotada. Entró con tal desesperación que Peter se dio la
vuelta y frunció el ceño.
—¿Pero qué diablos sucede?
Lali se detuvo ante él, intentando
respirar. Él la abrazó por los hombros.
—Tranquila, no te asustes. Ya estás a
salvo.
—No soy yo —acertó a decir—, sino Cristina.
Algo le ha pasado. Me ha pedido que viniera a avisarte. Ha dicho que el Starling está en peligro, en Seven…
—¿Cabo Negro?
Ella asintió.
—No sé qué quiere decir.
La expresión de Peter cambió de
repente. Resultaba evidente que significaba algo importante.
—De acuerdo. Necesitaremos ayuda. Una
vida puede estar en peligro. ¿Quieres venir conmigo o tendré que perder el
tiempo buscando a otra persona?
Avalo lo miró, indignada.
—Si me conocieras tan bien como crees
no harías preguntas tan estúpidas. Vamos.
El motor del Flamingo arrancó con un estruendo, y salieron del puerto a toda
velocidad. El agua que salpicaba impedía la visibilidad desde la cabina, de
modo que Peter puso en marcha los limpiaparabrisas, y le pidió a Lali que
permaneciera cerca para que pudiera oírla.
—Hay un rollo de cuerda en el armario
que tienes a tu espalda. Cógelo. Puede que lo necesitemos.
Lali obedeció.
—¿Se puede saber qué está pasando?
¿Quién está en peligro?
—Carlos Zambrano. Pesca langostas. El Starlin es su barco, y si se ha dirigido
a Cabo Negro puede tener problemas. Tardaremos diez minutos en llegar, y espero
que no sea demasiado tarde, porque no sabe nadar.
Lali lo miró, pensativa. Estaba en
completa tensión, bien aferrado al timón del barco. Su aspecto de marino
curtido parecía indicar que estaba dispuesto a navegar hasta el mismísimo
infierno llevándola consigo. Se apretó contra él para llamar su atención.
—¿El Starlin no lleva radio a bordo?
—No, ya te lo he dicho. Sólo es un
bote.
Lali quería preguntar algo más, pero
no lo hizo. Sabía que en poco tiempo obtendría una respuesta. Si cuando
llegaran no veían rastro de ningún navío, ni restos de un naufragio, la
advertencia de Cristina sólo habría sido el producto de una mente enferma. Pero
si lo encontraban, la cosa sería muy distinta.
Peter fue el primero en divisar la
embarcación. Lali contempló las enormes olas que batían las rocas de la costa.
Un hombre vestido con una gabardina amarilla intentaba mantener la embarcación
a una distancia prudencial de los acantilados, remando desesperadamente.
—Se le ha debido averiar el motor
—comentó Peter—. No va a resultar fácil rescatarlo. Tendré que acercarme a él
por la popa, o la cuerda podría enredarse en nuestra hélice.
Peter colocó el barco en posición y
dio marcha atrás. El barco avanzó lentamente. El ruido disminuyó en parte, de
modo que aprovechó para explicarle la situación.
—No puedo dejar el timón, porque la
corriente nos arrastraría hacia las rocas. Es imposible acercarse más —añadió,
mirándola con detenimiento—. Tendrás que hacerlo tú. Espero que no vayas a
hacer algo tan estúpido como caerte por la borda…
—Haré lo que pueda. Guárdate los
comentarios sarcásticos y dime qué debo hacer.
—Toma la cuerda y átala a popa. Cuando
lo hayas hecho, lánzala para que Carlos pueda amarrarla a la proa del Starlin.
—Muy bien. No te preocupes. Sabré
cuidarme.
—Pues deja de hablar y hazlo —gruñó.
Lali agarró la cuerda y salió a
cubierta, intentando mantener el equilibrio. Avanzó hacia la popa y ató la
cuerda a un saliente de metal. Se aseguró de que el nudo era seguro y volvió a
levantarse. Debía lanzar la cuerda. Si fallaba, tendría que recogerla de nuevo
e intentarlo otra vez, pero no podía perder tiempo. No podía permitirse un
error.
—¡Lanza la cuerda! —gritó Peter desde
la cabina—. No tenemos todo el día…
Lali hizo caso omiso de su comentario
y esperó a que llegara el momento adecuado. Las olas hacían que los barcos
subieran y bajaran constantemente, de modo que tuvo que esperar hasta que pudo
ver la pequeña embarcación. Entonces, actuó. La cuerda surcó los aires y fue a
parar a los pies de Carlos.
Contenta, regresó a la cabina.
—¿Satisfecho?
—Sí —contestó con una sonrisa—. Lo has
hecho muy bien, pero Carlos sigue teniendo problemas.
Lali miró a través de los cristales y
comprendió de inmediato. Carlos había recogido la cuerda, pero su bote estaba a
escasos metros de las rocas y no podía detenerse para atarla. Intentaba remar
con todas sus fuerzas para evitar el desastre.
—¡No ha tenido tiempo de atarla!
—exclamó ella—. ¿Por qué no se agarra a la cuerda y se olvida del bote?
—Porque es un cretino obstinado y no
abandonará su embarcación hasta que se hunda —murmuró, observándola de nuevo—.
Tendré que dejarte a cargo del Flamingo
durante unos minutos.
Lali lo miró con incredulidad.
—¿Qué quieres decir con eso de dejarme
a cargo? ¡No sé gobernar un barco! Y mucho menos teniendo en cuenta que el
motor está marcha atrás. Dijiste que no podías abandonar el timón, porque
acabaríamos en las rocas.
—Lo sé —admitió—, pero no tenemos otra
opción. Tendré que nadar hasta su bote y asegurar la cuerda por él.
Peter le indicó que se acercara al
timón y dejó en sus manos la responsabilidad del barco, que empezó,
inmediatamente a retroceder hacia los acantilados.
—¡No puedo hacerlo!
—Sí, claro que puedes. Intenta
recordar que…
—¡No puedo hacerlo! —exclamó de nuevo,
enfadada. Pero Peter no hizo ningún caso. Se sentó en el suelo y empezó a
quitarse los zapatos. No podía adivinar lo que Lali tenía en mente.
Pasó a su lado a toda velocidad y él
intentó detenerla, sin éxito. Antes de que pudiera evitarlo, se había lanzado
al mar de cabeza. Cuando salió a la superficie empezó a nadar tan deprisa como
pudo hacia el Starlin, pensando que,
en ciertas ocasiones, había que actuar sin pensárselo dos veces.
Carlos la miró con sincero asombro
cuando subió al bote y se dejó caer sobre el montón de langostas. No tenían
tiempo para presentaciones, de modo que se arrodilló, ató la cuerda a la proa
de la pequeña embarcación y se levantó para hacerle una señal a Peter.
El Flamingo
incrementó la velocidad hacia delante y arrastró al Starlin hasta que consiguió alejarlo de las rocas.
—Gracias a Dios —suspiró Carlos,
dejando el remo a un lado—. Tú debes ser la Ladydark
de la que todo el mundo habla. Es una suerte que aparecierais poco después de que
se estropeara el motor.
Lali estaba helada y calada hasta los
huesos.
—¿Dices que el motor se rompió justo
antes de que llegáramos?
—Sí. No creo que hubieran pasado más
de dos o tres minutos.
Lali se estremeció de nuevo y sonrió.
—Bueno, ya estás a salvo, que es lo
que importa.
Cuando se alejaron lo suficiente de
los acantilados, Peter paró los motores y esperó hasta que el bote se aproximó
al barco. Después los ayudó a subir a bordo.
—¿Te encuentras bien, Carlos?
—Perfectamente, Peter —contestó el
marinero—. El maldito motor se ha atascado. Posiblemente se ha roto una
válvula.
—Te llevaré a puerto, pero tendremos
que atar la cuerda a la proa y acortarla para que no se enrede en las hélices.
Lali alcanzó una manta que había en
uno de los armarios y se la pasó por encima de los hombros mientras los dos
hombres hacían lo necesario para regresar al pueblo.
En cuanto estuvieron en marcha, Peter
se volvió hacia ella, enfadado.
—Si hubiera tenido tiempo, te habría
colocado sobre mis piernas para darte una buena lección. Hiciste una tontería
al saltar por la borda.
Lali lo miró en silencio mientras él
continuaba con su diatriba.
—¿Qué diablos te ocurre? ¿Es que
tienes la costumbre de lanzarte al mar con la intención de ahogarte?
—No me he ahogado.
—No, pero podías no haber sido capaz
de llegar. En Cabo Negro la corriente es muy fuerte. Ya viste cómo arrastraba el
bote de Carlos.
—Oh, deja de quejarte. Si no te
preocupara tanto tu orgullo herido te darías cuenta de que hice lo único
razonable que podía hacer.
—¡Razonable! —gruñó—. No sabes lo que
significa esa palabra.
Aquello fue la gota que colmó el vaso.
—Te dije que no podía manejar el Flamingo, pero no me hiciste caso. Oh,
no. No podías molestarte en escuchar.
—Podrías haberlo intentado.
—¿Y de qué habría servido? —preguntó—.
Habría fallado y el barco se habría estrellado contra las rocas. Nos habríamos
ahogado todos. No fue un acto estúpido, ni valeroso. Fue simplemente práctico.
Peter no dijo nada. Se limitó a mirar
hacia delante.
Lali se quitó las zapatillas
empapadas, notando que la estaba observando por el rabillo del ojo. Estaba dispuesta
a lanzarle algo a la cabeza si intentaba discutir de nuevo.
acá hay cosas buenas, pero hay copias literales y lo sabes... ojala se atrevieran a ser 100% originales.
ResponderEliminarMe encanta! Yo hubiera hecho lo mismo que Lali!
ResponderEliminarCon ese acto esta empezando a demostrar que si es merecedora de casarse con peter ;)
Me encanta que le haga la contra!
Bien por lali, demostrado que ella es capaz de hacer!!! Peter se preocupa pro ella ! Me encanta más!
ResponderEliminarLali es la que merece casarse con Peter nadie más.
ResponderEliminar@Masi_ruth
orgullo o miedo¿¿?? que es lo que le preocupa a Peter, no haber sido el quien rescato a Carlos, o que a Lali le hubiese pasado algo??
ResponderEliminarme encanta!!! ella se esta haciendo valorar, no esta dejando que la pisotee
quiero mas!!!!!!!
PD: me parece que Lali va a tener que creer en las visiones de Cristina a partir de ahora
masssss y gracias por subir dos caps =P
Lali se comporta ahí como una buena líder ,capaz d anteponer su persona en beneficio del salvamento ,no se ve capaz d manejar el barco ,pero si d nadar y poner a salvo a Carlos ,eso es lo k iba a hacer Peter,cuando la mandó k llevase el barco ,pero como siempre no escuchó a Lali,solo quería k lo obedeciera.
ResponderEliminarQUIERO
ResponderEliminarA
ResponderEliminarMASSSSSS
ResponderEliminarMás novela ,k ya estoy al día con todas ,jajaja.
ResponderEliminarvuelvo a la carga jajajaj
ResponderEliminarquiero mas de tu nove!!!
ResponderEliminaren realidad no es que quiera, es que la necesito, yo quiero que le tire con un zapato en el coco (en la cabeza) jajajaja me encanta porque le esta poniendo los puntos sobre las "ies" a Peter, como decimos por aqui, le esta parando los pies... es lo que tiene que hacer, no dejarse pisotear por el
ResponderEliminarmas mas mas mas
ResponderEliminarquiero mas novelaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarbesos y gracias por aguantar mis comentarios jajajaj =) BESOTESSSSSSSSSSSSSSS
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