miércoles, 19 de septiembre de 2012

"Llegada del Mar" Capítulo 24



Hola, como andan?
Perdón por la desaparición, pero como ya se los dije, habían visitas...
Subiré más capítulos por día para compensarles mi desaparición.
El capítulo va dedicado para Inma que llenó de firmas por todos lados! jijijij
ACLARACIÓN: LA NOVELA NO LA ESCRIBÍ YO, SI NO MAR_CHA (FOTOLOG). ES MÁS LE PEDÍ SI LA PODÍA SUBIR, Y ACEPTÓ CON LA CONDICIÓN DE QUE YO DIJERA QUE LA NOVELA ERA DE ELLA Y NO MÍA...
Espero que disfruten del capítulo de hoy!
Besos
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—¿Tienes frío? —preguntó él, de repente.
—Por supuesto que sí —contestó—. Estoy helada. El agua no estaba precisamente caliente.
—Entonces acércate a mí para entrar en calor. No quiero que cojas una pulmonía.
—No sabía que te importara tanto —murmuró.
Peter la miró y declaró, suavemente:
—Me importas más de lo que crees.
Lali supo que era sincero. No por su tono de voz, que podía ser fingido, sino por la evidente expresión de sus ojos. Se aproximó a él y dejó que le pasara un brazo por encima de los hombros.
—Apriétate contra mí todo lo que puedas.
Ella obedeció. No necesitaba que se lo dijera dos veces.
—Estoy empapada. Si seguimos tan cerca es posible que seas tú el que caiga enfermo de pulmonía.
—No me importaría nada —sonrió—. Podríamos meternos en la cama y sudar juntos.
Lali se estremeció. Aquella posibilidad podía estar más cerca de lo que él imaginaba. De hecho, estaba a punto de estornudar.
En cuanto llegaron a puerto, Peter la llevó al bar del hotel, que ya estaba abierto. Pidió un buen vaso de whisky con agua caliente y limón y se lo dio.
—Tómatelo con lentitud mientras busco ropa seca para ti.
Lali probó la bebida con cuidado, haciendo un esfuerzo para dejar de temblar. Los pocos clientes que se encontraban en el local la miraron con curiosidad, una curiosidad que pronto se transformó en admiración cuando Peter relató lo sucedido.
Despertó tanta atención que en poco tiempo se había ruborizado.
—No hice nada tan importante. Haces que parezca como…
—Sólo he contado lo que realmente sucedió —explicó él, divertido—. Si esperamos a que lo cuente Carlos, convencerá a todo el mundo de que conseguiste que se apartaran las aguas del océano.
Peter llamó al dueño del local y pidió que trajeran ropa para Lali, que prepararan una habitación y que dispusieran un baño con agua caliente. Después, la abrazó por la cintura y la llevó hacia una mesa que se encontraba junto a la chimenea.
Cuando se sentaron, se inclinó sobre él y susurró en tono conspiratorio:
—Cuando subí al bote de Carlos dijo que el motor se había parado unos minutos antes de que llegáramos. No había estado en peligro hasta entonces.
—Lo suponía —dijo Peter, con total tranquilidad.
—¿No tienes nada más que decir? —preguntó, asombrada por su falta de interés—. ¿No te das cuenta de lo que significa?
—Si pretendes preguntar cómo pudo saberlo Cristina, temo no poder ayudarte. También sabía que ibas a llegar antes de que aparecieras. Nadie sabe cómo lo hace, de modo que no tiene sentido preguntarse al respecto.
Su actitud tranquila resultaba muy clarificadora. Se podía creer en ciertas cosas o no, pero respecto a aquella mujer no cabía duda alguna. Ella misma había dudado de los supuestos poderes de Cristina, pero había sido testigo de sus habilidades. Tal vez había llegado el momento de replanteárselo todo. No sólo relación con Cristina, sino también con la leyenda, con los espíritus de los páramos y con los fuegos fatuos.
Sin embargo, no tenía intención de hacerlo. No quería seguir pensando en cosas para las que no encontraba respuesta.
—¿Te sientes mejor? —preguntó él, observándola con atención.
Lali tomó un poco de su bebida. Pensó que había algo diferente en él. Su expresión seguía dura, como siempre, pero su boca no estaba tan tensa. Su agresividad habitual había desaparecido. Parecía que había empezado a respetarla. Tal vez no fuera amor aún, pero de momento era más que suficiente. Mantuvo su mirada y sonrió.
—Me encuentro muy bien.
—Te sentirás aún mejor después de tomar un baño caliente —dijo, sonriendo—. Creo que podemos olvidarnos de esa visita a los bancos de salmón. Resulta evidente que sientes pasión por el mar, y seguramente encontrarías otra excusa para lanzarte al agua.
Apenas había terminado con su bebida cuando apareció Ingrid, con un chándal y unas zapatillas nuevas. Peter hizo una señal al dueño del establecimiento, que de inmediato se presentó con la llave de la habitación.
—La habitación número tres está libre. Peter. Y nos hemos asegurado de que tenga un buen baño de agua caliente.
Peter la acompañó escaleras arriba, dejó la ropa nueva sobre la cama y caminó hacia el cuarto de baño.
—Tómate todo el tiempo que quieras —dijo—. Cuando termines de bañarte iremos a comer. ¿Qué te parece?
—Perfecto —murmuró ella.
Sintió que su pulso se aceleraba cuando notó la mirada hambrienta del jefe del clan. Como si leyera sus pensamientos, la tomó por la cintura.
—No sé cómo lo consigues. Incluso con un chándal mojado irradias un calor insoportable.
—Bueno, si sigues mirándome así, conseguirás que salten todos mis fusibles —dijo ella—. ¿No crees que deberías marcharte ahora?
Peter suspiró y sonrió.
—Sí, supongo que sí, porque lo que tengo en mente no sería muy relajante. Esperaré a un momento más apropiado.
En cuanto se marchó, Lali se quitó la ropa, la dejó a un lado y se introdujo en la bañera.
Pasó una hora antes de que volviera a bajar al bar, vestida con el nuevo chándal negro. Cuando apareció, observó que el establecimiento estaba lleno de gente. Al verla dejaron de hablar y le hicieron un pasillo para que pudiera llegar al lugar donde se encontraba Peter. Sus ojos verdes la observaron con admiración.
—Ya te advertí que las noticias viajan muy deprisa en esta zona. Mientras estabas bañándote, Carlos se ha dedicado a invitar a medio pueblo para tomar una copa a tu salud.
Lali se mordió el labio y lo miró, implorante.
—Me ponen nerviosa. ¿No podríamos ir a algún sitio donde…?
—Me temo que no. Sólo quieren darte las gracias por haber salvado la vida de Carlos.
—Deberían darle las gracias a Cristina —susurró—. Yo sólo…
En aquel instante una voz se alzó sobre la multitud.
—¿Por qué no la besas, Peter? Así podremos brindar a su salud.
Peter sonrió y contestó en alto:
—Era exactamente lo que pensaba hacer, en cuanto cerrara la boca y tuviera la oportunidad de hacerlo.
Entonces la atrajo hacia sí y sonrió.
—No te preocupes —añadió—. Lo hago porque lo deseo, no porque lo hayan pedido.
La besó con tanta pasión que el pulso de Lali se aceleró. Los clientes del establecimiento demostraron su aprobación y ella se estremeció ante la multitud de sensaciones placenteras que recorrían su cuerpo.

Continuará... 






14 comentarios:

  1. Bien por peter que de a poco la va respetando!! Me encanta más!!

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  2. haaaaaaaaaaay ai hay algooooo jajajajaj como mmm amor sera jajajaja mas novelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

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  3. Al fin tiene su respeto ,y además la besa x propio deseo.

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  4. Hasta con el chándal mojado la encuentra atractiva.

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  5. Jajaja,Carlos invitando a todo el mundo ,y como no si Lali le ha salvado la vida ,y se puede decir k ha vuelto a nacer.

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  6. Más novela.Más novela.Más novela.

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