jueves, 27 de septiembre de 2012

"Llegada del Mar" Capítulo 32

Subo rápido, mañana explico...
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Fueron al Salvardor, pero no vieron ninguna boda de las tantas que decía Lali que había. Sin embargo, había multitud de turistas, que no dejaban de fotografiar cualquier cosa. Luego fueron hacia el sur, y descubrió que también estaba lleno de visitantes.
El sol brillaba en un cielo azul, pero a pesar de todo, sintió frío mientras el Jaguar avanzaba. Pasaron por los desolados parajes de la ciudad y por la ladera delas montañas; visitaron el lago Lemond, bello y lleno de color, y se dirigieron hacia el norte hasta llegar a los barrios periféricos de Salvador.
Pasaron un par de horas haciendo compras en la ciudad antes de continuar el camino hacia el sur, cruzando bosques y colinas, hasta que al caer la tarde dejaron la carretera y se detuvieron en un pequeño y atractivo hotel.
Cuando terminaron de cenar pasearon hasta el río, y sólo regresaron a la hospitalidad del establecimiento cuando empezaron a sentir frío, cuando llegó la oscuridad.
Aquella noche hicieron el amor una y otra vez en una enorme cama con dosel.
Al día siguiente se dirigieron al pequeño pueblo que se encontraba junto a la frontera con Uruguay, y al llegar a la famosa iglesia donde se casaban todas las parejas les pidieron que actuaran de testigos de una joven pareja francesa que iba a unirse en matrimonio. Aceptaron encantados, y Peter se sintió en la obligación de devolverles el privilegio invitándolos a una suntuosa comida en un hotel local.
Una hora más tarde estaban de nuevo en la carretera, dirigiéndose hacia el norte. De repente, Peter la miró.
—Bueno, ya has visto un poquito de Brasil. ¿Ha respondido a lo que esperabas?
Lali había estado en silencio un buen rato, pero al escuchar su voz sonrió.
—Me impresionó tu generosidad al invitarlos. Creo que apreciaron mucho el detalle.
—Bueno, eran bastante simpáticos y se notaba que no tenían demasiado dinero. Y un refresco y un bocadillo no me parecen una buena manera de empezar un matrimonio.
Lali recordó la expresión de la joven francesa, que se llamaba Colette, y de su atractivo marido. Y recordó también que había sentido cierta envidia al contemplarlos. Sin embargo, intentó no pensar en ello. Observó el paisaje desde la ventanilla y preguntó:
—¿Cómo empezó la fama del Salvador?
—Fueron los portugueses —contestó—. Los jóvenes amantes que no obtenían el permiso de sus padres para casarse descubrieron que si cruzaban la frontera podían casarse en Brasil a los dieciséis años.
—Dieciséis años es una edad demasiado temprana para casarse —comentó, después de considerarlo.
—¿No te parece que eso depende? —preguntó, arqueando una ceja.
—No —contestó—. Una chica de dieciséis años no tiene suficiente experiencia. Puede escoger a un hombre equivocado y arrepentirse toda su vida.
Peter la miró, divertido.
—Uno puede equivocarse a cualquier edad, Lali. El amor es ciego. En Brasil siempre hemos sido de la opinión de que si alguien es capaz de tener niños y de cuidar de ellos, también merece poder casarse o hacer lo que mejor le parezca.
Lali suspiró. Una vez más, tenía razón.

Cinco días más tarde llegaron a Puerto Lanzana, poco antes del anochecer. Peter se retiró a la biblioteca, cansado por el viaje, para comprobar la correspondencia que había llegado. Lali se dirigió a la cocina, donde estuvo charlando un rato con la señora Belén, que de inmediato quiso conocer todos los detalles de su viaje. Rápidamente le contó todo lo que habían hecho, mientras tomaba una taza de café.
La señora Belén era una experta leyendo entre líneas y adivinando cosas.
—Bueno, ya no tardará demasiado —dijo de forma enigmática—. A Cristina le gustará saber que está saliendo bien.
—¿A qué te refieres? —preguntó, frunciendo el ceño.
—¡Pues a Peter y a ti! Ya verás como te pone el collar durante el Gran Lanz. Es mañana, ¿no lo recordabas?
—Oh, sí, por supuesto —mintió.
Se levantó para servirse otro café. No estaba tan segura de las intenciones de su amante como el ama de llaves. Los días que habían pasado juntos habían sido lo más parecido a una luna de miel, pero a pesar de haber pasado muchas noches haciendo el amor no podía decirse que su relación fuese más profunda. No se había declarado. Había sido generoso y considerado. Se había divertido con su conversación y con su compañía, pero nada más. Tal vez no pudieran llegar más lejos.
Se dio la vuelta y sonrió.
—Imagino que estarás muy ocupada preparando el gran acontecimiento. Mañana te ayudaré.
Quería mantenerse ocupada para no pensar.
La señora Belén agradeció la oferta, pero la rechazó.
—Ya está todo preparado. Un par de chicas del pueblo vendrán por la mañana para hacer el trabajo duro. Además, a Peter no le gustaría verte dando vueltas en vaqueros. Quiere que luzcas tus mejores galas para recibir a los invitados cuando lleguen.
A las diez y media de la noche, Lali llamó a la puerta de la biblioteca y entró.
—Siento molestarte, pero me voy a la cama. Sólo quería desearte buenas noches.
Peter dejó el bolígrafo que tenía entre las manos y le indicó que se acomodara.
—Siéntate, Lali, quiero hablar contigo antes de que te retires.
Esperó a que se sentara. Entonces tomó la botella de whisky y sirvió dos vasos.
—Muchas gracias —dijo ella, sintiendo curiosidad.
Peter bebió un poco y la miró con seriedad.
—Mañana tendremos un día muy ocupado. Espero que las cosas salgan bien. No quiero problemas. Estoy seguro de que te comportarás con dignidad.
—¿Con dignidad? No estoy segura de saber a qué te refieres.
Sus ojos verdes se clavaron en ella.
—Sabes muy bien a qué me refiero. Pamela estará presente.
Lali hizo un esfuerzo por mantener la calma.
—Sí, lo sé. ¿Estás sugiriendo que puede surgir algún roce entre nosotras? —preguntó con tranquilidad.
—Es posible —contestó—. Las mujeres sois celosas por naturaleza. Y sé que en ocasiones se dicen ciertas cosas que caldean el ambiente.
Lali dejó su vaso sobre el escritorio y se levantó.
—Si tienes miedo de que le diga a tu novia que hemos pasado varios días juntos, no debes preocuparte —dijo, con voz rota—. Aún tengo cierto orgullo y cierta autoestima. Creo que sería mejor que me marchara a primera hora de la mañana. Así no tendrías que preocuparte de nada.
—Te di la oportunidad de marcharte cuando terminó el juicio. Pero no la aceptaste, y ahora no puedes irte. Dijiste que te quedarías durante el Gran Lanz, y espero que cumplas tu promesa.
—¿Por qué? —preguntó, sin entender nada—. Sería más fácil para ti si yo no estuviera presente.
—Tengo mis razones —dijo, con expresión dura—. En cierta ocasión te pedí que confiaras en mí y me diste tu palabra de que lo harías. ¿Rompes tus promesas con tanta facilidad?
—No, pero…
—En tal caso no hay nada más que hablar, Lali.
Durante unos segundos lo miró, asombrada.
—Sólo he venido para darte las buenas noches. Pero ahora me arrepiento de haber entrado.
Enfadada, se dio la vuelta y se marchó.

     Continuará...

21 comentarios:

  1. Que facilidad para arruinar los momentos que tiene!!! Más!

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  2. aaa no entiendoo porque siempre terminan mal :(
    Pero es que Peter es bn orgulloso, deberia decirle que ya esta enamorado de ella, porque yo estoy segura que lo esta, y lali bn celosa, nononono esos dos, deberian aprender a comunicarse y no me refiero solo a la cama, porque ahi lo hacen muy bn jijijij
    Gracias por subir, pero adivina que ?? quieroo maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas

    Karen

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  3. maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssss

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  4. tambn espero uqe todo este bn por tu lado !!

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  5. por que siempre hay algo que los separa!!??

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  6. pasaron unos dias increibles!!! dichosa Palmera y dichoso COLLAR!!!!!!!!!!

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  7. no entiendo por q le hace eso Peter, sabe q ella le cuesta confiar, y a pesar de q le dio su palabra de que confiaria en ele, el la sigue "provocando" para que ella desconfie de el

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  8. espero mas nove, y espero q todo vaya mas q bien ^^ BESOS

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  9. Me encanta tu nove sigue subiendo
    pd:soy nueva

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  10. Siempre está presente la espinita ,nunca acaban bien.

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