sábado, 8 de septiembre de 2012

"Llegada del Mar" Capítulo 15



Hola, como andan?
Mil perdones se me fue la hora viendo las iluminadas jiijiji
El capítulo de hoy va dedicado para ruizirene897 primera en fimar! :)
Inma, Chari no se preocupen :) gracias por estar!
Un beso!
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—Sólo estábamos hablando sobre el vestido que se pondrá en el Gran Lanz. Estoy segura de que querrás que vaya adecuadamente vestida para la ocasión.
Lali apretó los puños. Cinco minutos más y habría podido preguntar a Ingrid lo que quería saber. Pero ya era demasiado tarde.
Peter se había tranquilizado un poco. Observaba a Ingrid como si fuera un paciente hermano mayor.
—De acuerdo. Has hecho un buen trabajo. Si tuvieras la amabilidad de dejar todas esas cosas en el masetero del Land Rover…
Ingrid salió de la tienda, y Peter aprovechó el momento para entregar un buen fajo de billetes a Lali.
—Esto es para tus gastos personales. Si necesitas más, házmelo saber.
Cuando vio la suma que había depositado en sus manos abrió los ojos sorprendida.
—¡No quiero tu dinero! —susurró furiosa—. Ya te debo demasiado.
Peter se inclinó sobre ella y murmuró:
—Hay una droguería calle abajo. Te sugiero que vayas a comprar todo lo que necesites. Ah, y cómprate algún lápiz de labios. Pero que no sea demasiado atrevido, por favor.
Lali se ruborizó, murmuró algo parecido a un agradecimiento y caminó hacia la salida. No sabía cómo debía reaccionar con él. Era capaz de humillarla con su actitud tiránica o tener un gesto de delicadeza como el que acababa de demostrar.
Cuando terminó de hacer las compras, salió a la calle. Peter estaba esperándola en el vehículo. En cuanto entró, sus ojos verdes se clavaron en ella.
—Ingrid te ha dicho que el Gran Lanz es dentro de un mes, ¿verdad?
Lali se acomodó en posición algo rígida, con las manos en el regazo y mirando hacia delante.
—Sí, mencionó algo al respecto.
Peter gruñó, pero Lali no hizo caso. Empezaba a estar acostumbrada a sus sonidos de desaprobación.
—Claro. Pon a dos mujeres juntas y enseguida empezarán a cotillear y a decir tonterías. ¿De qué otras cosas estuvisteis hablando?
—Oh, de simples cotilleos y tonterías —contestó con sarcasmo—. Hablamos sobre adivinas y leyendas, sobre ese tipo de cosas. Ah, y puedes decirle a Ingrid que no se moleste en pedir el vestido. No pienso quedarme aquí todo un mes.
—¿De verdad? —preguntó con ironía—. Siento oírlo. ¿Es que la hospitalidad de las Sealands (tierra de mar, como llaman a Puerto Lanzana) no es suficientemente buena para ti? Supongo que estás acostumbrada a un ritmo de vida que no podemos proporcionarte, ¿verdad?
Lali se mordió el labio. A pesar de lo mucho que le molestaba, era consciente de que su ironía estaba justificada.
—No tiene nada que ver con la hospitalidad. Te agradezco mucho que me hayas comprado la ropa, y que me hayas prestado dinero. Tampoco olvido lo buena que ha sido Cristina conmigo.
—Entonces, ¿a qué te refieres? —preguntó, arqueando una ceja.
Lali lo miró, enfadada.
—Primero fue Cristina, y ahora Ingrid. Y supongo que con todo el mundo será igual. Intentan ser amables conmigo, pero creo que deberían empezar a vivir en el mundo real. Hablan conmigo como si no fuera una persona con inteligencia y sentimientos propios. En cuanto a ti, es peor. Sabes la verdad sobre lo sucedido, pero no te importo en absoluto. Sólo quieres que cierre la boca y que represente mi papel…
—Sigue, suéltalo de una vez por todas.
—¡De acuerdo, lo haré! Dices que quieres que me quede aquí hasta que decidas si te casarás conmigo o no. ¿Crees que una mujer con un mínimo de orgullo se prestaría a algo así? No vivimos en la edad media. Tenemos ciertos derechos, ¿o es que no han llegado a este lugar del mundo? Si decides casarte conmigo, ¿qué piensas hacer? ¿Llevarme a patadas hasta el altar?
Peter sonrió con cinismo.
—¿Has terminado ya?
—Sí, de momento.
Su fría sonrisa desapareció, y sus rasgos se endurecieron.
—Muy bien, ahora me toca a mí. En primer lugar, es hora de que aprendas a ser más humilde. Si la gente del lugar cree en tradiciones con siglos de historia es asunto suyo. No intentan que compartas sus creencias, pero tampoco les agradará que una forastera se burle de ellos.
—No me burlo de ellos —protestó.
—Mientes. Desde que te vi por primera vez, todos tus gestos y tus actitudes lo han demostrado. Para ti resulta fácil reírte de Cristina, pero yo tengo que vivir con ella. Si no le hago caso, perderé el respeto de mi gente. Pensarán que los estoy traicionando —dijo, suavizando un poco el tono—. En cuanto a llevarte a patadas al altar… tampoco les gustaría. Preferirían que…
—¡No pienso escuchar nada más! ¡La gente! ¡Todo por no molestar a tu preciosa gente! Pues bien, yo también soy una persona. Y no parece importarte demasiado molestarme.
Peter hizo caso omiso de su vehemente protesta y continuó hablando con toda tranquilidad.
—Tengo que considerar la reputación de mi clan. Preferiría casarme con una mujer de la que me sintiera orgulloso, alguien en quien pudieran mirarse. Pero por el momento no pareces esa persona. Cuando te vi por primera vez tuve esperanzas. Sin embargo, mis dudas son cada vez mayores.
Lali lo observaba con asombro.
—Tú misma dijiste que abandonaste tu trabajo porque te habías enfadado con tu novio, en un gesto casi infantil —continuó—, cuando debiste luchar para reparar la injusticia que habían cometido contigo. Luego te involucraste de manera estúpida con una banda de traficantes de drogas y estuviste a punto de perder la vida. Por si fuera poco, tienes veinte años y careces de ilusiones y de amigos. Hasta ahora tu vida no ha sido precisamente un éxito, ¿no te parece?
Lali palideció. Su análisis era bastante correcto.
—Creo que he sido sincera desde el principio, ¿no te parece? —preguntó furiosa—. Te dije que estabas perdiendo el tiempo conmigo, que no pertenezco a este lugar. De hecho, sería la peor esposa del mundo para un hombre como tú. Siempre estaríamos enzarzados en disputas.
—Sí. Una vez más sospecho que tienes razón. Pero tenemos un problema que nos coloca a ambos en una posición bastante difícil.
—¡No veo a qué problema te refieres! Limítate a admitir que todo esto es un error y deja que me marche en el primer barco.
—¿Y cómo se lo explicaría a Cristina y a los demás? —preguntó en tono de burla, riendo ante su expresión de enfado—. El problema mi querida bruja marina, estriba en la atracción sexual que sentimos el uno por el otro. Cuanto más pienso en ello, más me gustas.
Lali supo entonces que una simple sonrisa de frialdad, un gesto despectivo, o un ataque de inventiva, lo habrían puesto en su lugar. Pero en lugar de optar por alguna de las posibilidades que tenía, se sorprendió a si misma sin saber qué decir. Permaneció en silencio diez largos segundos hasta que al final declaró, balbuceante:
—¡Eso es ridículo! No siento nada parecido por ti.
Peter la miró con fingido asombro.
—¿De verdad? Me sorprendes, Lali. Cuando te besé hace un rato, parecías bastante agitada. Yo diría que incluso excitada. Menos mal que me aparté, de ti. De lo contrario, habrías dado un espectáculo público de lo más interesante.
Estaba demasiado avergonzada como para hablar. Apartó la mirada y la clavó en el parabrisas, pero era demasiado consciente de sus ojos verdes, que la observaban como estudiando su reacción, divertido.
—Pero si insistes en que no sentiste nada, debo haberme equivocado —añadió él—. Tendré que intentarlo de nuevo más adelante.
—No habrá una próxima vez —murmuró enfadada—. Me aseguraré de ello.
—Ah, por cierto, se me olvidaba una cosa. Tienes veinte años y dices que aún eres virgen. Eso demuestra tal determinación y autodominio que merece un aplauso —declaró mientras le daba un golpecito en el muslo, estremeciéndola—. Muy bien. Excelente. No hay nada mejor que un reto. Sobre todo cuando el premio es tan deseable.
—El último hombre que intentó forzarme aún lleva las marcas de mis uñas en la cara —advirtió con frialdad.
—Ya. Pero, ¿quién ha dicho que pienso forzarte?
—Si piensas conseguirlo con tu encanto y tu personalidad no llegarás muy lejos conmigo.
—¿No? —rió—. Ya lo veremos. Puede que la fiesta de esta noche inflame los corpúsculos de tu sangre y te ponga del humor adecuado.
—¿Una fiesta? —preguntó asombrada—. No pienso asistir a ninguna fiesta. Olvídate de ello. No tengo nada que celebrar.
Peter se llevó la mano al puente de la nariz y suspiró.
—Irás a la fiesta quieras o no. Todo el pueblo asistirá, y esperan verte a mi lado, sonriendo y divirtiéndote —declaró, mirándola con cierto cansancio—. No me gusta repetirme, pero volveré a decírtelo una vez más, y espero que tomes nota. De ahora en adelante, harás lo que te diga, sin excusas ni discusiones. ¿Lo has comprendido definitivamente?
Lali lo miró con resentimiento.
—Sí —contestó entre dientes.
—Sí, ¿qué?
—Sí, Peter —murmuró.
Peter la observó durante unos segundos. Después apretó de nuevo su muslo y sonrió.
—Muy bien. Ahora que hemos aclarado las cosas, podemos irnos a casa y relajarnos un poco.
Lali consideró ridícula la idea. Cerró los ojos y se humedeció los labios, preocupada. En aquella situación resultaba imposible relajarse.

Continuará...

6 comentarios:

  1. peter es un tanto dominante!! con lo de si, si que?? si, peter jajaja aunque tiene claro que le gusta lali!!! masss nove!!!. camila

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  2. Me encanta como peter le toma el pelo con lo de "si, peter"! Son geniales más!!!

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  3. Hahaha peter cm estamos hahaha mas mas me encanta

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  4. Peter me mata pobre lali!!!!. Te paso algo estas bien????

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  5. que tarado!!!!! la sigue tratando como un trofeo o algo asi AHHHAAHAHH

    sin embargo por lo que dijo parece que no cree en la leyenda, una vez mas, pero lo hace por el respeto a su pueblo, a su gente... pero quizas deberia de preocuparse un poco mas en la mujer que tiene al lado, en vez de tratarla como si fuera un juguete

    espero mas nove GRACIAS por la nove BESOS!!! <3

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  6. Arrogante a más no poder ,no veo la hora en k Lali lo supere en argucias ,y sea el quien cae rendido a sus pies.No le deja ninguna opción ,y encima la trata como a un objeto decorativo.

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