lunes, 10 de septiembre de 2012

"Llegada del Mar" Capítulo 17


Hola, como andan?
El capítulo de hoy va dedicado para  Vale primera en firmar :)
También va una mención especial para Inma quien fue la que más firmó :)
Flopy Musa de pende de ustedes la cantidad de capítulos por día ;)
Un abrazo psicológico y que tengan un lindo Martes!
Besos.
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—Encajan perfectamente. La medida exacta de mis manos, ¿no te parece?
Lali se apartó y se dio la vuelta para mirarlo, enfadada.
—No ha sido muy educado por tu parte.
Peter sonrió con ironía.
—Al contrario, Lali. Me ha dado un placer más que considerable. Tu cuerpo me excita. La necesidad de tocarte me resulta irresistible.
—Me refiero al susto que me has dado.
Sus ojos verdes se clavaron en ella.
—¿Quieres decir que no te importa que te toque siempre y cuando te avise con anterioridad?
Lali suspiró. Aquel hombre era perfectamente capaz de interpretar a su antojo todo lo que dijera.
—Preferiría que no me tocaras nunca. Creo que me sentiré mucho mejor cuando tu ama de llaves esté cerca. ¿La has encontrado ya?
—No, pero no puede estar lejos —contestó, mirando a su alrededor—. Creí que estaba aquí.
—La puerta estaba entreabierta. No estaba cotilleando, por si lo has pensado.
—Puedes entrar donde quieras. Si te apetece puedo enseñarte la casa, para que te acostumbres a ella. Cuanto antes la conozcas, mejor.
—¿Mejor para quién? Este nunca será mi hogar. Para empezar, es demasiado grande. Me siento perdida.
—Te acostumbrarás —aseguró mirando a su alrededor, encantado—. No puedes esperar que el jefe de un clan viva en una cabaña de pescadores. Estoy muy orgulloso de la mansión de mis antepasados. Si te aburres, hay cientos de libros que puedes leer, y todo tipo de discos. Aunque si prefieres una ocupación más activa, siempre me tendrás a mano.
—Sí, eso me temo —murmuró, antes de hacer un gesto hacia la fotografía del diploma—. ¿Qué estudiaste? ¿El arte de la seducción?
—No. Soy ingeniero civil.
—¿Y por qué no estás haciendo algo así como construir carreteras en África en lugar de jugar a ser dueño y señor en un pueblo de Brasil?
—Estuve trabajando en la India, pero no con carreteras, sino levantando hospitales —contestó, mientras recogía una de las fotografías en las que aparecían sus padres—. Tuve que regresar cuando se mataron en un accidente. Y en cuanto a «jugar a ser dueño y señor», también te equivocas en eso. La vida de las dos mil familias del lugar depende de mi habilidad para los negocios. Tengo una responsabilidad que cumplir con ellos.
Lali bajó la mirada y murmuró una disculpa.
—Lo siento. No pretendía…
Peter se dio la vuelta y caminó hacia la puerta. Lali pensó que su disculpa no había servido de nada, y se sorprendió al observar que la esperaba en el umbral, como si nada hubiera sucedido.
—Vamos, te enseñaré la casa.
La tomó del brazo y avanzaron por el recibidor. Peter abrió una puerta y encendió la luz.
Lali respiró profundamente, admirada. En el techo había una enorme araña de cristal que iluminaba con centenares de luces el brillante suelo de roble. Al fondo del enorme salón había una gigantesca chimenea, flanqueada por armaduras. Las paredes estaban decoradas con escudos de armas, estandartes y retratos de sus antepasados. Peter empezó a hablar acerca del Gran Lanz, que habitualmente se festejaba en aquel salón, pero Lali estaba demasiado impresionada como para prestar atención a sus palabras. Observaba el maravilloso lugar como una turista encantada.
Pero su trance no duró mucho. Una voz la devolvió a la realidad. Una voz que procedía del umbral.
—Peter, ¿me buscabas?
—¡Señora Belén! Entre. Le presento a Lali.
El ama de llaves era una mujer delgada de unos sesenta y tantos años, con buen aspecto físico, sonrisa amigable y una actitud cálida que demostró al estrechar su mano, animándola un poco.
—Siento no haber estado cuando llegó —se disculpó—. Estaba ayudando a una amiga que ha tenido gemelos.
—No se preocupe —dijo Peter—. Ya le he enseñado su habitación.
—Sí, pero supongo que no le habrás ofrecido un té, ¿verdad? Venga conmigo a la cocina y le prepararé algo —dijo después, dirigiéndose a ella.
Lali dudó durante unos segundos. Miró a Peter, pero él se limitó a encogerse de hombros y a decir:
—Te veré más tarde. Tengo muchas cosas que hacer.
La cocina era grande y moderna, y el té, caliente y dulce. Se sentaron a la mesa, y, al cabo de un rato, ya se estaban tuteando.
—Bueno, Cristina tenía razón cuando hablé con ella por teléfono. Eres preciosa.
Lali apartó la mirada, avergonzada.
—No es precisamente el término que yo utilizaría.
—En tal caso digamos que eres atractiva y modesta. ¿Te ha gustado la habitación?
—Sí, es muy bonita —contestó—. Toda la casa es… enorme. No sé cómo te las arreglas tú sola.
El ama de llaves la observó en silencio durante unos segundos, sonriendo con amabilidad.
—Tienes miedo de este lugar, ¿verdad, Lali? Pude notarlo en tu rostro cuando os descubrí en el salón de ceremonias.
Lali sonrió avergonzada.
—Supongo que sí. No esperaba que fuera tan grande y no estoy acostumbrada.
La señora Belén asintió.
—Lo comprendo. Es exactamente lo que sentía Claudia cuando el viejo jefe la trajo.
—¿Claudia?
—La madre de Peter. Era francesa.
Lali recordó la preciosa mujer de la fotografía, y también recordó la historia que le había contado Ingrid.
—¿Es cierto que se conocieron cuando su yate se hundió?
—Ya conoces la leyenda, según veo —contestó la mujer.
Lali sostuvo su taza buscando una respuesta. Peter le había advertido que no ridiculizara a las gentes del lugar por sus creencias, y, por si fuera poco, debía recordar que estaba interpretando el papel de su prometida. Si decía algo inapropiado seguramente se lo contaría a él.
—Bueno, supongo que hay algo de cierto en ella —declaró al final.
La señora Belén rió.
—Sí, desde luego es cierto en lo relativo a su madre. Su barco se hundió en la regata anual de las islas del este, hace treinta y tantos años. Veinte años antes, el capitán de una fragata de la marina recogió a los supervivientes del Athenia, que fue hundido por un torpedo al principio de la guerra. Pues bien, había una jovencita española á bordo que se llamaba Martina y que…
Lali se estremeció de nuevo.
—¿La abuela de Peter?
El ama de llaves asintió, sonriendo con benevolencia.
—En efecto, y ahora ha sucedido algo parecido contigo. Llegaste a la playa y te recogieron. Saliste del mar, como todas las demás. Puede ser la leyenda, o una coincidencia, o simplemente que la historia se repite. Pero da que pensar, ¿no te parece? En fin, intentaba decirte que Claudia se sentía como tú cuando llegó. Encontrar un marido es algo romántico, pero la responsabilidad y las obligaciones inherentes al cargo de primera dama del clan, y el sentirse rodeada por los siglos de antigüedad de esta mansión… Puedo entender perfectamente lo que sientes.
Lali dudaba que pudiera hacerlo, pero no podía contarle la verdad a la señora Belén.
Cuando terminaron de tomar el té, el ama de llaves se levantó bruscamente.
—Tengo mucho tiempo antes de empezar a preparar la cena. ¿Por qué no vienes conmigo? Te enseñaré el resto de la casa y los jardines. Al fin y al cabo sentirás curiosidad, si vas a pasar el resto de tu vida aquí.
Lali intentó sonreír con amabilidad, aunque en el fondo estaba terriblemente deprimida.
—Me gustaría muchísimo.

Continuará...

7 comentarios:

  1. Jjejejej Bueno PrimerComentario Y Bueno Me Encaqnt LaNove SosMuy Buena Escritora

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  2. Esta muy buena atrevido peter tocándole los senos :0 mas mas masas mas esta genial

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  3. abuela española, madre francesa, mujer argenitna.... que mezcla de familia jajajaja

    AMO la nove, y gracias por lo de la mencion especial pero me encanta firmar asi te dan mas ganas de subir caps jejeje =)

    besotes!!! ^^

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  4. Ir con ella a la cocina,o si vas a pasar el resto d tu vida aquí ,jajaja,solo responde me gustaría muchísimo.

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  5. Al ama d llaves ,ya le cae bien.

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  6. Segurito Peter las interrumpe con alguna excusa,las mujeres k la conocen ,no paran d darle información.

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