viernes, 28 de septiembre de 2012

"Llegada del Mar" Capítulo 33


Me encantaría explicarles ahora, pero muero de sueño, mañana si o si doy explicaciones!
Besos
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No podía dormir, de modo que permaneció un buen rato mirando el techo, pensando. No dejaba de repetirse que debía haber aceptado la oferta de marcharse, pero no lo había hecho porque aún creía que podía enamorarse de ella. Sin embargo, había fracasado. Y era culpa suya, no de Peter. Resultaba evidente que buscaba algo más profundo que una simple relación sexual. Algo que parecía observar en Pamela.
Tal vez por ello insistía en que se quedase durante el Gran Lanz. Todos los miembros importantes de los clanes estarían presentes, así como representantes del mundo político y de la aristocracia en general. Corría el riesgo de comportarse de forma estúpida, pero Pamela estaría perfecta, como pez en el agua. Tal vez esperara que hiciera el ridículo ante todo el mundo para demostrar a los habitantes de Puerto Lanzana que no era merecedora de ser la primera dama.
Aún estaba preguntándose al respecto cuando escuchó el sonido de un motor en la distancia. No era el ruido que producía el Jaguar. Se trataba de un vehículo distinto, cuyos faros iluminaron las ventanas de su dormitorio. Al cabo de unos segundos notó que se detenía en el camino de grava y escuchó el sonido de un claxon.
Se levantó de la cama y caminó hacia la ventana. Peter salió de la casa y se dirigió hacia el automóvil, para recibir al visitante, que resultó ser una elegante joven de pelo oscuro. Cuando pasó los brazos alrededor de su cuello y lo besó en los labios con apasionamiento, Lali se apartó de los cristales y respiró profundamente. Ya sabía con quién iba a dormir aquella noche.

A la mañana siguiente no salió a correr. Cuando bajó a la cocina descubrió que el café ya estaba preparado y se sirvió una taza. Después, salió en busca del ama de llaves y descubrió que se encontraba en el salón supervisando el trabajo de las dos chicas que habían llegado del pueblo. Estaban colocando varias mesas a un lado, presumiblemente para instalar el buffet.
La señora Belén sonrió al verla.
—Estaré contigo en un momento, Lali.
—No te preocupes por mí. Puedo prepararme el desayuno. Me preguntaba dónde estarías. ¿Seguro que no puedo ayudarte en nada?
Tenía que encontrar una forma de mantenerse ocupada si no quería sumirse en la desesperación.
El ama de llaves pareció notar su nerviosismo y salió en su ayuda.
—Es muy amable por tu parte. No vendrían mal un par de manos más. Además, Peter se ha marchado al aeropuerto de Inverness hace unos minutos, para recibir a ciertos invitados.
Le alegró saber que no tendría que verlo hasta pasadas varias horas.
La señora Belén dio unas cuantas instrucciones a las jóvenes y acompañó a Lali a la cocina.
—Una de las invitadas llegó anoche, bastante tarde. Tuve que prepararle una cena a medianoche.
—Sí —murmuró—. Era Pamela, ¿verdad? Oí su coche. Viene muy a menudo, según tengo entendido.
—Sí, es cierto.
—Lo dices como si no te gustara mucho.
—¿Tú crees? —preguntó con frialdad.
Lali supo que había cometido un error al ponerla en la tesitura de tener que dar una opinión personal sobre una invitada, siendo el ama de llaves. Intentó corregir su desliz y pidió disculpas.
—Lo siento, no pretendía…
La señora Belén la miró durante unos segundos e hizo un gesto como si careciera de importancia.
—No importa. Siéntate mientras preparo el desayuno.
Lali no dijo nada. Se notaba que el ama de llaves ya estaba suficientemente preocupada por la fiesta como para que ella la incomodara aún más. Por otra parte estaba agotada. No había dormido en toda la noche, incapaz de dejar de pensar en Pamela y en su amante.
Los maldecía a los dos y se maldecía a sí misma por haberse enamorado de Peter. Se dijo que de haberlo intentado con más determinación no habría caído bajo el hechizo de sus ojos verdes, ni frente al deseo de encontrarse entre sus brazos. Pero necesitaba sus besos, necesitaba su virilidad, necesitaba sus caricias.
Tal vez podía haberse resistido. Pero ahora debería pagar el precio por no haberlo hecho.
Por si fuera poco sospechaba que podía estar embarazada, pero no tenía intención de quedarse allí. A la mañana siguiente regresaría a Buenos Aires, por barco o en coche, como fuera. Y si descubría que estaba embarazada de Peter, guardaría el secreto. No volvería a saber nada de ella. Había conocido a muchas madres solteras y divorciadas, grandes mujeres perfectamente capaces de criar a sus hijos mientras trabajaban al mismo tiempo.
Había terminado de desayunar, y estaba a punto de subir a lavarse cuando oyó que la señora Belén hacía un gesto de desagrado y corría hacia la cafetera.
—Es para Pamela —explicó—. Tenía que haberle llevado el café a las nueve y media, y ya ha pasado la hora.
—Sólo han pasado cinco minutos —observó.
—Sí, pero es una obsesa de la puntualidad. Cuando dice una hora se refiere exactamente a esa hora.
El ama de llaves preparó una bandeja de plata, con una taza, un poco de nata fresca y un azucarero.
Lali la miró, pensativa. Empezaba a comprender por qué razón se había ganado el apelativo de «Lady». Entonces recordó que las señoritas no tenían precisamente buen aspecto por las mañanas, cuando aún no se habían puesto sus trajes caros, ni habían peinado sus preciosos cabellos, ni se habían maquillado.
—Yo se lo llevaré —dijo, de forma impulsiva.
La señora Belén la miró, dubitativa.
—No estoy segura de que…
Ella sonrió.
—A Peter le agrada que dé la bienvenida a los invitados. De ese modo podré disculparme ante ella por no haber estado presente cuando llegó anoche.
El truco funcionó perfectamente. El ama de llaves decidió saltarse el protocolo habitual, por primera vez en toda su vida.
—Bueno, desde ese punto de vista… Supongo que Peter no objetaría nada. Está alojada en el ala oeste. Su habitación se encuentra en el piso superior, la segunda puerta a la izquierda.
Le dio la bandeja con un suspiro de alivio y Lali la observó asombrada.
—¿En el ala oeste? ¿Estás segura?
Esta vez fue la señora Belén la que denotó sorpresa.
—Por supuesto. Yo mismo la dejé allí anoche.
Lali tuvo que hacer un esfuerzo para cerrar la boca.
—Oh…
—¿Te encuentras bien?
—Sí, por supuesto —sonrió—. La segunda puerta a la izquierda, ¿verdad?
Mientras subía las escaleras con la bandeja se preguntó si su idea habría sido tan buena como le había parecido en un principio. Descubrir que Pamela no había dormido en la habitación de Peter la dejaba aún más confusa. Había pasado toda una noche en vela por culpa de su imaginación desbocada, una imaginación espoleada por los celos. Y tal vez se dirigiera a su habitación guiada también por esos mismos celos, no por la curiosidad que decía sentir. Tal vez hubiera algo en su inconsciente, algo destructivo que quería enfrentarse con su hipotética rival.
Al llegar al último piso dudó, pero respiró profundamente y caminó por el corredor que llevaba a su dormitorio. Decidió que se limitaría a servirle el café, a mantener la boca cerrada y a salir de allí tan deprisa como pudiera.

Continuará...

21 comentarios:

  1. Masss Me Encantooo Ya Quiero Que Sean Novios Que Tengan Hijos Se Casen Y Coman Perdises Jaja

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  2. Nos salio celosa lali, esperemos que la bandeja termino de onde corresponde! más!

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  3. 1 como puede ser tan cinico de llevara Pamela alli estando Lali???

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  4. 3 celosa es poco, yo tampoco estaria muy bien si veo que una mujer esta besando al que supuestamente es su futuro esposo

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  5. 5 pretnedes quedarte sin una lectora??porq si eso eso lo vas a conseguir, cualquier dia me matas tal y como dejas los caps

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  6. AAA malditaaa pamelaa, porque siempre se esta metiendoo en la relacion de peter y lali !!
    Y lali embarzadaaaa ?? si por favor, seria hermoso que tuvieran un bebe !!
    Gracias por subir .... y siguela cuando puedas

    Karen

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  7. D curiosa va a ver como es su rival.

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